Efectos de la Unción de enfermos
Considerando el sacramento de la Unción de enfermos, a la luz de la Pascua, vemos que la acción del Señor resucitado se prolonga hoy para los enfermos graves, aquellos que se ven en peligro, mermadas sus fuerzas, con sufrimientos morales y espirituales desencadenados por la precariedad de su situación.
Al enfermo grave y al anciano muy debilitado se destina el sacramento de la Unción de enfermos (no es sacramento de la tercera edad, no es simplemente para quienes hayan cumplido 65 años): Cristo va a obrar en ellos, para ayuda, alivio, consuelo y fortaleza. Desterremos la imagen tenebrosa de la Unción de enfermos, imaginándola triste y extrema, en plena agonía, y recuperemos la alegría del Espíritu Santo que por medio del óleo bendecido va a actuar, santificar, pacificar. Para los enfermos, una vez preparados para el sacramento, con deseos de recibirlo y oración previa, vivirlo supondrá una gracia inmensa como un momento importante, un Paso del Señor, en esa situación de enfermedad grave (pierde su fuerza y su impacto cuando, saltándonos la disciplina sacramental, lo repetimos todos los años al enfermo, porque sí, sin mayor gravedad ni recaída):
De suma importancia es el carácter espiritual, interior, del sacramento, porque permite que el enfermo se una a su Señor en la cruz convirtiendo un mal, como es la enfermedad, el sufrimiento, en un bien de redención para todos. El enfermo es transformado interiormente: saltan las resistencias interiores, la inquietud se convierte en paz, la oscuridad del sin-sentido comienza a iluminarse.
¡Es la belleza de la Gracia, la belleza del Espíritu Santo que todo lo transforma, hasta el dolor!