El Papa Francisco se refirió al proyecto transhumanista en la audiencia del pasado 23 de febrero ante una delegación de la Sociedad Max Planck. Tal vez fue la primera ocasión -al menos en público- en que utilizaba ese término tan preciso y se expresaba de una forma tan clara y concreta sobre esta bioideología emergente del siglo XXI.

Proyecto transhumanista vs Proyecto neohumanista

Resulta interesante destacar del discurso del Santo Padre la siguiente cita: “El anuncio del inminente nacimiento del llamado 'pensamiento híbrido', fruto de la hibridación del pensamiento biológico y no biológico, como forma de prevenir que el hombre sea suplantado por la inteligencia artificial, plantea interrogantes de gran importancia tanto a nivel ético como social. De hecho, debe considerarse que la fusión entre la capacidad cognitiva del hombre y el poder computacional de la máquina modificaría sustancialmente la especie homo sapiens. No podemos entonces plantearnos el problema del sentido último, es decir, de la dirección, de lo que sucede ante nuestros ojos. Si para quienes se reconocen en el proyecto transhumanista todo esto no preocupa, no puede decirse lo mismo de quienes en cambio se dedican a hacer avanzar el proyecto neohumanista, según el cual no se puede aceptar la brecha entre la acción y la inteligencia. Si se separa la capacidad de resolver problemas de la necesidad de ser inteligente al hacerlo, lo que se anula es la intencionalidad y por tanto la ética del actuar”.

Parece que la Iglesia se va tomando en serio el desafío que supone la bioideología del transhumanismo y del posthumanismo al humanismo cristiano, a la fe católica y a una antropología adecuada que responda a la verdad de lo que el ser humano es.

En este sentido, hace pocos días se celebró en el seminario conciliar de Barcelona un coloquio sobre Transhumanismo, cristianismo y gnosticismo organizado por la cátedra de pensamiento y acción social de la Iglesia -integrada dentro del Ateneo Universitario Sant Pacià- y la Facultad de Teología de Cataluña.

Vídeo del acto celebrado en el seminario conciliar de Barcelona. Las ponencias de Albert Cortina y Stefano Abbate son en castellano.

En dicho acto tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre la propuesta neognóstica de salvación por medio del conocimiento, las tecnociencias y las antropotecnias que propone el transhumanismo a un mundo postmoderno donde se ha secularizado la esperanza cristiana y se anhela una trascendencia posthumana que conduzca a la inmortalidad cibernética.

Incompatibilidad entre el transhumanismo y la fe cristiana

En la ponencia titulada Transhumanismo y cristianismo que pronuncié en el citado acto, esbozaba sintéticamente seis conceptos de los treinta y tres enumerados en el libro Transhumanismo. La ideología que desafía a la fe cristiana (Palabra). Dichos términos sirvieron para presentar ciertos antagonismos entre ambas cosmovisiones que los hacen incompatibles entre sí.

Sala de actos del seminario conciliar de Barcelona. Foto: Fran Antón Campos.

Los seis conceptos escogidos son: salvación, trascendencia, felicidad, superinteligencia, inmortalidad y esperanza.

SALVACIÓN - Salvación secularizada vs Salvación en Cristo

Las cuestiones planteadas en el discurso transhumanista trascienden el relato tecnológico y se adentran en las regiones de la metafísica y la antropología, incluso en la escatología.

Los profetas del transhumanismo nos prometen que la tecnología nos salvará y que la singularidad tecnológica está cerca.

Desde mi punto de vista, es cuestionable que la salvación técnica de nuestra cada vez más delicada situación en el planeta deba buscarse a través de la transformación técnica del propio ser humano como propone el transhumanismo.

Es muy difícil que la visión del futuro transhumanista pueda significar un alivio para la humanidad, ni siquiera para muchos de aquellos que experimentan el nihilismo como un verdadero naufragio personal.

¿En qué sentido puede el tecno-optimismo que propone el transhumanismo ser un antídoto contra el nihilismo, ya sea en sus aspectos individuales o sociales, ofreciendo un proyecto de intervención que conduce inevitablemente al fin de nuestra propia especie?

En este mundo hipermoderno se ha dado una gradual secularización de la salvación debido a la cual se lucha ciertamente en favor del ser humano, pero de un ser humano incompleto, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio, el cristianismo profundiza en la dimensión vertical y trascendente, proclamando que Jesús vino a traer la salvación integral a toda la humanidad.

Con las nuevas bioideologías se pretende transmutar la salvación por la liberación. Lo que el transhumanismo hace es poner al ser humano y su voluntad o deseo en el centro de la liberación. Sin embargo, según la cosmovisión cristiana, el hombre y la mujer de nuestro tiempo necesitan la salvación en Cristo, no tanto una salvación low cost basada en la singularidad tecnológica, el mejoramiento genético humano o la libertad morfológica que le permita liberarse, según su deseo, de la condición biológica humana.

TRASCENDENCIA - Autotrascendencia vs Trascendencia divina

El transhumanismo ofrece al mundo contemporáneo una propuesta de autotrascendencia humana secular resultado de la aplicación de las biotecnologías exponenciales al ser humano, de tal forma que pueda trascender su propia naturaleza biológica que lo constituye como persona y pueda, de este modo, alcanzar una nueva condición posthumana.

Así, el transhumanismo parte de la idea de que el ser humano con sus propias facultades y capacidades aumentadas tecnológicamente puede superarse a sí mismo, trascenderse, y de este modo puede convertirse en un nuevo ser: el “hombre nuevo” liberado de la servidumbre de la finitud.

En este sentido, puede calificarse al transhumanismo de “neopelagianismo cientifista y tecnocrático” al confundir autotrascendencia con autorrealización y proponiendo una visión inmanentista de la trascendencia.

Sin embargo, la revelación bíblica, la tradición apostólica y el magisterio de la Iglesia proclaman que Dios no es un ente de este mundo y que las cosas de este mundo no son divinas. Dios trasciende infinitamente todas las cosas que ha creado de la nada.

FELICIDAD - Abolición del sufrimiento y superbienestar vs Bienaventuranzas y felicidad plena

El transhumanismo propone un mundo feliz al estilo de la novela de Aldous Huxley, en el que con la máxima libertad sin límites, sabremos vencer el sufrimiento y cubriremos, de este modo, todas las necesidades físicas y psíquicas para tener una vida feliz.

En este sentido, Julian Savulescu, profesor de ética en la Universidad de Oxford, es un firme defensor del uso de las tecnologías biomédicas para la mejora moral del ser humano mediante el “principio de beneficencia procreativa”.

En contraposición a ese superbienestar transhumanista, Jesús nos propone las bienaventuranzas como la carta magna de la vida cristiana autentica para ser feliz. El camino a la felicidad resulta pues el camino a Dios. Mediante la gracia santificante, Cristo nos hace dignos de su confianza y nos eleva a la auténtica felicidad plena.

SUPERINTELIGENCIA - Inteligencia y conciencia artificial vs Gracia santificante y dones del Espíritu Santo

Si los cerebros artificiales llegaran algún día a superar a los cerebros humanos en inteligencia general, entonces esta nueva inteligencia llegaría a ser muy poderosa y el destino de nuestra especie probablemente pasaría a depender de la superinteligencia artificial.

La comunidad tecno-científica se está planteando desarrollar métodos de control para la inteligencia artificial aunque esta siga haciéndose más y más inteligente.

Sin embargo, los tecnoentusiastas quieren ir más allá de la inteligencia artificial y pretenden desarrollar una mente artificial consciente y autónoma, emulando los mecanismos por los cuales los humanos tenemos autoconsciencia.

Sin embargo, para la cosmovisión cristiana, la conciencia humana es algo más complejo de lo que pretenden emular los transhumanistas. La persona humana tiene la capacidad de discernir el bien al escuchar la voz de Dios.

El aumento de la inteligencia espiritual resultará esencial en las sociedades biotecnológicas para mantener la razón iluminada por la fe.

Según la fe católica, la acción del Espíritu Santo, mediante la gracia santificante, cristifica el alma.

El cristiano de hoy -como en tiempos de los apóstoles- goza de los carismas y dones del Espíritu Santo como bendiciones especiales de conocimiento y poder espiritual para “aumentar” sus capacidades naturales hasta extremos insospechados por las tecno-ciencias y por el transhumanismo.

INMORTALIDAD - Inmortalidad cibernética vs Vida eterna

De todos los anuncios y promesas que la bioideología del transhumanismo ha hecho en los últimos tiempos y con los que tanto atractivo ha sido acogida en ciertos ambientes, el que resulta más chocante es el de la inmortalidad cibernética.

Los transhumanistas prometen que gracias a las biotecnologías exponenciales, existe la posibilidad de la transferencia de la conciencia humana a una entidad artificial, no orgánica, para de esta forma, darle la inmortalidad, tal y como plantea el proyecto Iniciativa 2045.

Para alguno de los apóstoles del transhumanismo, la combinación y unificación en un solo sistema de formas biológicas y no biológicas de autoorganización es una etapa de transición en el camino de la prolongación radical de la vida (superlongevidad) y de la inmortalidad cibernética.

La cosmovisión cristiana no participa de esta idea de la transmigración de la mente ya que se centra en el cuerpo glorioso resucitado y el alma inmortal que se alcanzará en la vida eterna.

Para los cristianos, vida eterna no indica solo una vida que dura para siempre, sino más bien una nueva calidad de existencia plenamente inmersa en el amor de Dios.

Como señala San Ambrosio, la inmortalidad es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia que otorga Dios.

ESPERANZA - Escatología transhumanista vs Escatología cristiana

El transhumanismo plantea una falsa promesa de redención y una engañosa salvación al margen de Dios. Una reedición del “Homo Deus” que se autorrealiza en la historia de la humanidad, sin reconocer nada previo a la redención de sí mismo. En definitiva, la esperanza transhumanista es una recreación del mundo al modo gnóstico.

En este sentido, destacamos el carácter de religión subrogada del transhumanismo como religión secular de la globalización que ofrece una salvación al ser humano a través de la tecnología.

La esperanza que nos ofrece el transhumanismo es convertirnos en células de un organismo superior -un cerebro planetario o la noosfera de Gaia- donde todo estará conectado conformando una inteligencia colectiva o “mente colmena”.

En esa escatología transhumanista, el “reinicio” de la realidad física y del mundo encuentra pleno encaje a través de los metaversos, es decir, en las construcciones de una realidad no física, virtual, a modo de paraíso terrenal, o de la ciudad bíblica que resultó ser la Torre de Babel.

Sin embargo, la propuesta cristiana de presente y de futuro es la construcción de la civilización del amor, real, fundada en los valores universales de la paz, la solidaridad, la justicia y la libertad que encuentran en Cristo su plena realización.

Sigue siendo de plena actualidad la petición de San Juan Pablo II a los jóvenes y a toda la humanidad: "¡No tengáis miedo!... No tengamos miedo al futuro". Palabras que son pronunciadas en la Biblia en distintas ocasiones cuando se nos quiere transmitir un bello mensaje de esperanza y de confianza absoluta en el poder y la misericordia de Dios para el ser humano en los tiempos que se avecinan.

Esa es la esperanza que el cristianismo puede ofrecer a todo hombre y mujer de buena voluntad.