Uruguay es el país menos religioso y más laicista de Hispanoamérica. Las razones son históricas e ideológicas, con influencia directa de las logias masónicas (como explica este artículo de ReL). Por eso, la ceremonia de beatificación este sábado 6 de mayo de Jacinto Vera, primer obispo de Montevideo, natural de Lanzarote (Canarias), tiene una relevancia especial en lo institucional.

El cardenal Paulo Cezar Costa, arzobispo de Brasilia y legado pontificio del papa Francisco, presidió la misa y el rito de beatificación. Entre los concelebrantes, el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo; el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina y Gianfranco Gallone, nuncio apostólico en el Uruguay.

Autoridades civiles

Entre las autoridades civiles que acudieron, estaba el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, la vicepresidenta, Beatriz Argimón, y los exmandatarios Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica.

Beatriz Argimón dijo al diario uruguayo El País: "Vine a acompañar a una comunidad que homenajea a un sacerdote comprometido con su gente y con su pueblo. Está bueno acompañar este reconocimiento histórico. Jacinto tiene para enseñarnos el haber estado siempre al lado de los más vulnerables".

José Mujica, de 87 años, declaró a la prensa: "Vine porque tuve una madre muy católica, porque soy latinoamericano. Todas las religiones de este país merecen respeto".

Más de 15.000 personas

Más de 15.000 personas acudieron al estadio Centenario de Montevideo para la ceremonia, que fue precedida del rezo del Rosario. Unos 50 sacerdotes se sentaron en un grupo, con una estola con la imagen de Jacinto Vera. Hubo momentos de lluvia y también momentos de júbilo en que los asistentes hacían la ola.

El cardenal Paulo Cezar Costa, como oficiante de la ceremonia, señaló que el beato obispo "nos testimonia la belleza de seguir a Jesús, que unifica nuestra vida, que nos permite tener una totalidad del proyecto y del designio de Dios". Alabó también su lucha por la libertad de la Iglesia, en un entorno de acoso laicista contra los derechos eclesiales. "¿Quién no recuerda su lucha por la libertad de la Iglesia? ¿Quién no recuerda su celo para que el Evangelio llegase a todos los rincones de este país?", planteó.

El cardenal brasileño afirmó que "la secularización no debe asustarnos", sino "debe ser una ocasión para el testimonio y el anuncio de la Fe". En este sentido, explicó que "el testimonio interpela, pues en él la belleza de la vida de fe va a nuestro lado. Animó a "entrar en la lógica de los que están sin Dios, a través de nuevos métodos, caminos, principalmente a través de la cultura", el reto de proponer la buena noticia de Jesucristo.

Recordó que el beato obispo, en su época, "no busca la pacificación a través de la política, de otros medios, sino a partir de la verdad de la fe. La fe pacifica. Ella, anunciada por la boca y por los gestos del beato, ayudó a pacificar el país".

Recordó además que el obispo no buscó soluciones ideológicas. "A quien tiene hambre no se le ofrece una ideología sino la presencia de Cristo, a quien tiene sed de Dios se le ofrece la palabra y los sacramentos, a quien tiene sed de paz se le ofrece a quien es príncipe de la paz, Jesucristo", dijo el cardenal oficiante. Durante la ceremonia, anunció que la fiesta del Beato Jacinto Vera será cada 6 de mayo.

La vida de Jacinto Vera explicada en 9 minutos

El milagro para la beatificación

Las virtudes en grado heroico de Jacinto Vera, hijo de inmigrantes canarios, fueron proclamadas en mayo de 2015. Había recorrido el país a lomos de mula, había fortalecido a una iglesia débil y acosada, había fomentado la caridad, hablado con el pueblo, mediado para evitar mayores daños en las guerras. Su buen humor y sentido de la amistad le ayudaron. En 1865 fue consagrado obispo y en 1879 asumió como primer obispo de Montevideo. Murió en 1881.

Después, en 2018, Roma constató el carácter milagroso de la curación de una niña de 14 años, que había sufrido una grave infección tras una operación. En realidad los hechos eran antiguos, de 1936, 55 años después de morir el obispo, pero muy bien documentados por los médicos de la familia de ella.

Una noche, uno de sus tíos le llevó a la niña un imagen de Jacinto Vera y le pidió que la colocara sobre la herida. Esa noche se fueron los dolores y al día siguiente se levantó sin síntomas. A la beatificación acudieron dos familiares de aquella niña, que murió mucho después, con 89 años. Estos parientes subieron al altar el relicario que contenía un hueso del obispo, y lo colocaron junto a una imagen de la Virgen que había sido de él.

En Roma, el Papa Francisco mencionó el domingo al nuevo beato, "pastor solícito de su pueblo, dio testimonio del Evangelio con generoso celo misionero, favoreciendo la reconciliación social en el tenso clima de la guerra civil", dijo el pontífice a los fieles congregados en la Plaza San Pedro del Vaticano.

Vídeo de la ceremonia de beatificación de Jacinto Veray actos previos (desde minuto 33)