Para la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), “el antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las manifestaciones retóricas y físicas de antisemitismo están dirigidas a personas judías o no judías y/o sus propiedades, a instituciones de la comunidad judías e instalaciones religiosas”. Para esta organización, “los ejemplos contemporáneos de antisemitismo en la vida pública, los medios de comunicación, las escuelas, el lugar de trabajo y la esfera religiosa podrían, teniendo en cuenta el contexto general, incluir, entre otros: (…) usar los símbolos e imágenes asociados con el antisemitismo clásico (por ejemplo, afirmaciones de que los judíos mataron a Jesús…) para caracterizar a Israel o a los israelíes”.

Todo esto viene a cuento porque recientemente, el Congreso de Estados Unidos apoyó mayoritariamente, por 320 votos contra 91, una resolución (proyecto de ley H.R.6090) que dice lo siguiente: “Este proyecto de ley otorga autoridad legal a la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Educación para que tome en consideración la definición de trabajo de antisemitismo de la IHRA al revisar o investigar quejas de discriminación por motivos de raza, color u origen nacional en los programas. o actividades que reciben asistencia financiera federal. Según la definición de trabajo de la IHRA, el antisemitismo es una cierta percepción de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos”.

Como sabemos, el Nuevo Testamento dice que los judíos entregaron a la muerte a Jesús. Por tanto, como el proyecto de ley H.R.6090 autoriza al Departamento de Educación de los Estados Unidos a utilizar la definición de antisemitismo de la IHRA, la conclusión lógica es que el Nuevo Testamento podría ser considerado antisemita por las autoridades escolares en los Estados Unidos.

Sin embargo, basta leer la Biblia y el Nuevo Testamento para darse cuenta de que no hay nada más contrario a la verdad. Veamos:

1) Es cierto que el rey Herodes y los fariseos que determinaron en última instancia la muerte de Jesús eran hebreos. También eran hebreos los agitadores que pidieron la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús.

2) Pero los hebreos no fueron los únicos “malos de la película”. Porque Pilatos era romano; los soldados que flagelaron a Nuestro Señor eran romanos; quienes lo coronaron de espinas eran romanos; quienes lo hicieron cargar la cruz eran romanos; quienes lo crucificaron y colocaron la cruz en su lugar eran romanos; y quien al encontrarlo muerto en la cruz le clavó la lanza en el costado era un centurión romano.

3) En vista de ello, cabe preguntarse: ¿cómo puede ser “antisemita” una historia en la que aparecen tanto hebreos malos como hebreos buenos, mientras que los romanos que en ella figuran son todos malos? El Nuevo Testamento, ¿no sería más bien “antirromano” o “antilatino”?

4) También aparecen en esa historia muchos hebreos buenos. ¿Acaso José de Arimatea y Nicodemo no fueron dos hebreos muy buenos, que actuaron con valor y de la mejor manera posible, dadas las circunstancias? ¿Acaso la Verónica y todas las mujeres que lloraron al paso del Señor con la cruz no eran hebreas? ¿Acaso Simón de Cirene, que ayudó al Señor a cargar la cruz durante un trecho, no era hebreo? ¿Acaso la Magdalena y María, la madre de Jesús, el apóstol Juan y los restantes apóstoles no eran hebreos? ¿Acaso Jesús mismo no era hebreo? ¿Acaso no fue un hebreo el que llamó a perdonar a otros hebreos porque no sabían lo que hacían?

5) ¿Qué puede tener de antisemita -o de discurso de odio racial o religioso-, un texto en el cual, Aquel a quien los cristianos consideramos Hijo de Dios, al pedirle al Padre que perdone a sus verdugos, enseña a sus discípulos a perdonar?

6) Con el criterio de la IHRA, ¿no sería también antisemita afirmar -como lo hace el Antiguo Testamento-, que el Rey David ordenó a sus hombres llevar a la muerte a Urías para quedarse con Betsabee?; ¿o contar la historia de José, vendido por sus hermanos a unos mercaderes?; ¿o la historia de Abraham, que estuvo a punto de matar a su hijo como si de un carnero se tratase? Todo eso -junto con muchas cosas más- está en el Antiguo Testamento.

El antisemitismo es algo demasiado serio y grave como para hacer estos papelones. Ya lo advierte el cuento infantil: si se grita a cada rato y por cualquier cosa que viene el lobo, al final nadie lo cree. De modo análogo, si cualquier expresión que ofenda a un hebreo puede ser considerada antisemitismo, si nadie puede discrepar con un miembro del pueblo judío, o si se considera al Nuevo Testamento antisemita por contar hechos históricos que no dejan bien paradas a las autoridades religiosas de la Judea de los tiempos de Jesús, tarde o temprano el mundo dejará de justipreciar la gravedad del antisemitismo. A eso, lamentable y paradójicamente, puede contribuir este proyecto de ley.

Por la libertad de expresión del pueblo estadounidense en general y de los cristianos en particular, y para que el antisemitismo no se vuelva algo banal, esperamos que los senadores de Estados Unidos no aprueben este proyecto y frenen esta barbaridad. Porque, además, del ridículo no se vuelve.