1453. 25 de julio. En Le Poliguen.

Tú puedes ser Mi colaboradora por tu sumisión a los acontecimientos que son expresión de la Voluntad de Dios. Una sumisión sonriente, porque es siempre tu sonrisa lo que Yo busco en todas Mis relaciones contigo. Tu alma se embellece; es como un amor enternecido, como una caricia en un esfuerzo de voluntad; y esto corona tu obra.

En cuanto a la manera de hablarme. .. ¿No sientes acaso Mi Bondad serena cuando Yo te hablo?
Respóndeme como Me oyes; imítame en la manera de hablar. ¡Es tan poco lo que basta para que subas un grado más...! Y de grado en grado llegarás al conocimiento profundo de Dios. Y asciendes para ti y para los otros.

Vive siempre en tu interioridad. Si tú supieras que una amiga muy querida está siempre en su
casa, no vacilarías en visitarla con frecuencia.
Pues bien, ya sabes que Yo estoy constantemente en ti; ni siquiera tienes necesidad de
preguntármelo. Ven, pues, seguido, a arrojarte llena de amor a Mis Pies; Yo te tomaré en Mis
Brazos.

Es preciso que Me creas presente en ti. Es preciso que conozcas Mi Amor y te abandones
en El. Si alguien te dijera: 'Haz de mí lo que te plazca', ¿no es verdad que tomarías con él sumos cuidados? Imagínate lo que seré Yo para quien se Me da por entero. Quiero hacerte crecer en Mí. Déjate hacer.

1454. 31 de julio. Yo hacía mil proyectos. Me dijo: Yo, nunca tú.

 

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.