La Santa Sede y la República de Myanmar han acordado establecer relaciones diplomáticas plenas: de ahora en adelante habrá un nuncio apostólico en el país del sudeste asiático y en Roma un embajador birmano. El anuncio ha sido hecho por el Vaticanodespués del encuentro privado que el Papa tuvo con Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991, y que acudió en calidad de ministra de Exteriores de Myanmar.

Hasta ahora la Santa Sede tenía un delegado apostólico en Myanmar, residente en Tailandia. Aung San Suu Kyi, icono de la libertad en el país tras pasar mucho tiempo en arresto domiciliario durante la dictadura, ya se había encontrado con el Papa Francisco pocos días después de su elección como Pontífice en 2013.


Según informa AsiaNews, la petición del Vaticano de establecer relaciones diplomáticas con el país del sudeste asiático se aceleró en 2015 cuando en Myanmar fue elegido el primer presidente civil después de 50 años de dictadura militar.

Las tareas de Aung San Suu Kyi y de su gobierno son enormes: levantar la economía, hasta ahora controlada por los militares; hacer llegar el desarrollo a muchas partes de la población que sufren tanta miseria; reconciliar a la población y a las distintas etnias después de años de guerra.

Entre los problemas está el del status de los Rohingya, población migrante bengalí e islámica, residente en Myanmar desde tiempos del imperio británico, a la cual se les niega la ciudadanía. Diversas organizaciones internacionales han criticado a Aung San Suu Kyi  por no afrontar el problema Rohingya. También el Papa Francisco en diversas audiencias y discursos alentó a la comunidad internacional a encontrar una solución digna para la población musulmana.


Entre las personalidades presentes en el encuentro entre el Pontífice y Aung San Suu Kyi estaba presente también el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon y amigo personal de la  ministra. En los días pasados el purpurado participó en la primera conferencia interreligiosa de paz en Yangon. Para el purpurado, la Iglesia católica en Myanmar puede ser un motor para “construir la nación a través de la paz y de la reconciliación, el desarrollo humano, la educación y la afirmación de los derechos de las poblaciones indígenas”.

El encuentro de hoy con el Papa es una señal importante de reconocimiento del rol de la Iglesia también en el plano social, de la transparencia y de la lucha contra la corrupción, para contribuir en el reforzar el proceso de democratización del país. El encuentro es también una importante señal a los militares, que en alguna áreas del país han alimentado la violencia contra los cristianos. Más el país es inestable y más lo militares pueden mantener intacto el propio poder, ya sea político como económico, porque en este modo son la aguja de la balanza en las elecciones de gobierno”.