Don Segundo García de Sierra se despidió de sus diocesanos el día de la Epifanía de 1960. Cuatro meses más tarde, llegó la noticia del nombramiento de un nuevo obispo, don Jaime Flores Martín [sobre estas líneas]. Pertenecía a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Hizo su entrada en Barbastro el 29 de mayo.

Tuvo dos preocupaciones fundamentales: la Sagrada Eucaristía  y el seminario. Pero sobre todo le tocó vivir el Concilio Vaticano II. En lo referente a Torreciudad, él será quien facilite mediante un contrato enfitéutico, las posteriores obras a realizar en torno a la ermita y la restauración de la imagen románica. Estuvo en Torreciudad en 1964 y 1969.

Participó en el Concilio Vaticano II.

Don Jaime Flores participó en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II, lo que le llevó a pasar largas temporadas fuera de su diócesis. En todas intervino de manera oral o presentando notas por escrito. El Concilio Vaticano II recordó la llamada universal a la santidad. Como aparece en Lumen Gentium: «Puesto que la Iglesia es en Cristo un misterio, debe ser considerada como signo e instrumento de santidad (…). Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de toda la historia de la Iglesia. Hoy tenemos una gran necesidad de santos, que hemos de implorar asiduamente a Dios»[1]. Todos los bautizados están llamados a la santidad: «todos los fieles están invitados y deben tender a la santidad y a la perfección en el propio estado»[2].

[Bolturina, en cuyo término se hallaba Torreciudad]

Don Jaime escribió con regularidad a sus diocesanos, mostrando un gran entusiasmo por el desarrollo del Concilio y en previsión de sus frutos. Como escribió con motivo del Día de la Acción Católica de 1965: «no cabe duda que la doctrina de la Constitución Dogmática de la Iglesia, sobre el Pueblo de Dios, sobre los Seglares, sobre la Vocación universal a la santidad, abre horizontes hasta ahora casi insospechados... No cabe duda tampoco que al fin todo se ha de someter al juicio definitivo de la potestad sagrada que se encarna en la consagración episcopal y que el límite puesto por Cristo será siempre intangible»[3].

 

[Imagen de la Virgen, antes de la restauración definitiva ]

Romería a Torreciudad, 3 de mayo de 1964. Al realizarse el contrato enfitéutico en 1963, enseguida se vio la conveniencia de restaurar las imágenes de la Virgen y el Niño, sobre todo esta última. Se encomendó este trabajo a los Talleres de Arte Granda y se trasladó la imagen a Madrid. El director de Talleres, Ramón Montserrat Ballesté juzgo oportuno hacer una restauración provisional, saneando la madera y restaurando la policromía existente. Para hacer la restauración adecuada se necesitaban muchos meses. Se aceptó y a las pocas semanas la imagen estaba en condiciones de regresar a la ermita.

 

[La peregrinación sale de Bolturina con el obispo Flores, 1964]

Se organizó una romería el 3 de mayo de 1964 para devolver la imagen a la ermita. La acompañó en su salida desde Bolturina el obispo de Barbastro don Jaime Flores. Acudió mucha gente de los alrededores y tuvo una gran repercusión por el reportaje que escribió Javier Ayesta para la revista Mundo Cristiano, que tituló: «Todo el mundo oirá hablar de la Virgen de Torreciudad». 

Nace el Patronato de Torreciudad. Ya hemos visto cómo nació el patronato de Torreciudad el 29 de noviembre de 1964, en una reunión que tuvieron personas pertenecientes a la Corona de Aragón con san Josemaría en el edificio central de la Universidad de Navarra. Uno de ellos fue José Joaquín Sancho Dronda (/23-V-2014), que sería durante dos décadas el presidente del Patronato (1992/2014).

Se dio a conocer el Patronato de Torreciudad a algunas personalidades de la antigua Corona de Aragón. Se recibieron algunas cartas de apoyo, de las que se dio conocimiento en un folleto a comienzos de 1967. La primera es del arzobispo de Barcelona don Gregorio Modrego, de 1 de septiembre de 1966. Comienza así: «Con íntima satisfacción de aragonés y ferviente devoto de la Santísima Virgen he tenido noticia de la constitución del Patronato del Santuario de Nuestra Señora de Torreciudad para restaurar completamente la ermita y devolver a su antiguo esplendor el culto a la venerada imagen, que tan celosamente y con filial afecto han guardado los vecinos de Bolturina».

[Estudiando dónde irá el nuevo santuario. A la izq. Benito Badrinas y Francisco González]

El 23 de enero de 1967 el obispo de Barbastro don Jaime Flores manifiesta su alegría al saber de la constitución de un Patronato. «Me es gratísimo el conocer los proyectos que alrededor del Santuario se van haciendo». «Ojalá sea pronto bellísima realidad que Torreciudad se ha llegado a constituir un foco de religiosidad, de cultura y de amor a la Virgen».

[La ermita y el pantano de Torreciudad en 1967]

El pantano de Torreciudad.

Un hecho que marcó a toda la comarca fue la inauguración el 21 de octubre de 1969 de la presa de El Grado -pantano de Torreciudad- y las centrales eléctrica I y II, en la que estuvieron presentes los ministros de Obras Públicas e Industria.

En marzo de 1969, le fue aceptada a don Jaime Flores la renuncia a la diócesis de Huesca; en marzo de 1970, la de Barbastro. El día 29 de abril, don Jaime marchaba en dirección a Majadahonda, para hospedarse en una residencia de los Sacerdotes Operarios. Más tarde se trasladó a Salamanca, donde falleció en 1974.

 

[1]Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, n. 40.

[2]Idem, n. 42.

[3]BEOB, VI-1965.