Les llaman "los colosos de Dios", porque su tamaño es su cualidad más destacada. La calidad artística, que en unos casos existe y en otros es lo de menos, porque de lo que se trata con ellos es de proclamar la fe católica a través de Cristos, Vírgenes y santos... y que se vea a distancia.

También es importante, junto a la fe, el servir de polo de atracción turística, ya sea por el tamaño en sí mismo, ya sea por la ubicación de la descomunal estatua en un entorno natural donde compone una estampa de gran belleza.

Aunque la monumentalidad de las imágenes no es nueva, lo que sí es llamativo es su proliferación en estas décadas de aparente retroceso cristiano. En efecto, en todo el siglo XX, y hasta finales de los 80, se habían construido una veintena. Y sin embargo, en los últimos veinte años se han construido en el mundo 25 de estas moles, y 16 de ellas en la última década. Se trata, pues, de una moda en auge, sobre todo en tres áreas: Sudamérica, el sudeste asiático y la Europa del Este. En Croacia y en Eslovaquia se están construyendo dos.

El pasado 27 de mayo Alessandro Beltrami firmaba en L´Avvenire un reportaje (no exhaustivo) sobre ellos, que seguimos en cuanto al elenco y al que añadimos las imágenes para los lectores de ReL, junto a algún dato suplementario. Las alturas son las de la estatua, a las que habría que añadir en diversos casos también unos pedestales de gran tamaño. Los tres primeros monumentos son previos a la actual oleada (1689, 1931 y 1965).