El Papa ha firmado este jueves los decretos promulgados por la Congregación para las Causas de los Santos que reconocen, entre otros, las virtudes heroicas del cardenal vietnamita Van Thuan y a la laica española del Opus Dei, Guadalupe Ortiz de Landázuri, por lo que pasan a ser considerados “venerables”.

De este modo, ambos avanzan en su camino hacia la santidad, que muchos ya acreditaban en vida.

El cardenal Van Thuan (1928-2002) fue detenido tras ser nombrado obispo coadjutor de Saigon por Pablo VI justo cuando Vietnam cayó en manos comunistas. Fue encarcelado y pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en régimen de aislamiento.

Lejos de perder la fe, su estancia en prisión hizo que aumentara. Recitaba los pasajes bíblicos de memoria y celebraba misa utilizando sus manos como altar con gotas de vino y pequeños trozos de pan que conseguían hacerle llegar a la celda.


El entonces obispo Van Thuan, en una foto tomada en prisión

Tras vivir en condiciones infrahumanas fue puesto en libertad y expulsado del país. Así fue como llegó a Roma y el Papa Juan Pablo II le eligió para que predicase los ejercicios espirituales a la Curia Romana, le nombró responsable del Pontificio Consejo Justicia y Paz y le creó cardenal.  Además, puso en marcha en 199 la preparación del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.

Su testimonio de lo que vivió en prisión y cómo experimentó el encuentro con el Señor en esas circunstancias impresionaron a decenas de miles de personas, entre ellas al propio Juan Pablo II.



Para conocer mejor la vida del ahora “venerable” cardenal Van Thuan, la periodista Teresa Gutiérrez de Cabiedes publicó recientemente en la editorial Ciudad Nueva una novela que recoge la historia real de este cardenal vietnamita, encarcelado por las autoridades comunistas. Su título es Van Thuan: libre entre rejas y lo puede adquirir aquí.


Por su parte, Guadalupe Ortiz (19161975) fue una incansable evangelizadora que expandió la palabra de Dios y el carisma del Opus Dei por España y por todo el mundo. El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz ha declarado este jueves que la “alegría es un rasgo central de la vida de Guadalupe. Irradiaba alegría cristiana en las distintas ocupaciones de su vida: como química, en las tareas del hogar, en la enseñanza y en la extensa e intensa dedicación apostólica que desplegó en España, México e Italia”.



Añadía el prelado que “el ejemplo de Guadalupe nos recuerda que, cuando Dios llama a la santidad, hasta las cosas más ordinarias adquieren un horizonte amplio y bello, y son motivo para acercar a muchas personas a la felicidad de la unión con Dios”.

En una entrevista, el postulador de la causa, el sacerdote Antonio Rodríguez de Rivera, definía a Guadalupe como «una mujer enamorada de Dios, llena de fe y de esperanza, que con su trabajo y optimismo, ayudó a los demás en sus necesidades espirituales y materiales. Era manifiesta la alegría que impregnaba todo su que hacer, también ante situaciones más difíciles”.