1271. 30 de septiembre. Iglesia de Ingrandes. "En la Hostia Mi Corazón palpita como palpitaba cuando vivía Yo sobre la Tierra, como palpita ahora en el Cielo. Cristo no tiene sino un solo Corazón, porque Cristo es Uno. ¡Ya ves lo solo que estoy en una iglesia vacía! Consuélame creyendo firmemente en Mi Presencia. Yo preveía estas soledades y, sin embargo, instituí Mi Sacramento. Por una sola alma lo habría Yo instituído. Una sola alma hubiera podido gustarla. . .
Conversa con la Hostia como con tu más dulce íntimo. La Hostia te escucha. Ensánchate, pues, bien segura puedes estar de que eres muy amada. Descansa. Deja la Tierra, entra en el Espíritu, déjame arrebatarte. Dime que estás impaciente por alcanzarme, ofréceme tu fidelidad. Tú Me perteneces: ¿Cómo podrías ya ser tuya? ¿No te sientes feliz de pertenecerme? Date. Date siempre más y con mayor frecuencia. Alarga tus impulsos. Y date a Mí dándote a tus hermanos."

Yo estaba distraída y Le dije: "Ya lo ves, Jesús mío, cómo mi pensamiento se me escapa a todos lados." Me contestó: "Si así es, dímelo y humíllate. Estás segura sobre Mi Corazón. ¡Si se supiera cuánta es la fuerza de la humildad! Recuerda que en el infierno hay vírgenes, pero no almas humildes."
Y como yo me disculpaba de tenerle siempre que decir las mismas cosas, me dijo:"Eso no importa, si el que se disculpa es el amor.

 

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.