La Cruz le costó a Jesucristo su sangre y su vida

. En ella murieron San Pedro y muchos mártires. Por defenderla, exponerla en paredes o llevarla sobre su ropa fueron asesinados cristianos en Europa incluso en pleno siglo XX.

Para la Asociación Valenciana de Ateos la cruz vale cinco euros. Admiten que no es mucho.

Más concretamente, darán 5 euros por cada crucifijo que se les entregue, que haya sido retirado de un espacio público del territorio de la Comunidad Valenciana y que no haya sido sustituido por otro símbolo religioso.

Explica “El País”, periódico militantemente laicista, que “la campaña Descuelga un crucifijo por los Servicios Públicos, pretende "incentivar razonada y económicamente" el cumplimiento de la aconfesionalidad del Estado que define la Constitución. Escuelas, hospitales, cuarteles, juzgados, ayuntamientos... cientos de edificios son susceptibles de acogerse a una campaña que, con un presupuesto total de 2.500 euros, espera retirar 500 crucifijos”.


"Queremos devolver los símbolos religiosos a su lugar natural, que son las iglesias, los templos o los conventos. Los crucifijos que recojamos los depositaremos en instituciones religiosas que es donde tienen que estar", explica Antonio Pérez Solís, presidente de la asociación en El País.

El responsable del centro es quien contactará con la asociación. No podemos pedir a un empleado que descuelgue el crucifijo porque no tiene la facultad de hacerlo y se mete en un lío", explica Solís. "¿Estarán por la labor los directores de los centros? Pues no lo sabemos", confiesa.

“El presidente de la asociación reconoce que será complicado tener la garantía de que no se vuelvan a poner porque su organización "no va a hacer de policía". […] "Imagínate un hospital con 100 habitaciones. Si quita sus crucifijos, tendrá 500 euros para destinarlos a mejorar el servicio. Es una cantidad simbólica y sabemos que no va a incitar demasiado", ha augurado Solís en El País.

De lo que se trata, en realidad, es de salir en la prensa y reavivar artificialmente un debate, porque entre las preocupaciones de los españoles no está la retirada de símbolos religiosos. Por ejemplo, en el CIS de abril de 2013, los españoles señalaban entre los principales problemas el paro (el 80%), la corrupción (el 40%), la economía (el 35%), los políticos (30%)... nadie mencionaba la religión, el laicismo, la Iglesia o los símbolos religiosos como un problema.


La cruzada anti-cruz de las asociaciones laicistas españolas vivió un cierto zenit en 2008, con el gobierno de Zapatero, que amenazaba con retirar crucifijos –y en Navidad belenes- por doquier pero luego sólo lo hizo allí donde contaba con algún militante entusiasta de la causa anti-religión. Se habló de una ley de “libertad religiosa” (que prometía ser bastante antirreligiosa) que nunca llegó a concretarse.



Gustavo Bueno, filósofo ateo en contra de que se retiren

los crucifijos porque "es un símbolo de nuestra cultura"

Ese año 2008 el filósofo ateo Gustavo Bueno declaró a Popular TV que “es absurdo retirar los crucifijos de los sitios públicos y escuelas de España y tal y como se lo propone el partido del presidente Zapatero. El crucifijo es un símbolo histórico, teológico y artístico que forma parte de nuestra cultura. Quitar el crucifijo es quitarse el vestido. Los que lo defienden son unos indoctos. El que haya leído no a Santo Tomás sino a Hegel, sabe que el crucifijo no se puede quitar”.

Muchos señalaban en esos días que el crucifijo es un símbolo cultural para los no religiosos, como lo puede ser la cruz de la bandera de Asturias, en los escudos de Aragón, La Rioja y Comunidad Valenciana, o el cáliz en el escudo de Galicia.


En 2009 el alcalde de Baena y senador socialista Luis Moreno se oponía con contundencia en un vídeo muy popular a retirar el crucifijo del salón de plenos de esta ciudad cordobesa.

Este cristo estará aquí mientras yo sea alcalde. Se lo repito. Se levanta la sesión”, dijo con firmeza en el pleno municipal. Y lo argumentó citando el artículo 16 de la Constitución: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas (...) y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica (hace una pausa) y las demás confesiones”, adujo el alcalde. Recordó al diario laicista Público que el crucifijo llevaba más de 100 años en el salón y que ninguna ley obligaba a quitarlo.

“La inmensa mayoría de nuestro pueblo es cristiano y basta con observarlos a ustedes cómo corren debajo de los santos para portarlos o cómo corren detrás del obispo para besarle la mano”, añadió el alcalde en el pleno y en el vídeo recogido en Youtube (un vídeo que no tiene pérdida).



De hecho, el socialista andaluz seguía la misma línea que otro socialista influyente, el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, que en 2008 también rechazó retirar el crucifijo del salón de plenos municipal.


A nivel europeo, el debate sobre el crucifijo se centralizó en el “caso Lautsi”, una ciudadana finlandesa en Italia que quería que los colegios públicos italianos retirasen los crucifijos porque ofendían la sensibilidad de sus hijos, criados sin religión.

En una primera sentencia del 3 de noviembre de 2009 el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo le dio la razón. Entonces reaccionó una variopinta alianza de países de cultura católica, ortodoxa, protestante y excomunistas apoyando a Italia en su argumentación en defensa del crucifijo como elemento cultural y nacional.

Joseph Weiler, judío observante, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, acudió en verano de 2010 a Estrasburgo, con su kipá en la cabeza, ante 17 jueces del Tribunal (el juez Javier Borrego Borrego escribe en ¿Democracia sin religión? que hay 47 jueces en el Tribunal, de los que 27 son profesores universitarios, casi sin experiencia en casos reales de tribunales reales y proclives a “la abstracción”).

Weiler, el judío, defendió el crucifijo, representando a los gobiernos de Armenia, Bulgaria, Chipre, Grecia, Lituania, Malta, Monaco, Rumanía, la Federación Rusa y San Marino.



Joseph Weiler, judío practicante, con toga de jurista y kipá: en Estrasburgo defiendió el crucifijo

"En muchos de estos Estados ´no-laicos´, amplios sectores de la población, incluso la mayoría, ya no son religiosos -constató Weiler-. Y sin embargo, la continua presencia de símbolos religiosos en sus lugares públicos y estatales es aceptada por la población como parte de la identidad nacional, y como un acto de tolerancia hacia los compatriotas".

El caso Lautsi está recurrido desde 2010, con 20 de los 47 estados del Consejo de Europa en contra de la sentencia del tribunal de 2009. Aún no se ha concluido este caso. 


A nivel simbólico, un personaje que representa a nivel europeo el derecho del cristiano al símbolo de la cruz es la religiosa Helen Kafka, decapitada por los nazis en marzo de 1943 por colocar crucifijos en el ala nueva del hospital donde servía.

El 21 de junio de 1998, Juan Pablo II celebró en Austria la beatificación de esta monja, de las Hospitalarias Franciscanas de la Caridad.

El Papa polaco señaló el testimonio de la religiosa y declaró en su discurso: “A los cristianos nos pueden quitar muchas cosas, pero no dejaremos que nos quiten la Cruz como signo de salvación. ¡No dejaremos que la quiten de la vida pública! Escucharemos la voz de nuestra conciencia que dice: hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5,29).”



Helen Kafka (en religión, Sor Restituta),
enfermera anestesista, fue decapitada
por los nazis por poner crucifijos
en un hospital católico, contra la nueva normativa


En marzo de 1938 Alemania anexionó Austria, y las nuevas autoridades políticas pro-nazis prohibieron los crucifijos en los hospitales.

En el hospital católico de Sor Restituta (nombre religioso de Helen Kafka) se había construido una ala nueva... y en cada habitación ella colocó un crucifijo, en abierto desafío a la normativa.

Un médico de ideología nazi la delató a las autoridades. La Gestapo la vigiló y la detuvo el Miércoles de Ceniza de 1942 con la excusa de haber escrito poemas satíricos sobre Hitler. Se la sentenció a muerte por “ayudar y animar al enemigo en la traición a la patria y conspirar con alta traición”... los nazis, como los comunistas, no admitían judicialmente que sus castigos respondían a  motivaciones anti-religiosas. 

“Arriesgó su vida para ser testigo de la Cruz. Mantuvo la cruz en su corazón, dando testimonio otra vez antes de ser ejecutada, cuando pidió al capellán que le hiciese el signo de la cruz en su frente”, señaló Juan Pablo II durante la beatificación.