Le habían operado con éxito de su trasplante de pulmón y estaba lleno de gratitud para con los médicos, enfermeras y todo el personal de la 4ª planta. Después de algunos días en la UCI aún le quedaban unas cuantas semanas de estancia en el hospital. Alberto es un hombre que ronda los sesenta, aunque aparenta poco más de cincuenta. Es gerente de su empresa, va con un ordenador portátil y no deja de enviar correos desde su habitación-oficina.

—¿Dónde está la capilla? —preguntó el primer día a una enfermera, ya en planta, esperando poder dedicar algún tiempo a visitarla y a asistir a alguna de las celebraciones.

—Es que no hay capilla —fue la respuesta que obtuvo. Escueta y rotunda.

—¿Me está diciendo que en un edificio con diez plantas y unas 600 camas no hay capilla?

—Pues sí. Me temo que la cerraron hace ya unos años y la sustituyeron por un auditorio. De los tres oratorios que había —uno en cada centro hospitalario—, sólo dejaron uno. Se encuentra en el hospital de Traumatología, inaccesible para ti y para todos los enfermos del hospital general. Tendrías que salir al exterior en pijama y subir la cuesta con el portasueros y la bomba de infusión sorteando los pasillos y las ambulancias de Urgencias. Es como el París-Dakar, pero sin metas de avituallamiento.

—¡Vaya por Dios! ¡Qué pena!

Pero nuestro hombre no es de los que se conforman y no se implican. Él sabe lo que significa luchar por vivir y por sacar adelante a su familia. Esta vida, que de nuevo le sonríe radiante, le ha enseñado que todo es posible si se tiene claro cuál es el fin y se persigue tenazmente. Enseguida replica:

—¿Y no podríamos recoger firmas entre los pacientes de la planta y los médicos y enfermeras? ¿Habría algún inconveniente?

La respuesta nos la podemos imaginar: ¿Qué puede haber más digno de elogio que un enfermo inicie una campaña para que se respete uno de los derechos fundamentales que asiste a todo hombre: el de la libertad religiosa?

Y ahí empezó todo. Un año después, Alberto está en su Zaragoza y continúa su lucha decidida por la vida. Desde allí sigue de cerca el crecimiento de esta campaña de firmas que él mismo inspiró. Cerca de 1.500 personas ya lo han hecho, y otros muchos pacientes están contribuyendo a que este gran hospital, el más grande de Cataluña, respete y facilite a los creyentes un lugar de oración.


La realidad de la asistencia religiosa en este hospital no deja opción a las dudas. A pesar de la escasa asistencia religiosa en la diócesis de Barcelona, se diría que el dolor y la enfermedad facilitan el encuentro con Dios para muchos. En el año 2012 el equipo de sacerdotes y seglares del servicio religioso del hospital, que consta de seis personas (cuatro de ellas sacerdotes), llevó a 2.000 personas los sacramentos y acompañó a otras 4.000 más en el duelo, la oración y el apoyo humano y espiritual.


Se atiende una media de 20-25 personas diarias en un horario que no tiene límites, pues están las 24 horas con el "busca" encendido. Muchos pacientes han asistido ya a las misas de cada día. En total, son cerca de 10.000 las personas que han estado en contacto con este servicio religioso que actúa en silencio pero de manera continua, lo mismo que el hospital: todo el día, todos los días y a todas horas.

Puede que esta labor no resulte especialmente llamativa, ni sea muy apreciada por quienes se dedican a recortar derechos, pero los pacientes y el personal sanitario sí reconoce esa labor, y que la apoya de forma casi unánime queda evidenciado por las firmas de todos ellos que ya se han recogido.

No se pretende otra cosa que salvaguardar el derecho del paciente a ser atendido integralmente, lo cual incluye su dimensión espiritual y las necesidades que conlleva. No se trata de incrementar gastos, como algunos pueden llegar a temer, sino de facilitar un lugar como el que ya existía antes, donde las personas afectadas por el dolor y la enfermedad puedan orar y tener este encuentro íntimo con Dios.

Miles de personas acuden a ellos cada año. Son las más débiles, las que más lo necesitan. Qué fácil sería oír su voz e implicarse. Veremos hasta qué punto se es capaz de escuchar. Esperemos que sea un cambio hacia el progreso y la verdadera humanización del hospital de la Vall D´Hebron y de los servicios sanitarios en toda Cataluña.

Para firmar la petición puede hacerlo AQUÍ