Un estudio publicado el 11 de mayo en la revista médica Cureus sostiene que solo un 33% de las madres que abortan lo consideran algo "deseado", por un 67% que lo asumen como algo "incoherente con sus valores y preferencias" (43%) o directamente se entienden víctimas de una coacción (24%).

Solo ese primer tercio expresa "satisfacción" con el hecho de haber abortado, mientras que el resto (dos tercios) experimentaron consecuencias emocionales negativas con eventuales problemas de salud mental. De hecho, el 60% de las mujeres que abortaron manifestaron que "habrían preferido dar a luz si hubiesen recibido mayor apoyo de los demás o una mayor seguridad económica".

Resultados más precisos

Este estudio de David C. Rardon (del Instituto Elliot de St Peters, Missouri), Katherine A. Rafferty (de la Universidad de Iowa en Aimes) y Tessa Longbons (del Instituto Charlotte Lozier de Arlington, Virginia), expertos en salud pública y psicología del embarazo y de su pérdida, tiene un precedente en el de dos de ellos, Rardon y Longbons, que, sobre la misma cohorte, había identificado en enero, en la misma publicación, los patrones de conducta consecuencia de esos abortos no deseados.

A saber: "Más emociones negativas; más alteraciones en la vida diaria, en el trabajo o en las relaciones; más pensamientos, sueños o evocaciones del aborto; sentimientos más frecuentes de pérdida, dolor o tristeza por el aborto; mayor conflicto moral y maternal sobre la decisión de abortar; un deterioro generalizado de la salud mental que ellas atribuían al aborto; un mayor deseo o necesidad de ayuda para soportar los sentimientos negativos sobre el aborto".

Estos estudios afirman contrarrestar el denominado Estudio Turnaway de 2018, que habría demostrado un índice de satisfacción del 99% entre las madres que habían abortado. Un resultado cuestionado por la baja participación en la encuesta (31%) y la poca matización en la expresión de la satisfacción por la decisión tomada.

Según el tipo de decisión tomada (deseada, incoherente, no deseada, coaccionada), se ve en el diagrama creado por los autores que el aborto solo obtiene una consideración satisfactoria en el 24% de madres que abortan con la convicción de que es la decisión correcta.

De ahí que ambos estudios, realizados sobre 1000  mujeres entre 41 y 45 años, de las cuales aproximadamente una cuarta parte tenían historial de aborto provocado (una proporción similar a la media nacional), introdujesen once escalas para determinar con precisión la presión sufrida para abortar y sus consecuencias. Obtuvieron un 91% de participación, tres veces superior a la del Estudio Turnaway.

Una epidemia oculta

Estos estudios confirman que, si bien "frecuentemente la reacciones positivas y negativas coexisten", "la epidemia oculta de abortos no deseados es real y mucho mayor de lo que la gente imagina", afirma Reardon. Y añadió que "debemos descartar la peligrosa suposición de que la 'libertad de decisión [choice]' refleja la realidad de lo que experimenta la mayoría de mujeres con el aborto": la realidad es que "solo una minoría de los abortos son decididos libremente y sin presiones externas". 

Según Longbons, la creciente difusión de la píldora abortiva ha limitado, paradójicamente, la libertad de elección de la madre porque "es más fácil que nunca forzar a mujeres y niñas que no quieren hacerlo", y además se añade "la angustia de ver claramente el cuerpo humano de sus hijos" al expulsarlo. 

"El aborto no empodera a las mujeres", sostiene Tessa Longbons en un artículo que recoge el Instituto Charlotte Lozier: "Es todo lo contrario, la industria del aborto capacita y colabora con quienes quieren controlar a las mujeres. Esta coacción tiene duraderas repercusiones sobre la salud mental, y ahora que la FDA [Food and Drug Administration: las autoridades alimentarias y sanitarias de Estados Unidos] permiten que se dispense la píldora abortiva sin que la mujer haya ni siquiera visto a un médico, el problema de coacción de la industria del aborto no puede más que empeorar".

"Las mujeres merecen estar plenamente informadas", concluye, "y merecen algo mejor que el aborto".