934. 4 de julio. Regreso a mi casa, que encontré llena de oficiales alemanes. Comprendí Su frase del 20 de junio: 'Si los alemanes vienen, Yo los recibiré.' Su estatua de busto había sido descubierta y El presidía en el salón en que dormían los enemigos. "Dirígete siempre a Mi Bondad, pues ya la conoces. Estoy aquí para cuidarte. Si tú eres pequeña, Yo Soy grande y fuerte. Aprovéchate de la Grandeza de tu Hermano. Y sobre todo, ¡no dudes! porque vuestro mérito consiste en ver en la obscuridad y en estar seguros con la seguridad del amor."

935. 4 de julio. "Señor, es que voy a seguir caminando así, de pecado en pecado, hasta la muerte?"
El: "Tienes Mi Sangre. ¡Si supieras lo ansioso que estoy porque se sirvan de Ella!
Esta Sangre puede limpiar a la perfección cualquier pecado que se lamenta. ¿Para qué, si no, la habría Yo derramado? Pero hay que ofrecerla al Padre. Hay que verterla sobre el mundo. ¿Quién piensa en eso? Y sin embargo, el enfermo tiene grande necesidad de la medicina. ¿No recuerdas que una vez te decía que Mi Corazón es un hospital?"

936. 6 de julio. Nantes, en la avenida de Launay, en el salón, después de la ocupación
alemana, contemplaba yo Su Busto. El: "Hemos sufrido los dos."