Antier, viendo ese extraordinario programa de Telemadrid llamado “Madrileños por el mundo”, que al que todavía no conozca no puedo sino recomiendarle vivamente por su buen gusto y por lo enriquecedor de sus contenidos, el madrileño que nos guiaba en esta ocasión por algún lugar del planeta Tierra, lo hacía por Bangkok, una de esas grandes urbes mundiales, con tantos problemas idénticos a los de cualquier otra ciudad de tamaño similar, y sin embargo, tan diferente a las que mejor conocemos por estos lares.
 
            El madrileño en cuestión nos puso en contacto con una realidad al parecer normal en Bangkok, cual es la de los que se dan en llamar los lady-boys. ¿Que qué son los lady-boys? Pues bien un lady-boy, -kathoey en tailandés, bakla en Filipinas-, es un hombre que se viste como mujer y que, eventualmente, puede estar llevando a cabo terapias de distinto tipo (farmacológica, hormonal o quirúrgica) para acercar su apariencia a la de una mujer. Existe entre los tailandeses una segunda tipología, la del sao praphet song (segunda clase de mujer), con la diferencia, según parece, de que aquél tira más a varón y éste más a mujer, una diferencia de graduación en suma.
 
            Aunque el término es peyorativo, parece que el tipo del kathoey está relativamente aceptado entre los tailandeses, encontrándoselos no sólo en las grandes urbes, sino también en pueblos y aldeas. Existen concursos de belleza kathoey, y hay kathoeys muy reconocidos: Nong Tum, por ejemplo, es un famoso boxeador kathoey; Nong Poy es el ganador de varios concursos de belleza kathoey; un famoso equipo de voleibol, llamado Las chicas de hierro, está formado por kathoeys. Pero carecen de reconocimiento legal, y aunque lo hayan consumado a efectos sociales y hasta físicos, no pueden variar de sexo a efectos legales o civiles.
 
            Rebuscando en la red, la noticia que más veces me aparece relacionada con el tipo es una contratación de kathoeys que va a llevar a cabo Thai, la línea aérea tailandesa conocida, precisamente, por el buen servicio que ofrece a sus usuarios. Según parece, es frecuente verlos trabajando en el sector servicios, tiendas, restaurantes, salones de belleza, y por supuesto como trabajadores del sexo, tan característico, precisamente, del turismo tailandés.
 
            Nos llevó también el desenvuelto madrileño, gracias a la cámara de Telemadrid, a un combate de lucha tailandesa o algo por el estilo, donde los combatientes se dan de mamporrazos con los puños y los pies. Según vimos, una ronda de combates que va de las categorías inferiores a las superiores y que comienza por un combate entre niños de doce años. Expresó la presentadora su comprensible desaprobación hacia tal práctica. No parecieron impresionarle tanto los pobres lady-boys, verdaderos desgraciados que ni el sexo que tienen saben. Una confusión que, muy probablemente, halle su base en una sociedad tan pobre como desarmada de principios, que ha hecho de la prostitución y del turismo de la carne su seña de identidad en el competitivo mundo de los tour-operadores.
 
 
 
 
 
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