Esta vez las publicaciones son dos y han sido previamente anunciadas y publicitadas con "bombo y platillo". Los autores son Gianluigi Nuzzi (el mismo que en 2012 publicó los documentos robados del escritorio del hoy papa emérito Joseph Ratzinger) y Emiliano Fittipaldi.
En estas nuevas publicaciones los autores presentan documentos robados mediante hackeos a computadoras privadas de los responsables del sanamiento y transparencia de los organismos relacionados con las finanzas de la Santa Sede (especialmente de Libero Milone, revisor general de las cuentas del Vaticano, y otros de la Comisión referente al estudio y organización de las estructuras económico-administrativas de la Santa Sede instituida por el Papa Francisco para estudiar las mejoraras a la administración del Vaticano y disuelta tras el cumplimiento de sus objetivos). También se grabaron sin el consentimiento del Papa algunas conversaciones que éste tuvo, vía telefónica, para tratar precisamente estos temas.
Quien procure ilegalmente o revele noticias o documentos cuya divulgación está prohibida, será sancionado con prisión de seis meses a dos años o con una multa de mil a cinco mil euros. Si esa conducta tiene como objeto documentos o noticias que conciernen los intereses fundamentales o las relaciones diplomáticas de la Santa Sede o del Estado, se aplica la pena de prisión de cuatro a ocho años. Si el delito mencionado en el párrafo anterior se ha cometido culposamente, se aplica la pena de prisión de seis meses a dos años.
Lógicamente, tratándose de la materia en cuestión (dinero) vinculada a la palabra "mágica" Vaticano, el asunto ha encontrado amplio eco en la prensa internacional. Más allá del morbo que el libro engendra está una realidad que no debería pasar desapercibida: los documentos publicados mostrarían de hecho que se está trabajando por mejorar cada vez más la administración de los bienes materiales de la Santa Sede, de acuerdo a estándares de transparencia internacionales.
Algo que también se debería advertir es que los dos libros tienen finalidades remunerativas: los "autores" venden los libros, no son regalados, y lo hacen a partir de material robado. En otras palabras: están lucrando con lo que no es suyo y presentan esta actividad criminal como investigación periodística. ¿A usted qué le parecería bien que le robaran sus correos electrónico o mensajes de Facebool o Whatsapp más íntimos y que luego fueran publicados y vendidos ya no sólo sin su autorización sino incluso lucrando con ellos y quedándose sin recibir nada a cambio?