Si hay un sitio en el mundo donde se han mezclado culturas a lo largo de los siglos, y donde pueden ser descubiertos de un momento a otro lugares increíbles de civilizaciones perdidas, ese es Tierra Santa.

El escritor Dan Beaudoin recorrió Israel y Palestina recientemente y visitó cinco lugares muy poco conocidos por viajeros, turistas y peregrinos, de la tierra que vio nacer a Jesús.

La playa donde salió expulsado de la ballena Jonás, las cuevas "carmelitas", "la otra Caná" y dos de los campos de batalla más importantes de los cruzados... son solo algunos de los lugares que visitó y de los que habla en este interesante artículo:

La playa de Jonás:

Después de recoger el coche alquilado me dirigí a la primera parada de la peregrinación: Tall Yunis, la playa del Mediterráneo donde la tradición sostiene que el profeta Jonás fue escupido por la ballena.

Con vista a esta playa se encuentra Tel Yonah, una pequeña colina que alguna vez tuvo una iglesia bizantina para conmemorar la presencia de Jonás en aquel lugar.

Un templo que se puede ver en el famoso mosaico conocido como el Mapa de Madaba, que muestra cómo era Tierra Santa y sus iglesias en el año 600 d.C. aproximadamente.

Fue increíble caminar por la playa donde pudo haber estado Jonás (la colina de Tel Yonah está dentro del perímetro militar israelí, y no pude escalarla).

Después de leer en mi teléfono la historia de Jonás y la ballena, medité sobre lo que el profeta pudo haber sentido después de estar muerto en el vientre de una ballena durante 3 días y resucitar como nuestro Señor.

Con vistas a la playa hay una colina en la que hubo una iglesia bizantina dedicada a Jonás.

Después de estar muerto durante 3 días y de ser escupido en esta playa, Jonás tuvo que caminar 914 kilómetros en línea recta hasta la antigua Nínive, en Mosul (Irak). Allí le tocaría convencer a la ciudad para que se arrepintiera.

Sus primeros pasos en esta playa debieron ser muy emotivos: los primeros de un creyente que, tras sufrir una desgracia, le llevaron a servir de inspiración a los paganos de Nínive. Algo parecido le ocurrió a Roma, que también se convirtió después de que Jesús resucitara al tercer día.

Campo de batalla cruzado:

Después de visitar la playa, conduje por la costa mediterránea de Israel hasta mi próximo destino: el campo de batalla de Arsuf. Este sitio fue protagonista de un enfrentamiento  titánico durante la Tercera Cruzada (en 1191).

Después de capturar la ciudad de Haifa, que estaba en manos de una guarnición de musulmanes ayubíes, Ricardo I de Inglaterra (conocido como "Corazón de León", por su ferocidad en el combate) tomó la decisión de mover su ejército por la costa hacia el sur, a pesar de que Saladino, el legendario califa musulmán, tenía sus tropas justo al este.

Ricardo tuvo que haber sabido que cualquier movimiento de su ejército podría haber provocado un ataque de los musulmanes que defendían Tierra Santa.

El rey cristiano decidió moverse hacia el sur por la costa mediterránea (eliminando así cualquier posibilidad de que los musulmanes envolvieran a su ejército por delante y por detrás) y puso su caballería pesada en el centro, protegida por la infantería.

Mientras el ejército cruzado avanzaba hacia su objetivo, en la ciudad de Jaffa, Saladino, averiguó el objetivo de Ricardo y mordió el anzuelo al ordenar un ataque contra las columnas de infantería.

Ilustración sobre la batalla de Asruf, que enfrentó a Ricardo I y a Saladino, durante la Tercera Cruzada (en 1191).

Tras una batalla campal, el ejército musulmán se expandió demasiado y los cruzados aprovecharon la oportunidad para lanzar una carga de caballería pesada contra el ejército de Saladino. La carga repelió el ataque  y obligó a los musulmanes a retirarse.

Fue una gran victoria para los cruzados. El sitio de la batalla está confirmado por descubrimientos arqueológicos de la década de 2010, cuando se descubrieron puntas de flecha y una brida de caballo. Hoy se encuentra al sur de Arsuf y está cubierto por la maleza.

Fue sorprendente para mí que esta batalla ocurriera en lo que hoy es un lugar anodino y sin ninguna señal.

Las cuevas "carmelitas":

Continué conduciendo hacia el norte, a lo largo de la costa de Israel, a través de varias ciudades grandes y bulliciosas que me llevaron hasta Haifa, donde se encuentra el Monte Carmelo.

El Monte Carmelo es conocido por ser el lugar donde el profeta Elías vivió rezando en una cueva y, con la ayuda de Dios, logró triunfar sobre los profetas paganos del dios Baal.

Durante la época de las cruzadas, los monjes que habían viajado a Tierra Santa en peregrinación buscaban imitar la espiritualidad de Elías y comenzaron a vivir en las cuevas del Monte Carmelo.

Un sacerdote llamado Brocard construyó una iglesia junto a algunas de estas cuevas y se convirtió en uno de los fundadores de la Orden Carmelita (que toma su nombre del Monte Carmelo).

Desde entonces, muchos santos importantes se unieron a esta orden, como por ejemplo: Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Teresa de Lisieux.

Hice una visita a los restos de la primera iglesia carmelita, conocida como la Iglesia de San Brocard. Estaba en ruinas, pero fue fascinante estar en el lugar donde una orden religiosa tan importante trazó sus comienzos.

Allí traté de imaginar a los primeros carmelitas que hace 800 años estuvieron dentro de estos mismos muros alabando a Dios, rezando y celebrando la Sagrada Eucaristía.

Otra etapa importante de mi visita fue ver las antiguas cuevas, aún intactas, que habían servido como celdas de oración de los carmelitas. Está claro que los primeros monjes tenían unas vistas espectaculares del Mediterráneo.

"La otra Caná":

La siguiente parada de mi viaje fue hacer mi propio estudio de una ubicación alternativa de la ciudad de Caná, mencionada en el Evangelio de San Juan, donde Jesús convirtió el agua en vino.

El nombre de esta antigua ciudad del siglo I es "Khirbet Qana". Los restos de esta ciudad están situados en un afloramiento rocoso lleno de cuevas a lo largo del hermoso valle de Beit Netofa.

La ubicación tradicional de la Caná bíblica es la ciudad moderna de Kaffar Kanna. Pero, debido a que el nombre de Khirbet Qana contiene una palabra que suena como "Caná", y gracias al descubrimiento de unas cuevas veneradas por los cristianos bizantinos, algunos piensan que este lugar podría ser la verdadera Caná.

Aparqué mi coche y comencé a subir la colina de Khirbet Qana. La vista era maravillosa. Los fragmentos de cerámica (señal de que un lugar estuvo habitado en la antigüedad) estaban esparcidos por todos lados. Pude ver uno que aún tenía pintura o esmalte de color verde.

En 2015, un grupo de arqueólogos estudió los restos de la ciudad antigua y descubrió un sistema de cuevas que pudo ser utilizado por los cristianos en el período bizantino (del 415 d.C.- 654 d.C).

Se han descubierto unas cuevas utilizadas para ceremonias por los cristianos bizantinos.

Un altar con dos tinajas de piedra, una cruz tallada en el altar, numerosos nichos pequeños para velas y restos de objetos litúrgicos de oro fueron algunas de las evidencias históricas.

Exploré cinco o seis cuevas diferentes hasta que finalmente di con la cueva más importante. La entrada está cubierta por una higuera. Curiosamente, la mayoría de los árboles de la ladera marcan la entrada a otras cuevas. Los árboles deben crecer con la humedad de las cuevas.

Era un lugar bastante asombroso, vi algunos grafitis en griego de peregrinos, en una de las paredes de la cueva. Fue muy interesante imaginarme estas cuevas como grandes habitaciones de un monasterio antiguo donde los clérigos del pasado decían la misa.

Batalla en los cuernos de Hattin:

Después de mi aventura de espeleología en Khirbet Qana, conduje por un camino muy rocoso hasta mi última parada del día: el campo de batalla de Hattin.

En este campo de batalla se encuentran los famosos "Cuernos de Hattin": los restos de un volcán extinto que colapsó hacia adentro, creando dos picos rocosos que parecen cuernos que sobresalen.

Fue aquí, bajo un calor abrasador, donde el 4 de julio de 1187 tuvo lugar una de las batallas definitivas entre las fuerzas del Reino Cruzado de Jerusalén y las fuerzas musulmanas bajo el mando del sultán Saladino.

Así lucen hoy los cuernos de Hattin, protagonistas de la batalla contra los musulmanes.

A principios del verano de 1187, Saladino tomó la decisión de invadir Tierra Santa con un ejército de 20.000 soldados y comenzó su campaña sitiando la ciudad de Tiberíades, en la costa oeste del Mar de Galilea.

El rey cruzado de Jerusalén, Guy de Lusignan, decidió formar un ejército para hacer frente a esta amenaza, reuniendo una fuerza de 1.200 caballeros y 18.000 infantes.

Cuando esta fuerza marchó a una zona de reunión en la ciudad de Sephoris (actual Tzippori, Israel), se hizo evidente que la disponibilidad de agua para tantos hombres iba a ser un problema importante.

El rey Guy decidió entonces marchar con su ejército 17 kilómetros al este hacia la ciudad de Hattin, donde existía el único manantial de agua a lo largo de la línea de marcha hacia Tiberíades.

Cuando Saladino se enteró del avance de los cruzados, envió caballería ligera para hostigar al ejército cruzado y frenar así su avance; cuanto más pudiera frenar su avance, más débil se volvería el ejército cruzado por la falta de agua.

El ejército cruzado haría un último esfuerzo para romper el cerco musulmán junto a los Cuernos de Hattin. Pero, el rey Guy sería capturado y su ejército derrotado, un hecho que todavía resuena en la historia.

Con el ejército del Reino Cruzado de Jerusalén casi aniquilado, la Ciudad Santa, que estuvo en manos cristianas desde la primera cruzada en 1099, caería en manos musulmanas apenas tres meses después de esta batalla.

Me dirigí por la línea de avance del ejército cruzado hasta el pie de los cuernos, donde los cruzados lucharon hasta el final. Yo era la única persona. A medida que el sol se ponía, era inquietante imaginar la carnicería que tuvo lugar allí.

Mapa de donde tuvo lugar la batalla de Hattin.

Después de aparcar, subí al pico norte de los Cuernos de Hattin. La vista era impresionante. Era increíble ver el campo de batalla ante mis ojos. Traté de imaginar filas y columnas de miles de hombres y caballos, luchando a muerte por su religión y por sobrevivir.

Artículo publicado originariamente en español en Fundación Tierra Santa