Pocos casos habrá, si es que hay alguno en las últimas décadas, de una beatificación suspendida dieciocho días antes de su celebración. El pasado 3 de diciembre, la diócesis de Peoria anunció que ése sería el caso con la del obispo Fulton J. Sheen (1895-1979), prevista para el sábado 21 de diciembre. Los acontecimientos habían precipitado. Según explicó el obispado, el Papa había aprobado la fecha el 18 de noviembre, pero la propia Santa Sede decidió retrasarla el 2 de diciembre "a petición de algunos miembros de la conferencia episcopal" que habían pedido someterla a mayor consideración. En ese mismo comunicado, la diócesis de Peoria aclaraba que "nunca ha habido, ni hay ahora, ninguna alegación contra Sheen que implique abuso de menores".

El 5 de diciembre la diócesis de Rochester (de donde fue obispo Sheen entre 1966 y su retiro de 1969) asumía públicamente su responsabilidad en la suspensión del procedimiento: aun afirmando que "no existe ninguna alegación contra el arzobispo Sheen que afecte a ninguna conducta personal inapropiada, ni insinuaciones al respecto", consideraba "prudente" que la causa recibiese "mayor estudio y deliberación".

Este sábado, el antiguo vicario general de la diócesis de Peoria, James Kruse, publicó una carta abierta bajo el elocuente título: Las actuaciones de la diócesis de Rochester: ¿prudencia o sabotaje?

Monseñor James Krause no se muerde la lengua en su defensa de la causa de beatificación del obispo Fulton Sheen.

Monseñor Krause empieza la misiva recordando que es canonista, que ha sido muchos años vicario general de la diócesis de Peoria y que desde el principio ha estado íntimamente implicado en el proceso de beatificación y en todos los estadios del proceso de traslado de sus restos desde Nueva York (donde Sheen fue obispo auxiliar entre 1951 y 1966) a Peoria.

Krause habla del parón en la beatificación como de una "bomba", y explica que en los dos casos de abusos que se habían examinado en la causa (no por comisión, sino por un hipotético encubrimiento) se había determinado, tanto a nivel diocesano como en la Santa Sede, y tanto a nivel canónico como a nivel civil, que "Sheen no hizo nada mal".

Sin embargo, una información del periódico Democrat and Chronicle, que Krause considera "mal periodismo" porque confunde fechas y casos, habla de que, según la diócesis de Rochester, habría "dos o tres casos" más que requerirían investigación. Krause recuerda que, durante la instrucción de la causa, se le preguntó "una y otra vez" a la diócesis de Rochester si había algo más que investigar, y "una y otra vez" la diócesis de Rochester "dijo que NO" (en mayúsculas en el original). "¿Cuáles son esos casos? ¿Cuándo supo Rochester de esos casos? ¿Por qué solo se anuncian ahora? ¿Es posible que esos casos desconocidos solo se le presentasen a Rochester después de que se anunciase la beatificación? ¡Qué casualidad!", se pregunta el sacerdote de Peoria, sin ahorrar ironía.

Krause va más allá, al achacar a la diócesis de Rochester una actitud obstruccionista desde largo tiempo atrás: "La revelación de la diócesis de Rochester de esos casos desconocidos sigue simplemente el mismo patrón que la diócesis de Rochester ha seguido desde la pasada primavera. Este patrón es simple: la causa de Sheen da un paso adelante, y acto seguido la diócesis de Rochester interviene para bloquear la beatificación. Al examinar ese patrón, es difícil no pensar que la diócesis de Rochester actúa más para sabotear la causa que para proteger el bien de la Iglesia".

Seguidamente, Krause hace un repaso cronológico de los hechos para que pueda juzgarse si hay no o no hay sabotaje, "un sabotaje que, sencillamente, hace daño a los fieles". Este último obstáculo, concluye Krause tras el análisis de lo sucedido (periodo durante el cual siempre resultó que "el obispo Sheen actuó correctamente" y durante el cual fue aprobado el milagro para la beatificación) "no ha sido realmente un acto de prudencia, sino que parece ser simplemente otro acto de sabotaje. Las razones de este sabotaje son desconocidas".

Pero hay algo que, según Krause, el actual obispo de Rochester, Salvatore Matano, sí ha dejado claro: "La beatificación de Sheen solo puede tener lugar después del informe del fiscal general de Nueva York" sobre la diócesis. "Desgraciadamente", añade, monseñor Matano "ha supeditado una decisión de la Iglesia a la autoridad civil del fiscal general de Nueva York. Lamentablemente, parece que solo después de recibir la aprobación del fiscal general de Nueva York podrá Sheen ser beatificado. Ya veremos si el patrón de comportamiento de la diócesis de Rochester continúa después de dicho informe".

Krause concluye recordando que tanto la diócesis de Peoria como la Santa Sede han ratificado el correcto comportamiento del obispo Fulton Sheen en todos los casos investigados, que hay un milagro reconocido por la Congregación para las Causas de los Santos obtenido por su intercesión, y que "la diócesis de Peoria recibe constantemente informes de milagros atribuidos a la intercesión de Sheen", por lo que confía en que la beatificación podrá por fin tener lugar, en reparación de las "dificultades" causadas a los fieles y de la "vergüenza" de estos sabotajes.

"No os desaniméis", exhorta: "Seguid el ejemplo de Sheen, y ante la adversidad, ¡mantened la fe!".