El Aula Pablo VI se llenó este viernes de niños y jóvenes de colegios jesuitas, que se reunieron con el Papa Francisco. Le recibieron con cantos, coros y aplausos y le preguntaron lo que más les preocupaba. Fue un encuentro muy distendido en el que el Papa les contestó con gran espontaneidad.

Francisco hizo una intensa reflexión sobre el sentido de la educación en la Compañía de Jesús, que se basa en “ser magnánimos, y en tener un corazón grande”.

Uno de los profesores le preguntó por qué decidió ser jesuita: "Lo que me ha dado fuerza para hacerme jesuita es el sentido de ser misionero. Salir fuera, ir de misiones, anunciar a Jesucristo, y creo que esto es precisamente nuestra espiritualidad. Salir fuera siempre a anunciar a Jesucristo y no permanecer quietos en las estructuras, que tantas veces son estructuras viejas”.

Eran miles de niños de colegios de Italia y Albania. Varios de ellos se acercaron para hacerle preguntas improvisadas, algunas muy curiosas. Una niña le preguntó si siempre quiso ser Papa: "¡Pero tú sabes que una persona que quiere ser Papa, es una persona que no se quiere tanto a sí mismo, Dios no lo bendice! Yo no he querido ser Papa”, le explicó

“¿Cómo fue, cuando decidió ser, no Papa, sino párroco, cuando decidió ser jesuita? ¿No fue difícil abandonar o dejar la familia, los amigos?”, fue otra de las cuestiones planteadas: "Escucha, siempre ha sido algo difícil, ha sido difícil para mí, no ha sido fácil. Pero ha momento muy bonitos, y Jesús te ayuda y te da alegría, pero hay momentos difíciles en los que te sientes sólo, sin alegría. Hay momentos de oscuridad interior, hay dificultad pero es bonito seguir a Jesús, ir por su camino. Haces un balance y vas hacia adelante, y después llegan los momentos más bonitos”.

Además de regalarle al Papa Francisco su espontaneidad y alegría, le llevaron cartas, dibujos y hasta una oveja que el Papa recibió con sorpresa y mucho cariño.