“No olvidéis que el Reino de Dios no se conquista con la espada, sino con la fe comprometida y la caridad verdadera”, dice el ritual de investidura de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. 

El actual Gran Maestre de esta orden, nacida en el s.XI durante las Cruzadas, ha visto de cerca los efectos de "la espada", porque fue capellán en la guerra de Vietnam. Se trata del cardenal norteamericano Edwin F.O'Brien.

Su servicio sacerdotal se inició en el ejército, en la famosa academia militar de West Point. Como cura castrense estuvo dos años en Vietnam, de 1971 a 1972. Obtuvo el rango de capitán en la 173 Brigada Aerotransportada y después en la 1.ª Brigada de Caballería. Acompañado de un pastor protestante iba al frente en helicóptero para asistir espiritualmente a los soldados. 

"Después de eso todo le debió parecer fácil", escribe en La Vanguardia el periodista especializado en religión Jordi Llisterri.


O'Brien ha estado en Barcelona este sábado para nombrar en la catedral nuevos caballeros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, que cuenta con 350 miembros en Navarra y los territorios de la la antigua Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares), con el cardenal Lluís Martínez Sistach como Gran Prior. En todo el mundo, la Orden cuenta con 30.000 miembros.

Hoy la principal finalidad es sostener económicamente el Patriarcado Latino de Jerusalén, la representación de la Iglesia católica latina en Tierra Santa que incluye los territorios de Israel, Palestina, Jordania y Chipre, como explica el artículo de La Vanguardia. 

Ser caballero o dama del Santo Sepulcro sí que requiere tener suficiente capacidad económica para comprometerse a aportar dinero para Tierra Santa. El último año destinaron 13 millones de euros, que es buena parte del presupuesto del Patriarcado, con lo que puede mantener las escuelas, hospitales, dispensarios o asilos que tienen en la zona.

Son servicios que se ofrecen a toda la población y que, por ejemplo, permite la convivencia en el ámbito escolar entre cristianos y musulmanes. También para evitar que se siga reduciendo la población cristiana en Tierra Santa. Una preocupación añadida los últimos años ha sido la reconstrucción de Gaza o la atención a los refugiados de Jordania.


En el siglo XIX, fue Pío IX quien dio el formato actual a la Orden, y León XIII incorporó a las mujeres en 1888. Mantiene la antigua nomenclatura, con grados, distinciones, hábitos y capas. Pero su finalidad incluye también cultivar la espiritualidad de los miembros y que participen en la vida de la Iglesia diocesana.

O'Brien anima a los caballeros así: “Aceptar la capa del Santo Sepulcro de Jerusalén significa comprometerse a anunciar un mensaje de esperanza mediante el estilo de vida que llevamos”. 


El cardenal, tras su experiencia en la guerra, obtuvo el doctorado en Roma estudiando la propuesta moral del metodista Paul Ramsey. En Nueva York coordinó la visita de Juan Pablo II en 1979. De nuevo en Roma dirigió durante cuatro años el Pontificio Colegio Norteamericano, un gran complejo con vistas al Vaticano desde el Janiculum. Y de vuelta a Estados Unidos, en 1996 fue nombrado obispo auxiliar de Nueva York y poco después arzobispo de los servicios militares de Estados Unidos.

Diez años después, Benedicto XVI lo nombró arzobispo de Baltimore. Hasta el 2011, cuando le llamó para volver a Roma a dirigir la Orden del Santo Sepulcro. Desde este cargo, viaja a menudo a Tierra Santa, para ayudar a construir el Reino de Dios, no con la espada "sino con la fe comprometida y la caridad verdadera", como dice el ritual.