Sábado, 09 de noviembre de 2024

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El gobierno Obama y la castidad juvenil

por Alberto Royo Mejia

Después de una semana de vacaciones y gracias a ellas de alejamiento del Internet y otros medios cibernéticos, la vuelta a casa conlleva ponerse al día en las noticias que han ocurrido durante la ausencia. Y entre esas noticias llama la atención una que viene de los Estados Unidos, tomada de Lifenews.com, y que se puede resumir en los siguiente: Resulta que el gobierno Obama, a través de uno de sus departamentos, concretamente el Administration for Children and Families (ACF), había realizado una encuesta entre adolescentes y sus padres por todo el país, preguntándoles acerca del diálogo entre padres e hijos acerca del sexo y el modo cómo los jóvenes ven dicha realidad.

 

Hasta aquí, algo más o menos normal en esta sociedad en la que se hacen encuestas prácticamente sobre todo. Lo que no fue normal es lo que pasó después. En la rueda de prensa para la presentación de los resultados de la encuesta, se estaban diciendo una serie de generalidades insulsas como la importancia del diálogo, el influjo de los amigos en la actitud de los adolescentes, etc., cuando una experta en temas de adolescentes, Lisa Rue, vino a acusar a la administración de estar contando milongas sobre la encuesta y no decir toda la verdad de los resultados.

 

La que se armó fue gorda y esto provocó que llovieran peticiones al gobierno basadas en lo que ellos llaman Freedom of Information Act (FOIA), para que se publicasen los resultados completos de la encuesta. Lo curioso del caso es que el gobierno se resistió a hacerlo, pero todavía más curioso es lo que se publicó cuando al final el gobierno cedió: ¿Algo relacionado con la seguridad nacional o similares? Obviamente no, sino algo tan sencillo como el hecho que más del 70 por ciento de los padres -y los adolescentes, he aquí lo gordo- veían la castidad y la continencia hasta el matrimonio como el mejor modo de vivir la sexualidad juvenil.

 

A nadie se le oculta que en Estados Unidos el movimiento por la castidad juvenil es muy fuerte y está dando frutos. Ya hace unos años, cuando yo vivía en aquel país, recuerdo otra encuesta hecha en los institutos públicos de enseñanza en la que la mayoría de los estudiantes pedían que se les enseñase cómo vivir la castidad juvenil, algo que les resultaba novedoso. El desastre familiar de aquellas tierras, el influjo de grupos religiosos, entre ellos la Iglesia, y la saciedad de unos valores que no les hacen felices, lleva a los jóvenes a buscar algo diferente.

 

Lo curioso es el afán del gobierno Obama por cubrir estos resultados, cuando en principio a un gobierno, puestos a malas, le debería dar igual la vida sexual de sus adolescentes, tanto como el saber si les gusta comer carne o prefieren el pescado, mientras no transmitan enfermedades o se dañen la salud. Puestos a buenas, la castidad juvenil es siempre un valor altamente positivo que conviene promover, pero está claro que al gobierno del sr. Obama no le parece que sea así ¿Porqué? A mí se me ocurren varias respuestas.

 

La primera es que la castidad juvenil no da dinero, es gratis: Conocido es el interés de las empresas farmacéuticas por el uso de los preservativos y anticonceptivos, que les producen pingues beneficios. Está claro que si los jóvenes se dedican a vivir la castidad, esos beneficios se reducen. Por otro lado, las multinacionales de clínicas abortistas tendrían que cerrar algunas sucursales si cundiese la castidad entre los jóvenes. Teniendo en cuenta el papel importante que las empresas farmacéuticas tienen en las campañas electorales y financiación de los gobiernos americanos, se entiende por dónde pueden ir los tiros; y si añadimos el manifiesto cariño de Obama, Hilary Clinton y compañía a las empresas de clínicas abortivas como Planned Parenthood, se puede entender algo más.

 

Por otra parte, la castidad no es progre, sino algo que muchos consideran reaccionario, carca, y en un país que promovió la revolución sexual y la exportó al mundo entero, el que los jóvenes ahora se rían de dicha revolución y quieran lo de toda la vida, es como una bofetada ideológica y ética para aquel país en el que los que gobiernan se consideran defensores acérrimos del progresismo.

 

Les salió mal la jugada a los del gobierno americano y todo el mundo se enteró de la engañifa, con el consiguiente enfado de muchos que se hallan en el campo de la educación, pues al esconder el gobierno lo que los jóvenes buscan, se hace más difícil educarlos. También sociólogos han criticado al gobierno por ocultar datos que a ellos les interesan grandemente para su trabajo.

 

Anecdótico lo del gobierno -si bien sintomático de una mentalidad- e importante lo que piensan los jóvenes americanos. Quién sabe si algún día aquel país, que exportó la revolución sexual, nos exporta el amor a la castidad juvenil, que bien vendría a los adolescentes españoles…

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