Fernando Huidobro, un santo en las trincheras (2)
La anécdota con Julián Besteiro
En los anales del Colegio y en la memoria de los contemporáneos quedó vivo el recuerdo de esta anécdota que protagonizó Huidobro en su examen final de Lógica[1] y que “muestra viva la frescura de su inteligencia y de su excepcional aprovechamiento”.
Impartía esta asignatura en la Universidad, entonces Central, don Julián Besteiro[2], significado socialista. Preguntó este a su discípulo “los juicios sintéticos a priori” de Kant, sobre cuya materia tenía publicada el ilustre profesor una monografía[3].
El joven examinando, con su trasparencia habitual, los expuso concisa y brillantemente, pero en tan acabada forma que Besteiro, llamando la atención a su compañero de Facultad y afín en ideología, don Andrés Ovejero, que parecía no estar muy atento a la demostración, le dijo:
“-Pero, ¿no ve usted el examen que está dando este muchacho?”.
Todavía se asombró más cuando, al decirle, “muy bien”, creyendo que había terminado, Huidobro añade con toda naturalidad:
“-Pues ahora, si ustedes me lo permiten refutaré el sistema, porque yo lo estimo falso”.
“-Está usted en su derecho”, le dijo el catedrático.
Y Huidobro, con su pujanza también habitual, empezó a refutarlo despiadadamente en medio de la admiración del profesor socialista, que se vio materialmente acosado por las rápidas respuestas de Fernando a sus objeciones. Con una caballerosidad que honró al profesor Besteiro, le dio sobresaliente y matrícula de honor, como había obtenido también en las otras asignaturas del preparatorio.
1919, en el Cerro de los Ángeles
El Cerro de los Ángeles es un otero situado en el término municipal de Getafe, a unos 10 km al sur de Madrid, considerado como el centro geográfico de la Península Ibérica. Sobre su explanada, situada en la cima del cerro, se encuentran la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, del siglo XIV, y el monumento al Sagrado Corazón, construido en 1919.
Se eligió este lugar para construir un enorme monumento en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Fue una obra conjunta del arquitecto Carlos Maura Nadal y del escultor Aniceto Marinas. El monumento se edificó con las aportaciones de miles de españoles que colaboraron. La imagen de Jesús (de 9 metros de altura) fue donada individualmente por don Juan Mariano de Goyeneche, conde de Guaqui. El 30 de mayo de 1919 el rey Alfonso XIII lo inauguró solemnemente tras efectuar la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús[4]. [En la primera foto, sobres estas líneas, san Manuel González, uno de los muchos obispos españoles que acudió a aquella jornada. Luego una foto de grupo en la que aparece el P. Polanco].
Fernando Huidobro asistió a la ceremonia de consagración, incorporado a una representación del Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI). A sus dieciséis años, nuestro protagonista consigna una crónica vibrante, movida y enardecedora, que publicó la revista del colegio en julio de 1919.
Con esta imagen en su retina y estas impresiones en el alma emprendió Fernando sus vacaciones, al regreso de las cuales, su madre, firmemente persuadida de la llamada de Dios, le permitió marchar con los padres jesuitas.
Noviciado en Granada
El 16 de octubre de 1919 llegó a La Cartuja, en Granada, donde la Compañía de Jesús tenía establecido el Noviciado de la provincia de Toledo. Después de varias preguntas y argucias que le hizo uno de los maestros acerca de su preferencia por la Compañía, le dice Fernando:
“-¿Por qué entró usted jesuita?”.
Y ahí se acabaron las preguntas.
Permaneció aquí hasta la conclusión de sus estudios de Letras Humanas y el Trienio de Filosofía, en el verano de 1927. De aquí pasó a enseñar Gramática y Humanidades en el colegio-noviciado de San Estanislao de Kostka, en Aranjuez (Madrid), de 1927 a 1929. Luego, el hermano Huidobro fue destinado al colegio de Nuestra Señora del Recuerdo, de Chamartín de la Rosa, en Madrid, durante el curso 1929-1930.
Terminadas las vacaciones estivales del curso de 1930, el hermano Fernando debía comenzar, realizadas como estaban ya sus experiencias de Magisterio, los estudios de Teología. Marcha enseguida al Colegio Máximo de la Compañía de Jesús en Oña (Burgos).
[1] Francisco X. Peiro: Fernando de Huidobro. Jesuita y Legionario, en la página 45, (Madrid, 1951).
[2] Julián Besteiro Fernández (1870-1940) fue un sindicalista y político español. Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en las universidades de Madrid, París, Múnich, Berlín y Leipzig. A su regreso, ganó por oposición la cátedra de Lógica de la universidad de Madrid. La influencia del marxismo alemán le hizo abandonar su anterior militancia republicana para afiliarse al Partido Socialista Obrero Español y al sindicato Unión General de Trabajadores en 1912. En 1923, es partidario de la colaboración ofrecida por el general Primo de Rivera a la UGT, con intención de anular la CNT, sindicato anarquista. En 1925, al morir Pablo Iglesias, ocupó la presidencia del PSOE, encabezando el sector moderado; con la llegada de la II República, fue presidente de las Cortes Constituyentes (1931-1932). Artífice de las gestiones para intentar lograr un acuerdo de paz al final de la Guerra Civil, se suma a la controvertida iniciativa del coronel Casado y forma parte del Consejo Nacional de Defensa que, el 6 de marzo de 1939, dio un golpe de mano contra la depauperada República, entonces representada por Negrín, pretendiendo negociar con el general Franco el fin de la guerra con la mediación de Inglaterra, aunque Franco rechazó todo lo que no fuera una rendición sin condiciones. Permaneció en Madrid hasta la caída de la capital, momento en que fue capturado por las tropas franquistas y condenado, tras ser juzgado por un consejo de guerra, a 30 años de prisión. Besteiro falleció el 27 de septiembre de 1940 internado en la cárcel de Carmona (Sevilla).
[3] Julián Besteiro, Los juicio sintéticos “a priori”. Desde el punto de vista lógico (Madrid, 1916).
[4] Al inicio de la Guerra Civil, el 23 de julio de 1936, cinco jóvenes fueron asesinados por defender y guardar el monumento de posibles atentados, como venía sucediendo desde el inicio de la Segunda República. Cinco días después del asesinato, milicianos del bando republicano llevaron a cabo una “ceremonia” por ellos mismos fotografiada, para fusilar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús; tras ello, procedieron a la destrucción de las esculturas, primeramente “a mano” y por último, dada la dureza de su material, recurrieron a la dinamita hasta lograr reducirlo a ruinas. La prensa del Frente Popular publicó en portada y en primera página las fotografías del “fusilamiento” y comentó favorablemente el hecho (“Desaparición de un estorbo”). El Ayuntamiento de Getafe, en decisión refrendada por el Gobierno de la República, cambió el nombre Cerro de los Ángeles por el de “Cerro Rojo”, nombre que conservó hasta el final de la Guerra Civil.