1369. 27 de abril. Iglesia de Fresne.

Piensa en la Santísima Trinidad, de la cual procedes y a la cual has de volver. Adora, ama y confíate. Pide incansablemente perdón y si a amas, no temas nada de Ella.

Sé pequeñita ante Dios. Todo lo que tienes, todo lo que te gusta, son Dones suyos.
Nada de lo que tienes procede de ti. Y alaba a la Santísima Trinidad por tu pequeño éxito de ayer; porque a Ella pertenece toda alabanza. Y vive en Mí, que te amo.

Todo esto te lo repito con frecuencia, para que acabes finalmente por creerlo. Y con
frecuencia te tengo prisionera. Tu te Me querrías escapar, pero te quedas conmigo para darme gusto. Este es el amor de la voluntad. Y hay, fundada en él, una oración de voluntad que no tiene gusto alguno. Pero no creas que Me agrada menos, pues tienes toda la intención de darme toda la Gloria que puedes; la intención de apresurar Mi Reino.

En ocasiones, la intención va más allá de la acción; como en el caso de un enfermo que querría correr, pero no puede. Yo tomo la intención como un homenaje y Me agradan los más débiles deseos; como cuando los padres vigilan la respiración de su hijo pequeño.
¿Entonces?

 Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en  numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.