El matrimonio, la conversión a otra fe o a un culto distinto de aquel de nacimiento y el derecho al voto -también para los líderes religiosos, sean éstos budistas, cristianos, musulmanes o hindúes- son derechos inviolables de la persona y del ciudadano. 

Es lo que afirma a AsiaNews, Charles Bo, arzobispo de Yangún (Myanmar, antigua Birmania) que subraya con fuerza el valor y la importancia de los derechos civiles en una sociedad democrática. El 90 por ciento de la población de Myanmar es budista.


En los días pasados los líderes de las principales religiones se reunieron en la capital comercial de Myanmar, para un encuentro público sobre el tema "Las raíces religiosas de la armonía social", a menos de una semana de los nuevos episodios de violencia interconfesional, en el oeste de Birmania.

A la conferencia se han adherido un centenar de personas, entre los cuales el mismo U Wirathu, jefe del controvertido "969 Movement", responsable según los críticos de fomentar odio y división contra la minoría musulmana.

En este período caracterizado por contrastes y divisiones por un lado, pero también por el intento de reconstruir y tratar de hacer convivir de manera armónica las diversas almas de la nación. El arzobispo de Yangún enumera tres temas esenciales para una verdadera pacificación: matrimonios, libertad de culto y derecho al voto.


"En tema de matrimonios cada hombre y cada mujer deben ser libres de casarse son personas de cualquier religión",
explica Bo. Él reconoce que es típico de la "cultura" birmana tratar de satisfacer las expectativas de los padres, pero esto no debe incidir en la elección del cónyuge, porque "nadie, ni siquiera los padres deben impedir u obligar por la fuerza" a los hijos a una unión no deseada.

"Los líderes religiosos tienen la tarea de ser guías de los cónyuges y celebrar los ritos según la fe de cada uno", añade. Y en el caso de los matrimonios mixtos es necesario "un esfuerzo común" de las respectivas guías para que sean celebrados por ambos ritos.

En lo que se refiere a las conversiones a otra religión, para el prelado se debe tratar de "una libre decisión" de la "persona interesada". "Nadie puede forzar a otro a cambiar religión, así como cada uno debe sentirse libre absolutamente de convertirse o permanecer en la religión de pertenencia". Y lo mismo vale, concluye, por lo que se refiere a la elección de "no profesar una religión o declararse ateo".


Al final el tema del derecho al voto, que debe ser característica de "todo ciudadano". Bo quiere agregar que "todos los líderes religiosos deberían tener la posibilidad de votar" en Myanmar, así como sucede "en muchas partes del mundo". Monjes y monjas budistas, obispos, sacerdotes e imán musulmanes "deberían poder votar", porque además de ser guías espirituales y representantes de una fe específica, son al mismo tiempo ciudadanos.

Myanmar es una nación caracterizada por fuertes contrastes, sobre todo entre la mayoría budista y la minoría musulmana. Fueron de los últimos días pasados los focos de violencia en Myanmar, concentrados en el Estado occidental de Rakhine, donde se registró un ataque a un pueblo musulmán; también existe una campaña de un grupo de monjes para la aprobación de una ley parlamentaria que limita los matrimonios mixtos.


Son elementos que no favorecen la integración y la armonía en un país donde es fuerte el componente minoritario, tanto a nivel étnico cuanto sobre el plano confesional. Y la coexistencia entre estas almas es esencial para el desarrollo futuro de la nación.

Desde junio de 2012 el Estado occidental de Rakhine es escenario de enfrentamientos violentísimos entre budistas birmanos y musulmanes Rohingya (800 mil en todo Myanmar), que han causado al menos 200 muertos y 200.000 evacuados. Para el movimiento activista en los EEUU Human Rights Watch (Hrw), en la zona se está realizando una verdadera "limpieza étnica" por parte de las autoridades. El gobierno birmano considera a la minoría musulmana como emigrantes irregulares que provienen del vecino Bangladesh.