Martes, 23 de abril de 2024

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«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen»

Reflexión Domingo IV de Pascua

por La alegría de la Buena Noticia

«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen»

Queridos hermanos:

Estamos ante el cuarto domingo de Pascua. La Iglesia en este domingo hace presente al Buen Pastor, que es Jesucristo, que da la vida por nosotros y nos rescata de nuestros pecados, ofreciéndonos siempre el buen pasto de la vida eterna aquí en la tierra. La primera Palabra de los Hechos de los Apóstoles nos dice que Pablo y Bernabé fueron a Antioquia de Pisidia y entrando a la sinagoga anunciaron la Buena Noticia, el Kerigma, es decir, anunciaron la Palabra de Dios que tiene el poder de salvarnos de nuestras miserias; pero no les hicieron caso. Entonces Pablo y Bernabé dijeron: Puesto que no nos hacéis caso, nos vamos a los gentiles, a los alejados, es decir, a los paganos; y los gentiles acogieron la palabra de Pablo con mucha alegría, creyeron en la Vida Eterna que les ofrecía. De esta forma, la Palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región en medio de persecuciones contra Pablo y Bernabé. Cuando tenían persecuciones, se sacudían el polvo de sus pies, expresando que el juicio de Dios es que te conviertas; y el Espíritu Santo hacia muchos milagros en medio de ellos y los acompañaba.

Como respuesta a esta Palabra cantamos el Salmo 99, donde se hace presente que somos el pueblo de Dios y ovejas de su rebaño.

La segunda Palabra es del Apocalipsis y dice que “Juan vio una muchedumbre inmensa de hombres vestidos de blanco con palmas en las manos”. Esta Palabra se cumple hoy, son los cristianos que han renovado el bautismo y que llevan la túnica de la inmortalidad y llevan la palma en la mano. Y ¿de dónde vienen? Vienen de la gran tribulación, es decir, de luchar contra el demonio. Pero hay uno que se llama Jesús de Nazaret que da su sangre, la sangre del Cordero para no tener más hambre, ni sed de felicidad; esto es lo que nos ofrece hoy la Iglesia, el Cordero esta delante de nosotros y nos enjuga nuestras lágrimas, hoy esta Palabra también viene a nosotros, porque el Buen Pastor conoce las ovejas y da la vida por ellas, como dirá el Evangelio de hoy.

El Evangelio de San Juan dice: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno”. Hermanos esta es la Palabra que nos da hoy el Señor, el Buen Pastor. Recemos para que Dios suscite cristianos y vocaciones sacerdotales y religiosas, y seamos testigos de la Vida Eterna. Hoy más que nunca necesitamos creer en Jesús, que nos ama como somos. Escuchemos su voz porque Él nos conoce y nos ama, y nos testifica interiormente que quiere cambiar nuestra vida. Retornemos a Él, al Señor, porque Él tiene Vida Eterna, todo lo demás pasa, el único que no pasa es Jesús de Nazaret.

Hermanos que paséis un buen domingo del Buen Pastor, que viene a buscarte a ti y a mí para hacernos cristianos y dar la vida por los alejados.

Que el Señor os bendiga.

 

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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