En los entornos católicos interesados en el ministerio de liberación, es decir, el servicio a las personas que sufren por la acción opresiva específica de lo demoníaco, se está dando un debate acerca de si los laicos pueden dirigirse directamente a los espíritus malignos y expulsarlos con una sencilla orden: “espíritu maligno, en el nombre de Jesús, yo te ordeno que te vayas y dejes en paz a este hijo de Dios”.

O bien, incluso especificando el efecto concreto que causaría el espíritu (y que lo delata):  “espíritu de tristeza (o lujuria, o vanidad), en el nombre de Jesús, yo te ordeno que te vayas de Fulanito”.
 
Cien personas entrenadas en Madrid
El pasado 26 de mayo, el sacerdote  Mathias Thelen, párroco de Saint Patrick en Brighton, de la diócesis de Lansing (EEUU) y su equipo de Encounter Ministries (encounterministries.us) celebró una oración de sanación, no litúrgica, en Madrid, en la escuela de la Plaza Madre Molas, con unos 800 participantes. (ReL lo anunció aquí).

Más de 30 personas dijeron entonces, durante esas oraciones, notar como se curaban al instante de distintas dolencias: movían cuellos, brazos o articulaciones que llevaban años sin poder usar o llenos de dolor, o se quitaban los audífonos y oían bien... En esa oración el padre Mathias guiaba a todos los asistentes para orar dando órdenes a la enfermedad: “a ti te hablo, pierna, a vosotros os hablo, huesos, cartílagos, nervios, tendones, sanaos en el nombre de Jesús”.  
 
Ese mismo día por la mañana, el padre Mathias y su equipo habían tenido una sesión de formación y entrenamiento en este tipo de oraciones con unos 100 católicos invitados, discernidos por su madurez y compromiso en la fe.

Allí les explicaron, además, que a menudo hay dolencias con un “origen espiritual” y que hay que expulsar al espíritu causante, algo que puede probar cualquier bautizado en nombre de Jesús, con un mandato breve y directo: “espíritu de sordera/depresión/insomnio, etc..., vete en nombre de Jesús”.


Laicos rezan por el padre Mathias Thelen, pidiendo el poder del Espíritu Santo para él, en un encuentro de 2017 .

¿Hablar a espíritus, aunque sea decirles "vete"?
Sin embargo, hay católicos interesados en estos temas que consideran que un laico no debe dirigirse a los demonios nunca, ni siquiera para ordenarles que se vayan, y que el laico debe limitarse a hablar solo con Dios, los ángeles y los santos, pidiéndoles su acción benéfica.  
 
En 1985, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, firmó la instrucción Inde Ab Aliquot Annis (“Sobre las normas actuales que rigen los exorcismos”). Los exorcismos propiamente dichos, y los casos de posesión propiamente dichos, quedan reservados para los sacerdotes exorcistas debidamente encargados por sus obispos.
 
Pero hay otros casos de actividad demoníaca (como la opresión y la infestación) que no son posesión ni requieren exorcismos. En su tercer párrafo la instrucción pide “para los casos en que la verdadera posesión diabólica está excluida y la influencia diabólica aún parece mostrarse de alguna forma” evitar las oraciones “que dignifican a los demonios al preguntarles directamente y tratando de conocer su identidad”.  El texto en latín pone “quarum decursu daemones directe interpellantur et eorum identitas cognoscere studetur".  (Aquí, en inglés).


El cardenal Ratzinger dejó en 1985 unas instrucciones sobre los exorcismos,  “Inde Ab Aliquot Annis”, que prohíben hacer preguntas a los demonios.

Los que defienden que los laicos pueden expulsar demonios dándoles órdenes para que se vayan dicen que la norma de 1985 lo que prohíbe es preguntar cosas a los demonios y tratar de conocer su nombre u otras cosas.
 
El padre Amorth hablaba de "no dirigirse nunca a ellos"
Parece probable que la idea de que los laicos no deberían ni siquiera dirigirse a los demonios con órdenes de expulsión viene de la popularización de libros del difunto exorcista de Roma, el padre Gabriel Amorth.
 
En su primer gran éxito editorial, "Un exorcista cuenta su historia", Amorth escribe, comentando esta carta de 1985, "esta carta avisa contra cualquier trato directo con demonios y afirma que su nombre no debe preguntarse por aquellos que no tienen facultades específicas para ello".
 
En un libro posterior (en Estados Unidos se tituló An Exorcist: More Stories) Amorth escribió: "debemos evitar dirigirnos al demonio directamente y para averiguar su nombre y, yo añado, para cualquier otra cosa.  Dejando de lado otras consideraciones, un diálogo directo con el demonio puede ser peligroso para cualquiera que ose iniciarlo sin la debida autorización de la Iglesia y, por lo tanto, sin su protección".
 
Es probable, por lo tanto, que de estos libros del padre Amorth, muy leídos, salga la convicción de que el laico no debe dirigirse al espíritu maligno para nada, aunque el documento de 1985 parece prohibir diálogos, interrogatorios, preguntas... pero no órdenes de expulsión.
 
La experiencia de 20 años con laicos
El pasado 18 de mayo, Neal Lozano, un laico que dirige el ministerio católico Unbound (www.heartofthefather.com), que lleva 20 años con este tipo de oraciones de mandato a cargo de laicos, y las ha probado con grupos en 20 países, publicó un documento de 10 páginas defendiendo su uso y argumentando su base teológica (aquí en PDF en inglés).

Neal Lozano es uno de los mayores promotores de la "palabra de mando" para expulsar espíritus en entornos católicos para laicos.

“El hecho de que los laicos puedan ordenar a los demonios que se vayan no significa que todos los laicos puedan practicar la liberación como un ministerio, no más que el hecho de que los laicos puedan enseñar no significa que todos los laicos deban enseñar. No todos tienen los dones necesarios, las habilidades, entrenamiento o madurez. Las preocupaciones pastorales que salen en varios sitios son válidas y deben tratarse con teología firme y guía que ayude”, escribe Neal Lozano. 

Lozano también niega -en virtud a su experiencia de dos décadas- que los laicos que se dediquen a esto, si cumplen las protecciones normales, vayan a sufrir más acoso de demonios de lo que sufre cualquier católico comprometido que se dedique a evangelizar.

En cualquier caso, un obispo tiene autoridad para limitar, regular o supervisar cualquiera de estas prácticas en los límites de su diócesis.
 
En ReligionEnLibertad hemos querido consultar sobre el tema al sacerdote Gareth Leyshon (www.drgareth.info), un estudioso especializado en temas de Nueva Era y superstición (además de doctor en Astrofísica, párroco en Cardiff y capellán en los hospitales públicos de la ciudad y un par de colegios).  Mantiene un contacto fluido con la Renovación Carismática en el Reino Unido. Él ha respondido amablemente a ReL con un escrito que traducimos a continuación.

Dr. Gareth Leyshon, director de Educación Religiosa para Adultos, Arquidiócesis de Cardiff (2018) .


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Laicos que expulsan demonios con órdenes: ¿puede hacerse?
 
En algunos encuentros de oración carismática y en servicios de sanación, miembros del laicado pronuncian palabras de mando [órdenes, words of command] requiriendo marchar a los espíritus malignos que se suponen presentes.
 
¿Es esta una forma legítima de ministerio? ¿Funciona? ¿Es superstición? ¿Lo ha prohibido la Iglesia Católica?  
 
¿Pueden los laicos expulsar espíritus malignos, en principio?
 En los días anteriores a las reformas del Concilio Vaticano II, todos los candidatos al sacerdocio tenían que pasar a través del rango (“ministerio”) de exorcista antes de ser ordenados diáconos y después sacerdotes. Esto se refería a las oraciones de exorcismo que se realizan cuando se bautiza a un bebé, pero tiene sus raíces en los primeros siglos de la Iglesia cristiana cuando había “ministros” del exorcismo que no eran sacerdotes o diáconos. En su tradición, la Iglesia reconoce, por lo tanto, que los laicos pueden ser/estar autorizados [be authorised] para expulsar espíritus malignos.
 
Cuando en 1972 el Papa Pablo VI emitió un documento (Ministeria Quaedam) que cambió los rangos, incluyendo el de exorcista, que preparaban para el sacerdocio, animó a los obispos de distintos países (mediante decisiones colectivas de sus conferencias episcopales) a considerar si la Iglesia en su nación necesitaba estos otros ministerios –incluyendo explícitamente a los exorcistas- e indicó que Roma respondería positivamente a las peticiones de reestablecerlos localmente, como “ministerios laicos”.
 
En Lucas 10, Jesús envía a “otros setenta y dos” que vuelven gozosos porque los espíritus malignos se les someten
Ahora bien, antes de la Última Cena, no tiene sentido hablar de “sacerdotes” o “laicos” en el sentido que usamos hoy esas palabras en la Iglesia Católica hoy, así que no podemos decir que esos setenta y dos eran “laicos” mientras que los 12 apóstoles eran “obispos”; pero en cierto sentido, que Jesús escogiera a los setenta y dos fue un signo de la autoridad que da a las personas “que-no-son-los-apóstoles”.
 
Cualquier cristiano bautizado, en virtud de su bautismo, tiene la autoridad espiritual para hablar con palabras de mando [“word of command”, mandatos, órdenes], ya sea para ordenar a una parte del cuerpo que se cure o para ordenar que se vaya a un espíritu maligno que se cree que está presente.
 
Si estas órdenes dan fruto o no depende de la profundidad de la fe de la persona que da la orden y del grado de don (carisma) que ha recibido. Esto último es un regalo soberano de Dios, así que fracasar en dar fruto en el “ministerio de dar órdenes” no es una prueba de “falta de fe”.
 
¡Un tema completamente distinto es plantear si es prudente que una persona sin entrenar busque dar órdenes a espíritus malignos!
 
¿La Iglesia Católica ha prohibido a los laicos expulsar espíritus malignos?
¿El Magisterio de la Iglesia Católica ha prohibido formalmente a los laicos –y de hecho a los clérigos sin mandato de ser exorcistas- que den órdenes a los espíritus malignos para que se vayan?
 
Claramente, sí ha prohibido esto cuando se atiende [ministering] a personas que muestran señales de posesión.
 
Neal Lozano (en Unbound) [subtitulada: Guía Práctica para la Liberación, nota de ReL] recomienda que si se atiende a alguien con signos de posesión (por ejemplo, voces extrañas, conocimiento profético o fuerza extraordinaria) los ministros laicos no deberían rezar oraciones de atadura ni intentar expulsar a los demonios. Deberían, más bien, seguir hablando al alma humana que se atiende, afirmando el amor de Jesús, animando a esa alma a “tomar control de tu cuerpo y mente en el nombre de Jesús. Abre tus ojos”.
 
Ningún documento vaticano emitido en los últimos 100 años plantea explícitamente el tema de si los laicos pueden usar “palabras de mando” al abordar las formas menores de aflicción demoníaca conocidas como “obsesión” y “opresión”.
 
Hay un principio en el Derecho Canónico que dice que cuando la ley no prohíbe explícitamente algo, puede considerarse permitido.
 
La Congregación para la Doctrina de la Fe sí ha prohibido explícitamente que cualquiera que no sea un exorcista con mandato [del obispo] haga preguntas a espíritus malignos (en Inde ab Aliquot, 1985) pero ese es un asunto distinto.  
 
¿Realmente hay un espíritu presente?
 ¿Cómo podemos saber qué espíritus están presentes y necesitamos ordenarles que se vayan?
 
Si un individuo concreto tiene el carisma de “discernimiento de espíritus” y recibe un conocimiento que viene de Dios acerca de qué espíritus están presentes, eso será muy útil.
 
Si no, se puede intentar una aproximación experimental. Por ejemplo, si la persona ha tenido problemas con pensamientos lujuriosos, el experimento de “yo te ordeno marchar, espíritu de lujuria” puede o no resultar en una disminución de la tentación. Si se comprueba que da fruto, entonces es probable que un espíritu de lujuria haya sido eficazmente expulsado.
 
¿Es un pecado de superstición ordenar a un espíritu que se marche, en ausencia de un don claro de discernimiento de espíritus? No, si el mandato se ofrece con humildad, con la idea de que “yo no sé si un espíritu de lujuria está presente así que hago este intento para ver si tiene un efecto positivo”. Sí sería un pecado de superstición saltar a la conclusión “has dicho que tenías pensamientos de lujuria así que debes estar infestado por un espíritu de lujuria”.
 
Se ha planteado la pregunta de si podrían existir “objetos espirituales” que no son demonios o ángeles inteligentes. No hay evidencia en la Biblia de que existan tales entidades, y en este contexto estamos considerando objetos espirituales que pueden responder a una palabra de mando. A menos que queramos proponer la existencia de un equivalente espiritual al asistente de voz del smartphone, empezaría a parecer exagerado. Probablemente, está en la naturaleza del “mundo espiritual” que la única clase de cosas que existan entre nosotros y Dios sea algún tipo de naturaleza inteligente.
 
¿Deberíamos practicar la liberación?
Quedan dos preguntas: ¿es sabio dar órdenes a los espíritus malignos para que se vayan? Y ¿es necesario?
 
Este tipo de ministerio requiere a una persona que viva una vida de gracia, que esté cerca de los sacramentos, y con un conocimiento de higiene espiritual básica. Cualquiera que expulse espíritus malignos sería necio si les ofreciera un blanco claro.
 
 ¿Es, sin embargo, necesario?
 
Hay otras formas de oración, indirectas. “Amado Señor Jesús, por favor, rechaza y expulsa cualquier espíritu de lujuria que esté en mí”. Hay quienes, como Neal Lozano, recomiendan que la persona afectada rece las palabras de liberación para expulsar lo que tiene [nota de ReL: aquí no se refiere a las palabras del ritual oficial de exorcismo] en vez de que sean ministros que buscan expulsar espíritus de una tercera persona.

Al final, esta pregunta solo pueden resolverla los que se dedican a ello [practitioners]. Yo escribo como estudioso y no practico regularmente el ministerio de liberación. No estoy en posición de saber si la forma de oración indirecta se ha puesto a prueba y ha demostrado ser más o menos eficaz.
 
La prudencia pastoral recomendaría evitar la forma directa, teniendo en cuenta que incluso para los exorcistas se supone que recurren a la oración de mando después de mucho uso de  fórmulas indirectas. Pero sin estudios de casos comparativos es imposible saberlo.
 

Artículo de hemeroteca publicado originalmente en junio de 2018.