1186. 13 de noviembre. Por la tarde. "¿Quién te podría impedir estar a Mi lado durante Mi
Agonía? Nadie, fuera de ti misma. Eres libre. ¿Quieres darme esa tu libertad? Dime: 'Ya no tengo libertad porque ya Te la di." Yo: "Sí, mi Señor, ya tienes en Tu Mano todas las llaves de mi casa." El: "Me gusta que Me lo digas. No te canses de repetírmelo. Mira: si te encadenas con el amor, no sentirás el frío de las cadenas. El amor todo lo hace fácil. Ve pues con alegría a lo que te cuesta más; el amor te llevará. Ya es tiempo de que nos unamos más estrechamente; ya estás en el atardecer de tu vida, que nada falte en los preparativos de tu fiesta. Y si nos amamos tú y Yo, ¿cómo no llegar a la Unión? Pero todo debe acontecer en la alegría, que es una prueba de amor.

"¡Con qué Alegría interior abracé Yo Mi Cruz cuando Me la llevaron! Mi Cruz, que Yo deseaba
desde hacía tanto tiempo, por Amor a vosotros y para obedecer a Mi Padre. En Ella estaba
vuestra salud. ¿Te imaginas lo que era para Mí el pensamiento de salvar al mundo? "Agradece, Mi pequeña. No creas que son muchos los que piensan en agradecerme lo que he hecho por ellos.

"Sin embargo, todo estuvo completo con la Corona de los Dolores. Pero ellos no piensan, no lo creen. "Y tú, que estás aquí, en esta soledad conmigo, dime para consolarme de lo que no Me dan los otros, las palabras más delicadas que encuentres en tu corazón. Será para Mí como un bálsamo. Yo olvidaré todas esas ingratitudes, escuchándote.
"Vosotros tenéis sobre Mí poderes que os asombrarían si los conocierais. Cuánto os amo,
pequeños Míos!”