Religión en Libertad

A raíz del informe de la ONU que detecta genocidio en la acción israelí en Gaza

Genocidio y guerra: lo que dice el catolicismo sobre la «destrucción de ciudades enteras»

El cardenal Pizzaballa contempla la devastación en Gaza, cerca de la parroquia católica, en julio de 2025

El cardenal Pizzaballa contempla la devastación en Gaza, cerca de la parroquia católica, en julio de 2025lpj.org

Pablo J. Ginés
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Se ha presentado el informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU (COI, por sus siglas en inglés), que ha investigado de forma exhaustiva la actuación del Gobierno de Israel en la Franja de Gaza entre el 7 de octubre de 2023 y el 31 de julio de 2025. Para los 3 expertos en derecho humanitario de la COI, el Gobierno y el Ejército israelíes han cometido «cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 1948».

La jueza que presidió la investigación declaró, en la presentación: "Las autoridades israelíes han persistido y continuado con su campaña genocida en Gaza durante casi dos años. Israel debe poner fin de inmediato al genocidio en Gaza y cumplir plenamente las órdenes de medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia”.

La COI, en su presentación, asegura que Israel ha impuesto un «asedio total con el bloqueo de la ayuda humanitaria que ha provocado hambruna», ha destruido los sistemas «sanitario y educativo», ha cometido «actos de violencia sexual y de género», además de tener a niños como objetivo, entre otras cuestiones. Recogen además declaraciones de líderes políticos israelíes que para la COI muestran que "los actos genocidas se cometieron con la intención de destruir (...) a los palestinos de la franja de Gaza como grupo". En concreto, la COI considera que el presidente israelí, Isaac Herzog, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el exministro de Defensa, Yoav Gallant, «incitaron a cometer un genocidio y que las autoridades israelíes no tomaron medidas contra ellos para castigar esta incitación».

El informe (se puede leer aquí en español) incluye comentarios sobre ataques concretos. Copiamos, como ejemplo de su nivel de valoración y detalle, lo que dice sobre los ataques a centros de culto, como la parroquia ortodoxa de San Porfirio en Gaza (párrafos 90 y 91):

  • "[90] Tres de los ataques investigados por la Comisión afectaron a lugares religiosos de Gaza que servían como lugares de oración y refugio para desplazados internos: la iglesia de San Porfirio, la mezquita Ihya' al-Sunna y la mezquita de Saad al-Ghafari. En conjunto, estos ataques causaron más de 200 víctimas mortales, entre ellas muchas mujeres y niños. En relación con los ataques a las dos mezquitas, la Comisión concluye, con motivos razonables, que las fuerzas de seguridad israelíes causaron intencionadamente daños desproporcionados a sabiendas de que había civiles en esos edificios y de que era probable que sufrieran daños. La Comisión considera que las fuerzas de seguridad israelíes cometieron el crimen de guerra de dirigir ataques contra civiles y que la conducta de las fuerzas de seguridad israelíes equivale al crimen de guerra de homicidio intencional. En relación con el ataque a la iglesia, que la Comisión concluyó que fue consecuencia de daños colaterales debidos probablemente a un error de puntería, las fuerzas de seguridad israelíes deberían haber utilizado métodos de guerra que tuvieran en cuenta la proximidad de la iglesia al objetivo previsto y el riesgo que corrían los civiles que se refugiaban en su interior. La Comisión llegó a la conclusión de que las fuerzas de seguridad israelíes habían cometido el crimen de guerra de lanzar un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causaría daños a objetos civiles que serían manifiestamente excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa de conjunto que se preveía".

El informe detalla, por ejemplo, que de 564 edificios escolares en la Franja de Gaza, 403 sufrieron impactos directos y daños, 85 escuelas quedaron totalmente destruidas y 73 perdieron al menos la mitad de sus salas. "La Comisión no pudo atribuir ningún objetivo militar a las demoliciones de instalaciones educativas", afirma el informe.

El informe da detalles de soldados israelíes regodeándose en vídeos. "Se les ve expresando comentarios y bromas de celebración o denigrantes durante o después de las demoliciones. En un ejemplo, un soldado israelí dice en hebreo: “Para todos los que se preguntan por qué no hay educación en Gaza... Vaya, os ha caído un misil encima, qué faena, una lástima. Ya no podréis ser ingenieros”. El vídeo se titulaba: “En la universidad de los terroristas”.

La jefa de la comisión, Navi Pillay, declaró que "los Estados tienen la obligación legal de utilizar todos los medios a su alcance para detener el genocidio en Gaza".

Ya son casi 65.000 los palestinos que han muerto violentamente en Gaza desde octubre de 2023, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza (controlado por Hamás), que la ONU considera fiables.

Los autores del informe son:

  • Navanethem “Navi” Pillay: sudafricana, fue Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (2008–2014), magistrada y luego presidenta del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, y jueza de la Corte Penal Internacional (2003–2008).
  • Chris Sidoti: Jurista australiano, exsecretario fundador de la Human Rights and Equal Opportunity Commission (1987) en Australia; participó en la misión de la ONU sobre abusos contra los rohinyá en Myanmar (informe de 2018).
  •  Miloon Kothari: Arquitecto indio, especializado en derecho a la vivienda y la tierra. Fue Relator Especial de la ONU sobre vivienda adecuada (2000–2008), fundador de Housing and Land Rights Network en Delhi y presidente de UPR Info.

El Ministerio de Exteriores israelí ha respondido acusando a los autores de “abiertamente antisemitas”, aunque sin demostrarlo con evidencia alguna. Pillay (antigua presidenta del Tribunal Internacional para Ruanda) respondió que ella ha colaborado con Israel en sus otros cargos y que Israel no consigue dar "refutaciones sustantivas" al informe.

El australiano Sidoti en 2022 dijo que las acusaciones de antisemitismo se “lanzan como arroz en una boda”, queriendo decir que es muy fácil acusar de antisemitismo a cualquiera; Israel usa ahora esa frase para intentar demostrar que sólo con eso Sidoti ya debe ser considerado antisemita. Sidoti replicó que las respuestas oficiales de Israel son “previsibles” y “aburridas” y parecen generadas por IA (inteligencia artificial).

Israel considera que el 'think tank' israelí Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos (BESA, en BesaCenter.org) "ha refutado todas y cada una de las afirmaciones falsas sobre genocidio".

Por el contrario, existe una Asociación de Estudiosos de Genocidios (https://genocidescholars.org), con unos 500 miembros, que declaró (tras una votación, participaron el 28% de los miembros -"la horquilla usual de votantes"-, estando a favor un 86%) que "las políticas y acciones de Gaza encajan con la definición legal de genocidio del Artículo II de la Convención de Naciones Unidas de Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio de 1948". (La declaración está aquí en inglés). No todos los miembros de la asociación tienen títulos académicos; sus socios incluyen "supervivientes, artistas, miembros de ONGs..."

El cardenal Pizzaballa y el párroco argentino de Gaza contemplan la devastación cerca de la parroquia en verano de 2025

El cardenal Pizzaballa y el párroco argentino de Gaza contemplan la devastación cerca de la parroquia en verano de 2025lpj.org

¿Qué dice la doctrina católica sobre los genocidios?

El punto de partida de la doctrina católica moderna sobre los genocidios es la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, con los bombardeos masivos contra civiles (incluyendo los de los aliados contra Hamburgo, Dresde y Tokio), el terror del arma nuclear (con las bombas de Hiroshima y Nagasaki), y las deportaciones y matanzas desplazando masas de población (también en el proceso de independencia de la India, por ejemplo). Todo eso complementaba terriblemente el genocidio contra los judíos por parte de los nazis, y la conciencia del Holodomor en Ucrania (genocidio por hambruna provocada) que los soviéticos negaban (y sigue negando la Rusia de Putin).

Así, en el Concilio Vaticano II, en la Gaudium et Spes de 1965, se escribió sobre "El respeto a la persona humana" (punto 27):

  •  "Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador".

Como se ve, en el mismo párrafo se considera el genocidio, las deportaciones, el aborto, la eutanasia y el suicidio. Todas son "prácticas infamantes que degradan la civilización humana".

Gaudium et Spes fue la base para estos temas en el Catecismo de 1992. Sobre la guerra, el Catecismo pone límites y dice que hay obligación moral a desobedecer las órdenes de genocidio. También menciona "la destrucción de ciudades enteras o de amplias regiones con sus habitantes" (de Gaudium et Spes 80), con todos sus ecos de la Segunda Guerra Mundial y su crueldad masiva.

  • 2312 La Iglesia y la razón humana declaran la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. “Una vez estallada desgraciadamente la guerra, no todo es lícito entre los contendientes” (GS 79).
  • 2313 Es preciso respetar y tratar con humanidad a los no combatientes, a los soldados heridos y a los prisioneros. Las acciones deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales, como asimismo las disposiciones que las ordenan, son crímenes. Una obediencia ciega no basta para excusar a los que se someten a ella. Así, el exterminio de un pueblo, de una nación o de una minoría étnica debe ser condenado como un pecado mortal. Existe la obligación moral de desobedecer aquellas decisiones que ordenan genocidios.
  • 2314 “Toda acción bélica que tiende indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de amplias regiones con sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra el hombre mismo, que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones” (GS 80). Un riesgo de la guerra moderna consiste en facilitar a los que poseen armas científicas, especialmente atómicas, biológicas o químicas, la ocasión de cometer semejantes crímenes.

Antes de llegar a ese tema, el Catecismo expone los límites de la "guerra justa", que incluye "que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar".

  • 2308 Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras. Sin embargo, “mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa” (GS 79).
  • 2309 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
  • — Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
  • — Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
  • — Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
  • Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
  • Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la “guerra justa”. La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común.

Por último, en 2004 se publicó el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, que profundiza en temas de guerra, justicia y solidaridad. Menciona el genocidio en varias ocasiones (suele ligarlo a las "deportaciones en masa"):

  • - [158]. La solemne proclamación de los derechos del hombre se ve contradicha por una dolorosa realidad de violaciones, guerras y violencias de todo tipo: en primer lugar los genocidios y las deportaciones en masa; la difusión por doquier de nuevas formas de esclavitud, como el tráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los trabajadores, el tráfico de drogas, la prostitución: «También en los países donde están vigentes formas de gobierno democrático no siempre son respetados totalmente estos derechos».
  • - [387] Un grupo minoritario tiene derecho a la propia existencia: «Este derecho puede no ser tenido en cuenta de modos diversos, pudiendo llegar hasta el extremo de ser negado mediante formas evidentes o indirectas de genocidio». Además, las minorías tienen derecho a mantener su cultura, incluida la lengua, así como sus convicciones religiosas, incluida la celebración del culto. En la legítima reivindicación de sus derechos, las minorías pueden verse empujadas a buscar una mayor autonomía o incluso la independencia: en estas delicadas circunstancias, el diálogo y la negociación son el camino para alcanzar la paz. En todo caso, el recurso al terrorismo es injustificable y dañaría la causa que se pretende defender. Las minorías tienen también deberes que cumplir, entre los cuales se encuentra, sobre todo, la cooperación al bien común del Estado en que se hallan insertos.
  • - [506] Los conatos de eliminar enteros grupos nacionales, étnicos, religiosos o lingüísticos son delitos contra Dios y contra la misma humanidad, y los autores de estos crímenes deben responder ante la justicia. El siglo XX se ha caracterizado trágicamente por diversos genocidios: el de los armenios, los ucranios, los camboyanos, los acaecidos en África y en los Balcanes. Entre ellos sobresale el holocausto del pueblo hebreo, la Shoah: «Los días de la shoah han marcado una verdadera noche en la historia, registrando crímenes inauditos contra Dios y contra el hombre». La Comunidad Internacional en su conjunto tiene la obligación moral de intervenir a favor de aquellos grupos cuya misma supervivencia está amenazada o cuyos derechos humanos fundamentales son gravemente violados. Los Estados, en cuanto parte de una Comunidad Internacional, no pueden permanecer indiferentes; al contrario, si todos los demás medios a disposición se revelaran ineficaces, «es legítimo, e incluso obligado, emprender iniciativas concretas para desarmar al agresor». [...] La Comunidad Internacional se ha dotado de un Tribunal Penal Internacional para castigar a los responsables de actos particularmente graves: crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, crimen de agresión. El Magisterio no ha dejado de animar repetidamente esta iniciativa.
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