El CEO de la cadena de cafeterías Starbucks, Howard Schultz, reprendió durante una junta de accionistas a uno de ellos, a quien invitó a irse de la compañía: "Si cree que puede conseguir un retorno de la inversión superior al 38% del año pasado, venda sus acciones de Starbucks y cómprelas de otra compañía". El propietario le reprochaba el boicot que sufre la marca por parte de organizaciones defensoras de la familia desde que se coprometiese a favor del matrimonio homosexual en el referéndum celebrado en Washington al respecto, junto con otras marcas como Microsoft o Nike.

El consejero delegado de Starbucks (con 72 establecimientos en España) dejó claro además que el compromiso de la compañía no es económico, sino ideológico: es decir, que está dispuesto a asumir los costes porque quieren "amparar la diversidad".

Schultz utilizó contra el accionista la típica frase de "éste es un país libre", pero lo cierto es que, cuando Dan Cathy, propietario de la cadena de comida rápida Chick-fil-A, se pronunció en contra de la equiparación entre el matrimonio y las uniones del mismo sexo, sufrió una brutal campaña incluso por parte de los alcaldes de Chicago y de Boston, quienes declararon su empresa non grata en sus respectivas ciudades.