Como indica la página web de los Dominicos de España: Del 28 de enero de 2023 al 28 de enero de 2026 se celebrará el triple jubileo de la canonización, muerte y nacimiento de Santo Tomás de Aquino”. Se nos proponen tres años para reflexionar sobre la figura del teólogo que, retomando el legado de Aristóteles, supo situar a la fe en buenas condiciones para poder dialogar con la razón y, desde ahí, sentar las bases de todo un itinerario que nos acerca a Dios por medio del estudio de su huella en la naturaleza, pues como decía Albert Einstein, refiriéndose al funcionamiento del universo, “no hay leyes sin un legislador”.

Ahora bien, ¿qué sentido tiene recordar a un fraile que murió en el lejanísimo 1274? El hecho de que hay autores que se vuelven un precedente y, por lo mismo, resultan significativos para las personas de todos los tiempos. Tomás de Aquino, desde las necesarias relecturas que periódicamente se tienen que hacer, es uno de esos genios que supo combinar el factor de la santidad con el de una aguda inteligencia capaz de orientar a las personas en su camino humano y cristiano. Hoy, como ayer, sigue haciendo falta su pedagogía eficaz. Hay muchos alejados de la Iglesia que no te aceptarán un versículo, pero sí una de las vías de Tomás para demostrar la existencia de Dios. Luego, si lo comprenden adecuadamente, vendrá muy probablemente su apertura a la Biblia, a la revelación, pero es un hecho que, mientras aún no se alcance el estadio de la fe, Tomás es el mejor puente o intermediario, porque “cae bien” a los ateos o creyentes no practicantes ya que nunca se cerró a sus preguntas ni se mostró distante, agresivo o “santurrón”. En vez de eso, aprovechó, con honestidad académica, todas las dudas que le planteaban para proponerles la fe de Jesús con argumentos sólidos. Primero, planteando la existencia de Dios en términos de la razón y luego, una vez en contexto, desde el Evangelio. Tenemos tres años en los que vale la pena desempolvar al Aquinate y tomar su estilo pedagógico para ofrecerlo; especialmente, a los jóvenes que tienen la sana curiosidad de hacerse preguntas sobre sí mismos y lo que les rodea.

No nos engañemos. Lo que aleja a los jóvenes de la Iglesia no es Jesucristo, ni la doctrina, sino la forma aburrida en la que lo presentamos. Muchas veces, en vez de aprovechar el gran patrimonio teológico, filosófico y espiritual de la Iglesia, damos “migajas”, olvidando que, como dice Jesús en el Evangelio, “nadie enciende una lámpara para esconderla”. ¿Nos hemos dado cuenta de la cantidad de jóvenes que se han inscrito en los diversos cursos tomistas como los del programa “Aquinas 101” del “Thomistic Institute” a cargo de los dominicos con sede en Washington D.C.; mismo que cuenta con un muy buen canal en YouTube (https://www.youtube.com/@ThomisticInstitute/featured) con más de ochenta y un mil suscriptores? Sin duda, una cifra que demuestra la relevancia de Santo Tomás de Aquino como autor de cabecera.  

Les propongo tres elementos para el jubileo.

  1. Conocer a Santo Tomás de Aquino.
  2. Acercar su vida y obra a los jóvenes.
  3. Lograr el punto dos partiendo de los medios disponibles. Yo, por ejemplo, estoy intentando hacerlo a través del blog.

La Iglesia requiere de la claridad del pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Así conseguirá entender mejor el contexto en el que se mueve y animarnos mutuamente a renovarla, porque continúa -y continuará- siendo un faro que lleva a buen puerto.