Rosa Pich-Aguilera, barcelonesa, ha dado a luz a 18 hijos. Ella es la novena de una familia de 16 hermanos. Su marido, José María Postigo, "Chema" para todo el mundo, es el séptimo entre 14 hermanos.

Las familias numerosas no les asustaban y sabían como organizarse.

Ella trabaja a tiempo parcial en una empresa de marketing; él, consultor en el sector cárnico. Y a veces, a fin de mes, tienen la nevera vacía. Pero lo que nunca falta en casa es la alegría.

Los Postigo-Pich son la familia escolarizada más numerosa de España.

Son católicos entusiastas y "gestores de caos". Se han forjado en el realismo que da la enfermedad y el saberse en las manos de Dios.




Su primera hija, Carmen, murió en verano de 2012, con 22 años. Una pérdida dura, pero según los médicos, cuando nació, le daban 3 años de vida. Rosa lo cuenta así a TeInteresa: “A las pocas horas de nacer tuvieron que llevársela de nuestro lado porque había nacido con una cardiopatía muy severa y debían trasladarla a un hospital con más medios técnicos. Esos primeros días los médicos nos avisaron de que no viviría más de tres años, pero gracias a Dios, con operaciones y marcapasos vivió hasta los 22”, cuenta la madre.

Ya graduada y con un master, el 1 de junio del 2012 acudió a una operación rutinaria de cambio de marcapasos. Su madre le dio un beso, la dejó en el quirófano, se fue a una reunión... y a media mañana Chema le llamaba para explicar que las venas de la joven estaban fallando. Murió 3 días después.

Rosa y Chema habían perdido muchos años antes otros dos hijos, el segundo y tercero: Javi murió con un año y medio; Montse, a los 10 días de nacer.

Enterramos a dos niños en cuatro meses”, recuerda Rosa. Ellos querían una familia numerosa y ahora muchos les decían que no tuvieran hijos, que nacían con enfermedades del corazón. Pero no se desanimaron.

"Nos liamos la manta a la cabeza y a día de hoy viven quince hijos. Es verdad que tres tienen algún problema de corazón aún, que estamos pendientes de operaciones, pero viven y están todos escolarizados, así que muy contentos”, señala Rosa.



Esa "manta" liada a la cabeza, como en el atavío de los bandoleros clásicos del siglo XIX, es la fe.

Tengo una fe vivida, gracias a Dios, porque si no, no hubiésemos podido soportar la muerte de estos dos hijos en cuatro meses. La gente me decía, ‘Rosa, ¿pero no te tirarías por la ventana?’. Pues sí, si no hubiéramos tenido esta fe me hubiera suicidado, pero gracias a Dios que la tengo”.


Ahora Rosa ha escrito un libro con la idea de ayudar a muchas familias, pero no necesariamente a familias numerosas, sino a cualquier pareja que cometa la audacia de casarse. El libro se llama "Cómo ser feliz con 1,2,3... hijos?" (Ed. Palabra). Y explica que el gran secreto no es la organización, ni el entusiasmo. Es el amor entre los esposos.

"El secreto para cualquier familia es que los esposos se quieran por encima de todo; eso da seguridad a los hijos y te ahorra muchos problemas", explica a Darío Chimeno en el número de diciembre de la revista Mundo Cristiano. Por eso, uno de los capítulos se titula "Primero papá, primero mamá".

Rosa escribió el libro al darse cuenta de que, por un lado, muchas personas les preguntaban "¿y cómo os organizáis, cómo vivís?"; por otro lado, a un nivel más formal se daba cuenta de que hablaba de esto en congresos sobre vida familiar en diversos países. Decidió que escribir un libro era la forma más cómoda y eficaz de compartir su "know-how", mejor que viajar por congresos. 



"Hoy en día los padres hacen carrera universitaria y un master, saben mucho de su trabajo pero de lo de ser padre y madre… pues no, y esto se aprende siendo padre y madre. Pero si tienes un libro de una persona que ha pasado por la experiencia de 18 hijos, te ayuda mucho más”, explicaba a TeInteresa.

“Es un manual de cómo ser feliz basado en el día a día, probado, ya que yo creo que lo he aprendido de mis abuelos, en casa de mis padres… La gente busca la felicidad y no la encuentra. Yo creo que tenemos que aprender que la felicidad está en ese desayuno con tus hijos, en el que se cae el agua, o la leche, y discuten por la última loncha de jamón que luego tienen que repartir entre quince…".


¿Y lo de la organización? Pues algo hay, por supuesto. Es inevitable en una familia que en algunos meses ha llegado a consumir 1.300 galletas y hasta 240 litros de leche. Algunas medidas:

1) "Lo que hay es lo que hay, y si se ha gastado, pues se ha gastado. Lo que no vamos a hacer es ir a la compra a buscar el jamón dulce para el bocadillo del niño. Tiraremos de lata de paté, de lata de atún, o de lo que sea…”.

2) Productos "festivos", no: ni Cola Cao, ni Nocilla, ni coca-cola... Resultado: los niños, cuando son invitados a fiestas de amigos, disfrutan de esos productos más que nadie: "Siempre me cuentan, ‘¡mamá, no sabes lo que hemos comido!’. Ellos están felices”.

3) A partir de los 14 años, Rosa y Chema ‘cierran el grifo’ a sus hijos. “No les pago nada. Cada uno se gana su dinero de bolsillo. Durante el curso suelen realizar algunos pequeños trabajos como llevar niños a sus casas porque las madres no pueden, hacen de babysitter, dan clases particulares, o entrenan al equipo de fútbol de los pequeños del cole, y así tienen su dinero para comprarse sus caprichos”.

4) Asamblea familiar de inicio de curso: todos reunidos, con papel y lápiz se apunta qué tareas de la casa tocan a cada uno ese año... “La casa es de todos, y entre todos la cuidamos”

5) Las reuniones de "¿en qué tengo que mejorar?". Se juntan todos una vez en invierno y otra en verano y se marca un objetivo de mejora para cada uno. Por ejemplo, Rosa, que como madre ya tiene 15 hijos a los que mandar, tiene como objetivo no ser "mandona" con su marido. El llorón, que llore sólo una vez al día. La seria, que sonría más.

6) Comer en familia, una fuente de felicidad. “Es cada día, es una rutina, pero es cuando nos encontramos todos, alrededor de la mesa, en el que nos miramos cada uno a los ojos y yo puedo saber si mis hijos están contentos, si tienen algún problema… Es un momento muy íntimo en el que estamos todos juntos, no cogemos el teléfono y la televisión es un intruso”.

7) Tener claro que quien educa son los padres, no el Estado. Por eso Rosa anima a colaborar siempre con asociaciones de padres afines, colegios con un ideario afín a la familia, etc... Pide "hacer equipo con otros padres".

8) Marcarse objetivos de superación: "si no avanzas, vas para atrás; siempre hay que tener metas, y cuando ya lo has conseguido, hay que ir a por otra... No podemos dormirnos, siempre podemos ir mejorando".



"Hay que tener mucha ilusión y ganas de luchar, y no olvidar que te desgastarás cada día para que los demás vivan más, pero esto da la felicidad que tanto ansía la gente", asegura Rosa.

Y es que por eso el libro se llama "Como ser feliz", porque de eso se trata... "Toda la vida es una lucha feliz por los demás, para servirlos y así ser feliz", añade esta madre animosa.