1376. 11 de junio. Fiesta de Corpus, después de la comunión.

Yo:  ¡Qué tengas una Fiesta feliz, mi Amor!

El: Mi Fiesta la tengo cuando entro en tu pobrecito corazón.

1377. 13 de junio, en la iglesia.

Lo que se celebra mañana es Mi Amor, se le podría celebrar todos los días, pues Yo siempre sobreabundo de Amor por vosotros. ¿Quién abundará en amor por Mí? Yo llamo y llamo, pero nadie Me da la respuesta que Yo quiero ¡Si supiérais Quien es el que os llama!

Tú, ¿te Me vas a dar? ¿O, después de habérteme dado, te volverás a tomar? Respira en Mí; no te apartes de la dulce Morada. Recuerda que te consagraste a Mí como esposa en Montreal; sigue siendo Mi consagrada. Ya no eres tuya, sino Mía; no estás consagrada sólo a Mi Servicio, sino a Mi Amor. Que tu amor tome los colores del Mío y Mi color es la Misericordia.

Yo: Señor mío, ¡si me fuera posible volver a comenzar mi vida!

Me contestó: Juntos los dos la repararemos y la llevaremos a término. El amor lo puede todo, pero has de amar con Mi propio Amor. Que tus fuerzas todas 'pasen' a Mí. Forma parte de Mí más que de ti misma, pues eras Mía. Yo fui todo vuestro durante toda Mí Vida y nada Me guardé para Mí; os lo di todo; dadme entonces todo lo vuestro y así lo recobraréis acrecentado. Todo está en el Amor que es el principio y el fin de la santidad.

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.