Hace un año, escribía otro artículo en Religión en Libertad sobre la sabiduría de los Reyes Magos, en el que manifestaba mi asombro por lo que llegaron a conocer aquellos hombres santos del Redentor solo a través de las estrellas. Enumeraba que ellos supieron el dónde y el cuándo y el quién de su nacimiento, y amaron a aquel niño que conocían era Dios y hombre a la vez, que moriría y que volvería como Rey triunfante. Así se deduce a través de los regalos que le ofrecieron: incienso, mirra y oro.

Finalmente en aquel artículo me preguntaba: si en las estrellas estaba la información sobre cuándo sería la primera Venida de Nuestro Señor, ¿estará también en ellas la información sobre su segunda Venida? Hoy, después de un año de trabajo, les puedo ofrecer una hipótesis de trabajo, y es que las estrellas señalan su nueva Venida con gran precisión. No descubro nada, pues ya avisó nuestro Señor que aquellos tiempos estarían anunciados por señales en el sol, la luna y las estrellas. Pienso que esto es una clara alusión a prestar atención a la sabiduría que condujo a los Magos hasta Belén y aprender de ella. Veamos entonces cómo encontrar, con el conocimiento de los sabios de Oriente, las señales del futuro acontecimiento.

Para ello necesitamos primero saber qué es lo que los Magos vieron. Esto hoy no resulta difícil puesto que tenemos precisos programas de astronomía para el ordenador al alcance de todos. También sabemos que los Reyes encontraron las señales en la esfera celeste por medio de su sabiduría, es decir, no siguieron señales aleatorias, como serían la aparición de cometas o novas, sino fenómenos que siguen leyes regulares sobre los que aplicar conocimientos de la ciencia astronómica. Por tanto, la señal la dieron astros de movimiento regular, provocando coincidencias o conjunciones que por su infrecuencia ellos supieron interpretar como señal anunciadora de un hecho histórico único: el nacimiento del hombre-Dios.

Una prueba de que la estrella de Belén no fue un nuevo portento anómalo de luz en el firmamento es la misma extrañeza de Herodes y todo Jerusalén cuando los Reyes aseguraron que habían visto salir su estrella. Nadie hizo mención entonces a algún cometa reciente en el cielo, ni una supernova visible y evidente, sino que Herodes para saber lo que los Magos decían haber descubierto hizo un intercambio de datos: sólo les informó del lugar que buscaban y que habían predicho los profetas una vez que indagó de ellos el tiempo de la aparición de aquella estrella. Y según aquella información, que sus expertos podían comprobar, pocos días después tomó la terrible decisión de matar a todos los niños de menos de 2 años en los alrededores de Belén. Ese era el tiempo que los Magos le habían dado a conocer sobre la aparición de “su estrella”. Por tanto, la estrella del Mesías no era algo visible para todos, ni fácilmente conocida, sino algo que exigía sabiduría, experiencia y ojo experto para detectarla, como tenían los Magos.

Entre las docenas de hipótesis que se han propuesto sobre fenómenos astronómicos para la estrella de Belén, hay una que encaja con las diversas condiciones que indica el evangelio de San Mateo y con la edad de 33 años que la Tradición nos dice que tenía Jesús cuando murió en abril del año 33 de nuestra era. Se trata de una conjunción séxtuple de Júpiter en poco más de un año, entre el 12 de agosto del (-3) y 18 de octubre del (-2), mientras transitaba por las constelaciones de Leo y Virgo: tres coincidencias con la estrella Regulus que sucedieron dentro de otras tres conjunciones con el planeta Venus. Este raro fenómeno se produce cada 510-510-510-627 años. Era la cuarta vez que se producía desde los tiempos del diluvio. Pero lo importante era el simbolismo que leyeron en el suceso, que derivaba del significado de los nombres de esas constelaciones, planetas y estrella, y de sus movimientos que podría transcribirse así:

El encuentro de su Madre (Venus) y el Rey del Cielo (Leo), nos trajo al Mesías (Júpiter) como Rey pequeño (Regulus).

En su Madre, el Mesías se escondió. Por Ella, apareció la estrella de la mañana.

Esta señal, nada fácil de detectar para el común de las personas, comenzó a aparecer casi dos años antes de que los Magos hablaran con Herodes. En los movimientos que definen esta señal, la “estrella” que tiene el protagonismo es el planeta Júpiter. Por tanto, en los vaivenes de dicho planeta está la lección que debemos aprender de los Reyes Magos o el patrón astronómico que debemos seguir, cuando busquemos las señales astronómicas de su segunda Venida. Pero no se trata de esperar simplemente una nueva repetición de la señal de la primera Venida, que no se dará hasta el año 2157, sino de utilizar inteligentemente el patrón encontrado para las señales de la segunda Venida, porque ambas tienen entornos muy diferentes: la primera fue humilde y escondida mientras que la segunda será triunfante y todo ojo lo verá.

En la Sagrada Escritura, el Apocalipsis describe una señal anunciadora de la segunda Venida que se puede interpretar como un suceso astronómico, entre otros significados. Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta… Virgo es una constelación que representa a una mujer. Según el patrón de la “estrella” de los Magos, cuando Júpiter se encuentra en el vientre de Virgo (la Mujer encinta) y la luna está a sus pies, astronómicamente se cumple el texto del Apocalipsis. El problema es que esta situación astronómica ocurre aproximadamente cada 12 años, por tanto sin otros datos que precisen algo más, es insuficiente como señal para determinar los tiempos de la segunda Venida.

En nuestra ayuda vienen las apariciones marianas como revelación privada cuya finalidad es esclarecer o iluminar la revelación pública, la que está en los libros de la Sagrada Escritura que contienen el depósito de la Revelación completo. En el contexto astronómico, nuestra Madre se presenta en la aparición de Guadalupe en México (año 1531) a través de una imagen de gran calidad pictórica, impresa en un instante milagrosamente, sobre un tejido de tipo esparto cuya duración no excede los 30 años.

En esa tilma o poncho, la Virgen aparece tal como dice el texto del Apocalipsis: encinta, vestida de sol, la luna a sus pies,… En su manto hay 46 estrellas que no están situadas al azar, sino que el Instituto Astronómico de México verificó que correspondían a la posición de estrellas reales sobre el firmamento azteca en el momento histórico de la aparición. Indagando un poco más en el mensaje de Guadalupe podremos iluminar el texto sagrado al que se refiere la señal de la Mujer en el cielo que describe el Apocalipsis y precisar el momento histórico de su futura aparición.

En la imagen de Guadalupe de México hay tres cosas importantes que están pero no se muestran, es decir de algún modo el cielo las ocultó voluntariamente. La primera es la propia cabeza de la Virgen que queda velada por el manto que la cubre a toda Ella, desde la cabeza hasta los pies. La segunda es la corona de doce estrellas que menciona el Apocalipsis. No la vemos en la imagen de la tilma, pero si seguimos la disposición geométrica de las estrellas visibles en el manto, sobre la frente de la Virgen se posaría la constelación de la Corona Boreal que tiene 12 estrellas. Por último la Virgen de Guadalupe aparece como doncella encinta por tanto, el Niño-Dios está presente pero oculto a nuestra vista. Estos tres elementos sólo aparecen desvelados en una de las siguientes grandes apariciones marianas.

En efecto, ninguna de las imágenes de Nuestra Madre en las apariciones marianas posteriores más conocidas -la medalla Milagrosa, la Salette, Lourdes, Fátima, Ntra. Sra. de todos los Pueblos de Amsterdam o Medjugorje- muestran lo que oculta la imagen de Guadalupe: su cabeza, la corona de estrellas y el Niño-Dios. Sin embargo es en la imagen de la Virgen de Garabandal, tan conocida en el mundo como desconocida aún en España, donde se hacen visibles los tres elementos: su cabeza aparece libre de velo, la corona de 12 estrellas refulge con claridad y el Niño está en sus brazos. Por tanto, es lógico pensar que lo que la Virgen comenzó a decir en Guadalupe, mostrándose como Mujer del Apocalipsis, algún día lo terminará de enseñar en Garabandal. La interpretación de cada uno de los elementos pienso que podría ser que en el mensaje de Garabandal la Virgen “desvela” acontecimientos inmediatos a la segunda Venida del Señor, que allí Ella tendrá un histórico reconocimiento o coronación de la Trinidad coincidiendo con un futuro gran Milagro y que allí enseñó, a través de más de 2000 entrañables conversaciones con cuatro niñas, cómo meter a Dios en nuestras vidas de cristianos corrientes.

Entre los sucesos que la Virgen profetizó en la pequeña aldea cántabra se encuentra un gran Milagro futuro cuya finalidad es la conversión del mundo entero, que se verá en el cielo, y que aseguró será el mayor milagro que nuestro Señor habrá hecho desde su Resurrección. Sin desvelar la fecha de este futuro gran acontecimiento, si aproximó algunos datos sobre el momento de su realización, a saber:

• Ocurrirá en alguno de los meses de marzo, abril o mayo, es decir en los meses de primavera, quizás porque ese milagro anunciará la verdadera primavera para el mundo.

• Entre los días 8 y 16 del mes, que son cifras que simbolizan la resurrección ya que Jesucristo resucitó el primer día de la semana.

• En jueves, fiesta de un mártir de la Eucaristía, señalando al misterio de la Cruz, la Eucaristía y nuestra transformación en Cristo por su poder.

Al introducir estos tres datos temporales en la situación astronómica de la señal de la Mujer del Apocalipsis que definimos siguiendo el patrón de la “estrella” de los Reyes Magos, las posibilidades hacia el futuro de ocurrir esta señal ya no son cada 12 años, sino que en este milenio quedan reducidas a dos únicas fechas. La segunda será el 11 de abril del año 2954, festividad de San Estanislao obispo de Cracovia asesinado en el año 1076 mientras decía Misa. La primera… está ya al alcance de la mano: el 13 de abril del 2017, Jueves Santo, festividad de San Hermenegildo que murió decapitado en la cárcel de Sevilla en el año 585 por no querer recibir la sagrada comunión de manos de un obispo arriano.

Esta gran señal en el cielo de la Mujer del Apocalipsis no debe confundirse con el momento de la segunda Venida de Jesucristo, que es posterior y sobre el que nadie sabe el día ni la hora. No obstante, esta señal en el cielo si enmarca los tiempos en que su nueva Venida ocurrirá y nos ha sido dada para nuestra propia vigilancia de los tiempos. Su determinación tan precisa se debe al mejor reloj del mundo, el astronómico que Dios creó y nadie puede adelantar ni atrasar. A partir del hallazgo de ese momento, con las evoluciones de los astros y la Sagrada Escritura, se construye un camino tan seguro como el que siguieron los Magos para encontrar su nueva Venida.

Siempre es chocante enfrentarse a la posibilidad de pensar que pronto viviremos los tiempos del Apocalipsis y de la nueva Venida de Nuestro Señor. Nunca pensamos que nos tocaría vivir esos momentos. Las probabilidades parecían mínimas y sin embargo ahora muchas señales nos indican que es muy posible que ya estemos a las puertas de todos esos grandes sucesos históricos. Ante ello cabe la actitud de meter la cabeza debajo del ala o la de afrontarlos, pensando que no estamos ante el fin del mundo sino que estos tiempos darán a luz otra historia nueva radicalmente distinta y mejor por la que suspiramos cada vez que pedimos en el Padrenuestro venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo.

Para una explicación más detallada de los fundamentos que subyacen en estos hallazgos, que no son deducciones ya que cualquiera puede comprobarlos en su ordenador, y que va más allá de los límites de un breve artículo, le invito a seguir las charlas que en varios videos que voy subiendo a mi canal Youtube, a partir del enlace que incluyo bajo mi firma. A través de ellas podrá conocer la ocurrencia de otros muchos hechos profetizados en la Sagrada Escritura sobre los tiempos que preparan la segunda Venida de nuestro Señor. Espero que su conocimiento le lleve como a los Magos a encontrar y amar al Hombre-Dios.

Antonio Yagüe
Dr. en Ciencias Geológicas
https://www.youtube.com/sedes333