El Papa Francisco ha canonizado este martes al jesuita Pedro Fabro, uno de los primeros compañeros de Ignacio de Loyola y primer sacerdote de la Compañía de Jesús, durante una audiencia privada con el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, en la que el Pontífice ha dado la bienvenida al informe por el que se extiende a la Iglesia universal el culto litúrgico en honor del beato Pedro Fabro, al inscribirle en el catálogo de los santos.

Se trata de una canonización llamada "equivalente" según la cual el Papa, por la autoridad que le compete, extiende a la iglesia universal el culto y la celebración litúrgica de un santo, una vez que se comprueban ciertas condiciones precisadas por el Papa Benedicto XIV (16751758) y sin necesidad de que exista un segundo milagro, según ha informado a Europa Press la Compañía de Jesús.


Esta praxis ya ha sido utilizada
por el Papa Francisco para la canonización de la beata Ángela de Foligno el 9 de octubre pasado, y por su predecesores Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan XXIII y otros.

Pedro Fabro (Pierre Favre) nació en la Alta Saboya (Francia) en 1506 y murió en Roma (Italia) en 1546, cuando se dirigía a asistir al Concilio de Trento. En septiembre de 1872 fue proclamado beato por Pío IX.


Hijo de pastores de la Saboya, su gran capacidad intelectual y deseos de estudiar le llevaron hasta París, donde conoció a Francisco Javier y a Ignacio de Loyola, con los que compartió habitación. Ignacio le ayudó a superar sus dudas y a crecer espiritualmente, hasta que fue ordenado sacerdote en 1534. Además, formó parte del grupo de los seis primeros compañeros de Ignacio que, ese mismo año en Montmartre hicieron votos de pobreza, castidad y de trabajar en Tierra Santa.

A lo largo de sus 40 años de vida, su actividad fue intensa y recorrió gran parte de Europa respondiendo a las misiones a las que fue enviado: profesor de Teología y Sagrada Escritura en Roma, en Worms y Ratisbona, participante en los diálogos entre católicos y protestantes, asistente del nuncio Papal en Alemania y profesor en la Universidad de Mainz. También trabajó para la extensión de la Compañía de Jesús en Alemania, Países Bajos y España.





Fabro es considerado como un precursor del ecumenismo por el modo en que afrontó un tiempo en que la Iglesia sufrió grandes desafíos y disputas doctrinales. Su testimonio es el de "un auténtico contemplativo en acción", por su "incansable actividad" y su "gran capacidad de comunicación espiritual con las personas". Todo ello se refleja en su Memorial o Diario Espiritual, escrito principalmente entre 1541 y 1545 en el que recoge sus experiencias.

La canonización del Beato Pedro Fabro tiene un significado particular porque es "un modelo de espiritualidad y de vida sacerdotal para el actual Pontífice", y al mismo tiempo "un punto de referencia importante para comprender su estilo de gobierno", según precisa la Compañía.


Precisamente, el Papa Francisco, en la entrevista a diversas publicaciones de la Compañía de Jesús, se refirió a Pedro Fabro como uno de los jesuitas que más le han impresionado y que constituyen para él un verdadero modelo de vida. El Papa ha destacado de Fabro "el diálogo con todos, aun con los más lejanos y con los adversarios; su piedad sencilla, una cierta ingenuidad, su disponibilidad inmediata, su atento discernimiento interior, y el ser un hombre de grandes y fuertes decisiones que hacía compatible con el ser dulce".

Según indica la Compañía de Jesús, el testimonio de Pedro Fabro es "ejemplo de sacerdocio para hoy, el del sacerdote que no es funcionario sino pastor, como ha pedido recientemente el Papa Francisco".