Mark Zwick, que hace 36 años convirtió un edificio en ruinas en la avenida Washington en un próspero refugio internacional para inmigrantes y refugiados, murió el pasado 18 de noviembre en su casa de Houston después de una batalla contra la enfermedad de Parkinson. Tenía 88 años. En 1980, Mark y su esposa Louise fundaron Casa Juan Diego, un ugar de hospitalidad donde miles de refugiados escapando a Houston durante las guerras civiles en Centroamérica encontraron un puerto seguro. Así lo explica la página web del movimiento del Trabajador Católico de la ciudad texana.
 
Años después, Casa Juan Diego se expandió para incluir diez edificios y convertirse en la luz para los inmigrantes huyendo de la violencia y la pobreza. Su nombre se hizo famoso entre los caminos que llevan a la frontera de Texas y México.
 
Inspirados en el Sermón de la Montaña, en muchos santos católicos, y en los fundadores del Trabajador Católico, Dorothy Day y Peter Maurin, Casa Juan Diego ofrece comida, refugio, ropa, cuidado médico y una amabilidad poco común a los migrantes que no tienen a donde ir y con pocos lugares a los cuales recurrir para pedir ayuda.
 
A lo largo de los años, más de 100,000 hombres, mujeres y niños indocumentados pasaron al menos una noche en Casa Juan Diego. El centro continúa ofreciendo hospitalidad y servicio médico, y provee comida gratis a alrededor de 500 familias cada semana.


 
Después de descubrir la falta de recursos para los inmigrantes enfermos y lesionados, Mark también empezó a proporcionar ayuda financiera y a coordinar servicios de cuidado personal para hombres y mujeres incapacitados, y sin cobertura de la seguridad social o de otros seguros. Hoy en día, hospitales, escuelas y el departamento de policía de manera rutinaria envían a los inmigrantes a Casa Juan Diego para obtener los cuidados que salven sus vidas.
 

Mark pasó los últimos 35 años de su vida practicando diariamente las obras de misericordia en Casa Juan Diego. Dio la bienvenida a huéspedes inmigrantes y distribuyó comida y ropa a los pobres. Escuchó las necesidades, alegrías y tragedias de los enfermos y los heridos, los paralíticos, los maltratados, las embarazadas y las personas sin hogar en una tierra extraña, y encontró la manera de ayudar a cada uno.
 
Su comportamiento amable, su sabiduría y su generosidad, lo llevaron a ganarse el afecto de la comunidad. Mark evitó los sistemas burocráticos y las técnicas de negocio para servir a los pobres, en los cuales reconoció a Jesús de Nazaret. Tenía una filosofía personalista comunitaria enfatizando la dignidad única de cada persona. Espiritualmente apoyó a cuantos pasaban por Casa Juan Diego, y los sacerdotes de la Arquidiócesis de Houston celebran misa cada semana para la comunidad y los huéspedes inmigrantes.
 


En medio del incesable trabajo, Mark también editaba un periódico bimestral llamado El Trabajador Católico de Houston. Una publicación que aborda temas relacionados con la justicia social y la paz, y que busca responder a los problemas cotidianos con enseñanzas del evangelio. Mark y su esposa también escribieron dos libros, incluyendo Mercy Without Borders (“Misericordia sin fronteras”) y El Movimiento del Trabajador Católico: orígenes intelectuales y espirituales.
 
Además de las Casas de Hospitalidad, Mark Zwick dirigió actividades de justicia social en Houston en favor de los inmigrantes y, junto con su esposa, recibió muchos premios y reconocimientos por su servicio, incluyendo la medalla papal Pro Ecclesia te Pontifice otorgada por el Papa San Juan Pablo II en 1997.
 

Mark nació en 1927 en Canton, Ohio, siendo uno de 11 hermanos nacidos de Herman S. y Florence Gulling Zwick. Estudió en la universidad de St. Mary, Kentucky y en el seminario St. Mary en Cleveland, Ohio. Se ordenó sacerdote católico el 28 de febrero de 1953, y sirvió en parroquias en Ravenna, Warren y en la Catedral de St. Columba en Youngstown, Ohio. Como sacerdote estuvo activo en el Movimiento Familiar Cristiano y abrió dos librerías Católicas en Ravenna y Warren, Ohio.
 
Durante el movimiento de Derechos Civiles, Mark estableció Concilios Católicos Interraciales y realizó visitas a casas con el objetivo era promover la paz y la justicia racial. Mark fue conocido como un sacerdote que trabajaba con los pobres.
 
En 1962, Mark encontró un socio para su trabajo con los marginados cuando conoció a Louise Yarian. Ella era una afín intelectual y bibliófila que estaba interesada en explorar cuestiones espirituales y teológicas profundas y que quería acercarse a Dios. Los amigos fundaron Casa Gilead, un centro comunitario para los pobres en Youngstown. Y después de una larga amistad, durante la cual Louise se incorporó a la Iglesia Católica, se enamoraron. Mark recibió la dispensa para dejar el sacerdocio para casarse con Louise por la Iglesia Católica. Tuvieron dos hijos, Jennifer y Joachim.



Mark obtuvo su maestría en trabajo social en la universidad de Chicago y estudió en el Centro de Entrenamiento de la Comunidad Psiquiátrica en Berkley, California. Trabajó como trabajador social psiquiátrico en servicios de salud mental en el área cerca de San Francisco.
 

En una experiencia que cambiaría sus vidas, Mark y su familia de trasladaron a El Salvador para trabajar con los pobres en 1977, justo cuando los disturbios que iban a terminar en una guerra civil estaban comenzando. Cuando regresaron a Estado Unidos, la pareja trabajó en varias parroquias en Texas. Fue en su trabajo en la iglesia católica de Santa Teresa en Memorial Park donde Mark se percató de la necesidad de servir a la creciente población de refugiados que estaba llegando a Houston proveniente de El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Esto fue lo que llevó a la fundación de Casa Juan Diego, y a su trabajo de por vida.