«Pienso con dolor en los consagrados que no son fecundos, que son solterones; conserven la inquietud espiritual, la inquietud de anunciar al Señor con valentía y de ir hacia el otro, del amor hacia cada hermano y hermana».

Lo dijo el Papa Francisco al invitar a seguir el ejemplo de la «inquietud» y de la «fecundidad pastoral» que representa San Agustín, durante la misa reservada a los padres de la orden en ocasión de la apertura de su 184 capítulo general en la basílica de San Agustín en Roma. 


Reflexionando sobre la figura de Santa Mónica, madre de Agustín, Bergoglio observó: «¿Cuántas madres hoy derraman lágrimas para que sus hijos vuelvan a Cristo? No pierdan la esperanza de la gracia de Dios».

«No es posible que un hijo de tantas lágrimas perezca –añadió Francisco. El mismo San Agustín, después de la conversión y al dirigirse hacia Dios, escribió: “Por amor mío lloraba ante ti mi madre, completamente fiel y derramando más lágrimas de las que derraman las madres por la muerte del hijo. Esta mujer es inquieta, pero lo que ella lloraba, Dios lo había dado abundantemente”».


En la homilía, el Papa Francisco advirtió sobre la mundanidad espiritual, por lo que invitó a «no dejarse fascinar por la mundanidad espiritual y del carrerismo».

«La mundanidad espiritual –advirtió Jorge Mario Bergoglio– impulsa a hacer todo por amos propio, por intereses personales, por carrerismo».

El Pontífice insistió en que hay que tener cuidado ante el peligro de «acomodarse en la propia vida cristiana, en la vida sacerdotal, en la vida religiosa y también en la vida comunitaria», en lugar de sentir «la fuerza de la inquietud por Dios, por su Palabra», que impulsa a «salir hacia el rebaño», a «salir hacia los demás».