La Traslación de San Gregorio Nacianceno. 11 de junio.

El cuidado y la veneración de las reliquias en ocasiones suelen verse como elementos ajenos a la fe cristiana, incorporados a la devoción a lo largo de los siglos, sin que forme parte de la tradición apostólica. Nada más lejano de la realidad. Los cuerpos de los Apóstoles ya fueron sepultados con dignidad y veneración. El del protomártir San Esteban igualmente. A los primeros cristianos ya se les ve recogiendo los cuerpos, sangre y paños empapados en esta, de sus mártires. Los sepulcros de los mártires en las catacumbas se convierten en sitios de reunión y veneración. Sobre ellos se celebra el santo Sacrificio del altar. San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias), por ejemplo, las visitaba todos los domingos cuando estaba en Roma. Allí meditaba y oraba. También San Paulino de Nola (22 de junio), narra cómo vio el cuerpo de San Hipólito en el cementerio de Santa Ciríaca, y que allí se decía la misa, y se besaba el sepulcro especialmente cuando se recordaba el "dies Natalis" o sea, el día del nacimiento para el cielo del santo en cuestión.

Además, de otros santos se celebra la "traslación", o sea, que las reliquias se llevaban solemnemente a otro sitio donde eran veneradas públicamente. Hay que diferenciarlas de las peregrinaciones de reliquias, abundantes en otras épocas, defenestradas hace unos años y en auge desde hace unos pocos (peregrinaciones mundiales de Francisco Javier, Juan Pablo II, Teresita, Margarita María de Alacoque, o Juan Bosco). Las causas de una traslación solemne podían ser varias, como donación a una iglesia; devolución de reliquias robadas o trasladadas previamente por peligros de profanación o guerras; o traslado a un nuevo santuario o mausoleo. Las primeras que conocemos datan del siglo IV, llegada la paz de Constantino, cuando se levantan iglesias dedicadas a las memorias de algunos mártires y sus reliquias se trasladan desde las catacumbas hasta sus nuevos emplazamientos. A partir del siglo XI las traslaciones se hacen más frecuentes, algunas relacionadas con sucesos que fuerzan el traslado, como invasiones, destrucción de la iglesia que guarda las reliquias, etc. Pero también se dan a la inversa, y son las más frecuentes, o sea, cuando las reliquias regresan solemnemente a su lugar de origen.

En algunos casos la memoria de la traslación llegó a ser más importante que la memoria del "dies natalis", opacándola o suprimiéndola (San Remigio o San Fermín, ambos en este caso). En otros santos, se tomó como festividad, al ser la única o más antigua referencia de culto que se conocía (San Materno o Santa Rosa de Viterbo). Las órdenes religiosas más importantes celebran, o celebraban, traslaciones de algunos de sus santos. Los dominicos las de Santo Tomás de Aquino el 28 de enero y la de San Pedro Mártir a 4 de junio, los benedictinos la de San Benito a 11 de julio, y los Trinitarios la Traslación San Juan de Mata a 8 de mayo. Y la que hoy nos ocupa, la de:

San Gregorio Nacianceno (1, Iglesia Siria, 2; 19, traslación de las reliquias, 25, traslación de las reliquias y 30, Sinaxys de los Tres Patriarcas, de enero; 9 de mayo; 11 de junio, traslación de las reliquias, y 23 de agosto, Iglesia de Georgia), Doctor y Padre de la Iglesia falleció a finales del siglo IV, cerca de 390, luego de una vida entregada a la Iglesia y a la defensa de la ortodoxia de la fe. Fue enterrado en Nacianzo, su ciudad natal, en la misma casa donde se había retirado para dedicarse a la oración. El 19 de enero de 640 sus reliquias se trasladaron solemnemente a la iglesia y monasterio de Santa Anastasia de Constantinopla, donde las monjas de rito bizantino las veneraron durante siglos. En el siglo VIII, en plena persecución de los herejes iconoclastas, opuestos a la veneración de imágenes y reliquias, algunas monjas de Constantinopla huyeron a Roma con las preciadas reliquias para salvarlas de los ataques de los herejes, alentados por los emperadores León III y Constantino V. Las monjas las depositaron en el monasterio de benedictinas "Santa Maria in Campo Marzio". En tiempos del papa San León III (12 de junio) se llevaron a una capilla anexa al monasterio, dedicada al santo Doctor. Esta traslación se realizó a 25 de enero de un año incierto, pero siempre después del año 800. La devoción a San Gregorio fue a más con esta traslación, pues en el siglo X hallamos que el monasterio ya es llamado "de Santa María y San Gregorio" en documentos oficiales.

El 12 de febrero de 1578 el papa Gregorio XIII bendecía la primera capilla de la nueva Basílica de San Pedro, dedicándola a la Santísima Virgen, y quiso dotarla de reliquias insignes. Por ello solicitó a las monjas de Campo Marzio las santas reliquias del eximio Padre de la Iglesia, prometiéndoles dejarles el brazo. Y 3000 ducados de oro, todo sea dicho. El 11 de junio de 1580 se realizó la traslación solemne, a la que acompañaron bendiciones especiales, indulgencias, indultos a presos menores y otros beneficios. Se adornaron las calles con flores, tapices y alfombras. Gregorio XIII acompañado de todos los cardenales, salió al atrio de San Pedro a recibir las reliquias, y descubriéndose la cabeza y descalzándose, las besó. Las reliquias fueron depositadas en una urna de bronce y esta metida en un arca de madera forrada de brocado, que se introdujo en el altar de la capilla. Permanecieron sin tocarse durante 426 años hasta 2004, cuando el papa Juan Pablo II mandó abrir el altar y devolver parte de las santas reliquias a Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla. También entregó parte de las reliquias de San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal), que igualmente se veneran en dicha Basílica.


Fuente:
-"Dizionario di erudizione storico-ecclesiastica da S. Pietro sino ai nostri giorno". Volumen X. R.P. GAETANO MORONI. Venecia, 1846.
 

A 11 de junio además se celebra a San Achaz de Torhout, niño.