Santo Tomás de Aquino, la ciencia y la fe (III)

Ojo humano
La quinta vía de Santo Tomás, el Argumento del Orden o la Finalidad, es quizá la que más conecta con la ciencia. En el mundo natural, los seres que carecen de inteligencia (como los astros, las plantas o los animales) actúan de manera regular y orientada hacia un fin. Esto sugiere la existencia de una inteligencia suprema que dirige todo, y esa inteligencia es Dios.
Esta vía está estrechamente relacionada con la observación del orden y la regularidad en el universo, que la ciencia también estudia. En ciencias como la biología y cosmología, la complejidad y el orden en sistemas naturales a menudo invitan a reflexionar sobre una posible inteligencia detrás de ellos. La ciencia no puede entrar a valorar si hay o no un diseñador detrás, pues su ámbito de actuación es estudiar el mundo material que vemos a nuestro alrededor mediante leyes naturales. Pero el ser humano no puede quedarse de brazos cruzados. En su esencia está el resolver cuestiones y la Quinta Vía ayuda a avanzar más allá de la ciencia, cuestionándonos acerca del orden y la dirección observados en la naturaleza.
Cabe aclarar también que la Quinta Vía de Santo Tomás se ha entremezclado con la corriente del Diseño Inteligente (en inglés Intelligent Design), deformando la acertada reflexión de nuestro gran santo y patrono de los estudiantes y universidades. El padre Alberto Barbés lo explica muy bien. El Diseño Inteligente habla de un orden estructural, de posición de partes, mientras que el de la Quinta Vía es el orden en que actúan los seres. Los seres obran por un fin, no por un orden de las partes. Es un orden de la actuación. Así, en el caso de los huesos que componen un ala, es muy interesante y sorprendente la estructura que tienen, pero no debemos quedarnos en eso. Debemos ir más allá. El pájaro vuela y volar es bueno para el pájaro. Eso es de lo que habla Santo Tomás en su Quinta Vía. Otro ejemplo es el del tigre. El tigre no caza porque tenga dientes, sino que tiene dientes porque caza. Lo importante es la finalidad; los seres vivos actúan siempre a casi siempre de la misma forma buscando un fin que es bueno.
Otro gran acierto de Santo Tomás es referirse a una finalidad inconsciente, la de los seres naturales, que es la que la ciencia puede explicar. Por el contrario, el Diseño Inteligente busca finalidad consciente, haciendo ver que algo ha sido hecho para un fin, cosa que la ciencia no puede explicar. La ciencia solo puede demostrar ver que una cosa sirve para algo, pero no que ha sido para algo. La ciencia nos puede decir que el ojo sirve para ver, pero no puede decir que esté hecho para ver. Por eso la quinta vía de Santo Tomás, al basarse en el orden inconsciente, se basa en una finalidad que la ciencia sí puede encontrar sin salirse de su ámbito. Así, quitando el foco en que las cosas complejas en la naturaleza, como un ojo, se hayan producido de forma milagrosa, de forma inteligente, donde chocamos con la ciencia, podemos razonar de un modo más flexible y compatible con la ciencia diciendo que la naturaleza hace cosas asombrosas, y que por tanto solo Dios ha podido hacer la naturaleza. Así, cuanto más avance la ciencia y descubramos cosas más asombrosas, más fuerza tendrá la quinta vía de Santo Tomás.