1250. 20 de junio, en el campo. Yo subía la escalera ofreciendo cada peldaño. "Señor, Le dije:
cómo puedes Tú aceptar cosas tan pequeñas?”. El contestó: “Eso que vosotros llamáis pequeñas cosas no se hacen sin que pongáis en ellas vuestro entendimiento, vuestra meritoria y vuestra voluntad. ¡Es todo cuanto tenéis! Dondequiera que pongáis vuestro ser para que Yo to tome, Yo lo tomo. ¿Comprendes'?"

1251. 25 de junio. Visita en la iglesia de Le Fresne. ¡Ojalá pudieras ver Mi Esplendor en el
Tabernáculo! Mi Potencia y Mi Dulzura. ¡Y la corte de honor amorosa con que Me rodean Mis
ángeles! ¡Cuáles no serían tus sentimientos de respeto y de anonadamiento! Y tus deseos
crecerían con un renovado ardor, pues verías claro que todo lo que no es Mi Amor no vale nada.
Comprenderías que el más grande placer sería para ti el causarme placer a Mí. Ni siquiera serias capaz de ver algo que no sea Yo. Porque Yo Soy el Atractivo, el Encanto y el Encantador que lo da. Yo Soy el Cielo.
“Adora, en unión de todos los santos, este Cielo que Soy Yo en el Tabernáculo. Ama con ellos.
Canta y alaba. Nunca será demasiado, pues Yo Soy el Autor de todo cuanto tienes y Yo te he dado todo lo que poseo en méritos. Tú no los conoces. Sólo los conoce el Padre. Y has de saber que si fuera necesario, Yo volvería a empezar. Dame cada día una alabanza nueva; que tu pensamiento siga ahondando sin cesar en Mis Tesoros escondidos e infinitos. Y que tus descubrimientos enciendan en ti un fuego desconocido. De manera que digas: '¡Eras Tú, mi Señor! ¿Cómo es que no lo había yo entendido;? Porque lo mejor de mí eres siempre Tú.'"
Y mientras Me hablas de esa manera, Yo continuaré colmándote de Gracias; porque tengo el
Corazón lleno de ellas y el solo darlas Me aligera. De parte vuestra es poco lo que falta para
hacerlo desbordarse.
"Es necesario, Mis pequeños, que conozcáis vuestro poder sobre Mí; es preciso que Me conozcáis un poco mejor. Balbucead para Mí palabras de amor: Yo las completaré. Como el único sol, que se refleja en todos los espejitos, cuya luz nadie puede resistir. Pero ¿qué sería del espejo sin el sol?"

 

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.