¿No habíamos quedado que la gente no debe automedicarse, según las autoridades sanitarias? ¿No habíamos quedado también que no se podía vender bebidas alcohólicas ni tabaco a los menores de edad por ser, precisamente menores, ya que el tabaco y el alcohol pueden dañar gravemente la salud? ¿No se prohíbe a los menores la entrada a discotecas que, digo yo, por algo será? ¿No se exime de penas mayores a los menores que cometen delitos graves por considerarlos que carecen de la responsabilidad de los adultos? Entonces, ¿por qué el Gobierno acaba de autorizar la venta de la píldora del día después sin límite de edad y sin receta médica alguna? Eso equivale a que la autoridad se salte a la torera todas las normas de la propia autoridad, como hará en la nueva ley de la ampliación del aborto que está a la vuelta de la esquina. Pero con ser todo ello muy grave, porque la autoridad se desautoriza a sí misma, que es el colmo de la negación de la autoridad en sí misma y de sus normas legales, aún son peores los efectos adversos que puede producir la ingestión de la pdd sin control médico de ninguna clase en la salud de adolescentes y niñas irresponsables, y aún de mujeres adultas. Tengo ante mí el prospecto de uno de estos fármacos abortivos precoces, del que copio lo que sigue: «Como todos los medicamentos ... (nombre del producto) puede tener efectos adversos». «Es un método de uso ocasional», no, por tanto, de uso habitual y reiterado. «La anticoncepción de emergencia no evita el embarazo en todos los casos». «Puede no ser eficaz si mantiene una segunda relación sexual durante el tratamiento». «No sustituye las precauciones necesarias a tomar contra las enfermedades de transmisión sexual, incluido el SIDA». Efectos adversos: «Trastornos del aparato reproductor y las mamas. Muy frecuentes: sangrado no relacionado con menstruación, retraso de la menstruación más de 7 días, sangrado irregular y manchado, aumento de la sensibilidad en las mamas. Trastornos del sistema nervioso. Muy frecuentes: dolor de cabeza y mareos. Trastornos gastrointestinales. Muy frecuentes: dolor en la zona inferior del abdomen, náuseas. Frecuentes: diarreas, vómitos. Trastornos generales. Muy frecuentes: fatiga». Esta medida, como la campaña del preservativo («póntelo, pónselo»), lejos de reducir los embarazos no deseados y evitar enfermedades de transmisión sexual, contribuyen a incrementar el genocidio abortista y la esterilidad, ya alta, de las mujeres españolas, aparte de otros y aún peores efectos perversos de índole social y moral. Es una situación degradante propia de sociedades pervertidas. Porque, ¿qué objetivo tiene ese empeño de los gobiernos socialistas en incitar al sexo irresponsable sin límite alguno, especialmente en la juventud? En el caso de la pdd podría suponerse que el Gobierno intenta, mediante remedios que son peores que la enfermedad, porque esta píldora no deja de ser un abortivo más, enmascarar el escándalo del aborto a barra libre. Pero en mi opinión, la maldad de estos ingenieros sociales, va más lejos, pues hasta el tonto del pueblo sabe que una sociedad, en especial su juventud, cuanto más degrada está, más fácil es de manipular y teledirigir. No les importa nada que esa juventud, obsesionada con el hedonismo, alcance cotas de fracaso escolar pavorosas; que los adolescentes pretendan campar por sus respetos contra la autoridad de padres y maestros; que la cohesión familiar salte hecha añicos, etc. Cuanto más descomposición social, mejor, porque así, el rebaño deshumanizado, ignorante y aturdido, es mucho más fácil de dominar. A ese grado de maldad llegan los impulsores de estas medidas corruptoras y peligrosas para la salud de las víctimas.