Muy pocas personas sabían de la existencia de fray Sebastián de Jesús Sillero (1665-1734), franciscano lego natural de Montalbán (Córdoba). Hasta ahora. Porque el escritor y periodista José María Zavala le ha consagrado su último libro, expresivamente titulado El Padre Pío español, y desde este momento va a ser muy difícil olvidarle.

En efecto, en la vida de este religioso andaluz abundaron los hechos sobrenaturales, que continuaron a su muerte porque su fama de santidad se había extendido por toda España. Una decisión providencial de Felipe V, instalar la Corte en Sevilla entre 1729 y 1733, permitió al rey conocer al fraile y sus prodigios, lo que encadenó posteriormente a esta devoción a su hijo Carlos III, gran impulsor de su causa de beatificación, a la que ha tenido acceso Zavala, con fuentes directas e indirectas, para elaborar esta documentada vida del "monje de Montalbán".

Una vida que impacta desde sus primeros pasos, nada menos que con dos milagros al nacer: una aparición de la Virgen María a su madre y el don de hablar del recién nacido.

-¡Todo en la biografía de fray Sebastián! ¿Era él consciente de esta predilección divina? ¿Cómo la vivía?

-Fray Sebastián de Jesús Sillero, con su proverbial humildad, siempre se consideró indigno de recibir tantas gracias. Y aun así, valga la redundancia, agradeció a Jesús siempre todos los carismas con que le adornó porque así pudo convertir a los descreídos, hacer caminar a los paralíticos, sanar a los desahuciados por los médicos y hasta resucitar a tres personas, según se acredita en su proceso de beatificación.

-En esta obra confluyen dos de sus grandes áreas de trabajo en los últimos años: los santos y los Borbones. ¿Cómo lo interpreta?

-Descubrir a fray Sebastián ha sido otra acción de la Divina Providencia en mi vida. Me lo "presentó" mi amigo Paco López, que tiene casa en Montalbán, el pueblo cordobés donde nació este fraile franciscano. El 23 de octubre pasado, nos invitaron a Paloma y a mí a ofrecer nuestro testimonio de vida conyugal en el COF de Lucena, en Córdoba también, y poco después Paco mencionó el nombre de fray Sebastián en plena algarabía en el Círculo Lucentino, justo antes de la cena.

Fray Sebastián de Jesús Sillero, en un grabado sobre cobre de 1782 obra de Manuel Salvador Carmona que reproduce una pintura de Gregorio Ferro, quien tuvo presente una imagen del fraile pintada en vida y un vaciado después de muerto. Museo del Prado.

»Retuve su nombre en el disco duro de mi cerebro, algo que casi nunca hago cuando alguien me invita a escribir un libro sobre un personaje concreto. Desde aquel momento, me sentí atraído de modo irrefrenable por este fraile tan humilde y empecé a investigar su prodigiosa vida. Descubrí así que había obrado milagros ante la estupefacción de los reyes Felipe V y su hijo Carlos III.

-¿Qué tipo de milagros?

-Sin ir más lejos, le salvó la vida a este último monarca, tal y como relata el propio rey en una carta que ahora ve la luz.

-¿Qué papel tuvo la Corona en el impulso del proceso?

-Agradecido y, sobre todo, convencido de su grado de santidad, Carlos III impulsó su proceso de canonización. Encargó para tal fin la composición de una biografía exhaustiva a uno de los frailes más eminentes de la época, Cristóbal Moreno. Pues bien, el propio fray Sebastián me condujo de la mano hasta el excepcional hallazgo del proceso de canonización y de su biografía manuscrita e inédita, gracias a lo cual he podido componer ahora El Padre Pío español, convertido en un poderoso instrumento. 

-Hay algo que choca: habiéndose realizado el proceso rápido y bien, y con tan elevados apoyos, ¿por qué se detuvo? 

-La invasión napoleónica en 1810 supuso un punto de inflexión en el camino de fray Sebastián a los altares. Las tropas francesas incendiaron su convento de Sevilla y su proceso de canonización desapareció desde entonces. Por si fuera poco, el secuestro del Papa Pío VI en Roma, que estaba a punto de beatificarle, dio al traste con las esperanzas e ilusiones del rey Carlos III.

-¿Cuál es la situación actual del proceso?

-Ahora, el libro inspirado en el proceso de canonización, puede servir para reactivarlo. Fray Sebastián ya ha sido declarado Venerable Siervo de Dios por la Santa Sede.

-La Positio, a tenor de lo que leemos en el libro, está plagada de milagros...

-La Positio es arrolladora.

-¿Fue la Iglesia rigurosa al discernirlos?

-Los testimonios prestados bajo juramento tienen gran rigor. No son historias vagas imprecisas, sino que aportan numerosos detalles sobre los milagros contrastados. Los testigos son personas acreditadas de la época que ponen de manifiesto la fama de santidad en vida y post mortem de fray Sebastián.

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-¿Por qué esa comparación con el Padre Pío?

-Ambos procedían de familias humildes de campesinos, recurrían a la mortificación corporal desde pequeños, hablaban con Jesús y la Virgen con pasmosa naturalidad. Recibieron los mismos dones: bilocación, introspección de conciencias, curación, profecía, perfume sobrenatural... Y en el caso de fray Sebastián, multiplicaba también los alimentos.

-¿Era tan exigente en las penitencias como el Padre Pío?

-Empleaba el cilicio y las disciplinas. Es curioso que el Padre Pío y él utilizasen también una piedra como almohada

-¿Por qué lo hacían?

-Para combatir las tentaciones de la carne y salvar almas.

-Cuatro siglos después, ¿qué frutos puede dar la devoción a fray Sebastián? 

-A este ritmo, podría componer pronto otro libro sólo con los milagros y gracias concedidas por intercesión de fray Sebastián. Empezando por mí... Se ha convertido, junto con el Padre Pío, en un poderoso intercesor para mí mismo. Y a juzgar por los mensajes de personas que han leído el libro, puedo asegurar que ya existen conversiones y otra serie de gracias especiales que, si Dios quiere, algún día verán la luz.

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