Religión en Libertad

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Vayamos a las definiciones porque nos dan el sentido de las cosas. En la Introducción General del Misal Romano se nos explica esta oración universal:


Y unas Orientaciones pastorales de la Comisión Episcopal de Liturgia (que están al principio del libro “La oración de los fieles” y que es un subsidio litúrgico presente en cualquier parroquia) desarrolla más aún el sentido y el valor de esta Oración universal:

Por tanto, Oración de los fieles es la respuesta orante de todos al Señor a una intención que un diácono o un lector van proponiendo a todos. No confundamos los términos: no es oración de los fieles cada una de las peticiones que se señalan porque son simplemente moniciones, indicaciones; ni es oración de los fieles entendiendo que cada petición (a veces en un lenguaje no de monición, sino directamente dirigido a Dios, no a los fieles) la haga un lector distinto. La Oración de los fieles es la plegaria común que todos realizan: “Te rogamos, óyenos”.

Y la Tradición de la Iglesia lo tenía muy claro. Terminada la Liturgia de la Palabra, el diácono despedía a los penitentes y a los catecúmenos (“Catecúmenos, podéis ir en paz”) tal como podemos leer, por ejemplo, en las Constituciones Apostólicas. Cuando se habían marchado, los fieles, aquellos que habían recibido el Espíritu Santo en la Iniciación cristiana y son hijos de Dios, pueden orar al Padre. El acento recaía entonces en lo que los fieles (¡los bautizados!) iban a realizar, no en el número de lectores que proponían las intenciones sino en la oración de todos los bautizados intercediendo ante Dios.

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