Que la Madre de Jesús, nos ayude a “redescubrir con fe la belleza y la riqueza” de la Eucaristía, del matrimonio y de los otros Sacramentos, que “hacen presente el amor fiel de Dios para con nosotros”, deseó el Papa Francisco introduciendo el rezo del Ángelus dominical.

Con la narración evangélica que presenta el milagro de las bodas de Caná (el evangelio de la Misa de este domingo), en el que María le hace notar a Jesús que falta el vino, el Obispo de Roma hizo hincapié en que en ese milagro se percibe un signo de la bendición de Dios sobre el matrimonio. Y que el amor entre hombre y mujer es un buen camino para vivir el Evangelio y encaminarse hacia la santidad.

Pero el milagro de Caná no se refiere solo a los esposos, destacó el Papa, añadiendo luego que toda persona humana está llamada a encontrar al Señor en su vida y que “Jesús se presenta como Salvador de la humanidad, como hermano mayor, Hijo del Padre”.

Tras recordar que “Jesús nos busca y nos invita hacerle espacio en lo íntimo de nuestro corazón”, y que “en este camino de fe con Él no se nos deja solos: Hemos recibido el don de la Sangre de Cristo”, el Santo Padre señaló que “las grandes tinajas de piedra que Jesús hace llenar de agua para cambiarla en vino son signo del pasaje de la antigua a la nueva alianza: en lugar del agua usada para la purificación ritual, hemos recibido la Sangre de Jesús, derramada de modo sacramental en la Eucaristía y de modo cruento en la Pasión y en la Cruz. Los Sacramentos, que manan del Misterio pascual, infunden en nosotros la fuerza sobrenatural y nos permiten saborear la misericordia infinita de Dios”.