1476. 8 de noviembre.

Dime, ¿consideras ya tu muerte como una fiesta que debes preparar con el cuidado con que preparas las recepciones que das en la Tierra? La reunión Allá Arriba vale todas las delicadezas. Apresúrate, amada Mía. Los bosques de los años amarillean ahora como el
oro; tu alma llena de savia, llegará a los últimos chorros de luz porque se dispone a entrar de
nuevo en su Fuente, dejando las miradas de acá abajo en busca de soles más hermosos.

1477. 16 de noviembre.

Después de la Comunión.

Me dijo: ¡La voluntad! Comprende que todo mérito depende más de la voluntad que del sentimiento. Si lo sacrificas, hay en ello una pura Gloria para el Padre, que durará por la Eternidad. Es Suya, es de Su Propiedad. Regocíjate de haber podido hacerle ese don; poder dar Gloria a Dios, no obstante la pequeñez humana, es una divina invención paterna. ¿No lo crees?

Y ya que te es permitida una posibilidad semejante, aplícate a ella con todas tus fuerzas; ya que un 'Gloria Patri' puede producir allá a lo lejos una conversión, cambiar la actitud de un gobernante, pacificar un pueblo, ayudar al Papa, extender la acción de los misioneros, hacer vivir a Dios en el interior de las almas, someter a un moribundo difícil.

¿Qué no podrá lograr un solo ‘Gloria al Padre' animado por la divina Misericordia?

 

 

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.