1012. 21 de octubre. Hora Santa. "Haz, Señor, que yo Te consuele en Tu Agonía, como si no
hubiera sido creada sino para eso." El: "Encamina a esta finalidad todo cuanto tienes, pues todo te lo he dado Yo. Que ese pensamiento te sea dulce. Soy Yo quien te dio un entendimiento, una memoria, una voluntad y una sensibilidad capaz de conmoverse. ¿Es demasiado si espero que todo eso lo enderecéis hacia Mí? Cuando vosotros Me ofrecéis lo que os he dado, Me olvido de que os lo di y lo recibo como vuestro; y Mi Corazón queda profundamente conmovido. Como un padre feliz, que dice: ‘Esto me lo ha dado mi hija'. Y ya sabes que Yo Soy mucho más que cualquier padre ordinario. Sólo en el Cielo podréis ver todos estos toques delicados que Yo recibo de vosotros; porque siendo hombre, Soy sensible a todo lo que es afecto y delicadeza. Y como Mi Naturaleza es mucho más delicada, ya que también Soy Dios, Mi Sensibilidad es extrema, tanto para las señales de amor como para las señales del odio. "Que esto te anime a vivir cerquita de Mí, a no poder vivir sin Mí. Hazme participar de todo lo tuyo. Desaparece continuamente en Mi Corazón. Y Yo te reemplazaré. Obra siempre como si Me vieras, pues siempre estoy contigo. Y conociendo la Sed que tengo de las almas, abandónate sin cesar, como si fuera la primera vez.
Para Mi será siempre la alegría primera al recibirte.
"Y no pienses que lo que mueve a tu Dios es la cantidad de oraciones, sino la manera como Le habláis. Sed irresistibles con el amor, con el abandono, con la humildad; y cuando Le pedís el pan, El no os va a dar una piedra, sino una doble ración.
“Cuando pongas orden en tu casa, piensa que es Mi Casa y la arreglarás mejor. Y cuando prepares una comida, piensa que lo haces en Mi honor. Y cuando reposas tu cuerpo, piensa que es Mi Cuerpo; y es la verdad, amiga Mía, pues todo lo que es tuyo, antes que tuyo es Mío, ¿o no'? Así, Me verás en todo; Yo seré tu Huésped, El que recibe, El que es recibido. El que ha tomado tu corazón y te pide que Se lo des de limosna. Dos vidas en una.”
Y luego, en un momento de descanso, me dijo: "Ven, amiga Mía, hacia tu Único. Ven. No traigas contigo ningún cuidado temporal, dáteme toda entera. Encántame con el sonido de tu voz; que su acento conmueva al Amor. ¡Que podría quedar excluido de vuestra Esperanza si sabéis conmover a vuestro Dios con vuestro cariño!"