Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Spei Mater: construir la vida en positivo


por José F. Vaquero

Opinión

En nuestra sociedad actual corremos el peligro de acostumbrarnos a lo que sucede alrededor. Y también podemos colocar en el montón de “lo que es así” uno de los grandes dramas de nuestra época, el drama del aborto. Podemos pensar, con cierta nostalgia, que es algo que late en nuestro mundo moderno, que nos gustaría que fuese menor, pero que, al fin y al cabo, así están las cosas y poco se puede hacer. Sin embargo, no deja de ser una situación que en España afecta directamente a unas 300.000 personas al año, unos 100.000 embriones abortados, otras tantas mujeres madres, y otros tantos hombres padres, lo sepan o no. Y en esta cifra únicamente están los abortos quirúrgicos, declarados por los establecimientos abortistas.

A ellos hay que añadir los abortos producidos por fármacos dispensados para ese fin, y las así llamadas “reducciones embrionarias”: como en la fecundación in vitro sólo queremos un hijo, o sea un embrión, el otro o los otros los “reducimos” a la nada, los eliminamos. Y también en estos casos hay que contar a la madre y al padre. Que aunque hay mujeres que afirman que no necesitan padre para tener un hijo, la realidad biológica e inapelable es que el hijo procede de un óvulo, o sea de una madre, y de un espermatozoide, o sea de un padre. Habría que añadir también a familiares, amigos, etc. Somos una sociedad “de cerezas”, de numerosas interrelaciones.

Los números son números, y nos impresionan. Pero aunque fueran muy pequeños, el drama del aborto, el sufrimiento de un embrión que deja de vivir y una madre que decide que su hijo deje de existir, seguirá siendo un drama dramático. Y no sólo lo afirmamos quienes defendemos la vida. Los políticos son conscientes de que hay un problema, y le dan una solución, a su modo. Si no fuera un problema ni siquiera se ayudaría a las mujeres que quieren abortar, igual que no se ayuda a quienes quieren tener un dron o un patinete eléctrico. No me gusta acusar a la persona que acude a la “solución” del aborto, seguro que tiene sus motivos, sus dificultades de peso, su difícil situación familiar, personal, social… No significa que justifique el acto, pero prefiero insistir en el drama que vive esta mujer.

Ante cualquier problema, la mejor solución es trabajar en positivo. Todos tenemos problemas, la sociedad tiene problemas; pero quien cambia la sociedad son aquellos que deciden buscar soluciones y aplicarlas paso a paso.. Quizás solucionemos sólo una pequeña parte, pero muchas pequeñas partes hacen crecer la solución. Un grano no es montón, pero ayuda a conseguirlo. Abundan las quejas de barra de bar, pero lo que buscamos es la esperanza profunda de que el mundo mejorará. Y nuestro corazón descansa cuando alguien nos da esperanza, mientras se angustia y agobia más a medida que escucha quejas y más quejas.

En la defensa de la vida he conocido recientemente una iniciativa que aglutina tres caminos de esperanza hacia la vida. Spei Mater, Madre de la esperanza, de esa esperanza que sacia la sed y la angustia del corazón humano.

El primer camino, el proyecto Raquel, lleva ya varios años sembrando esperanza. El sentido común, e incluso la ciencia, reconocen que el drama del aborto deja huella en la mujer, y también en el hombre. Los primeros meses, sobre todo en mujeres jóvenes, parece que no ha pasado nada, que todo sigue igual. Pero con el paso del tiempo se va tomando conciencia de la gravedad de la decisión tomada. Excusas puede haberlas, pero la conciencia, ese Pepito Grillo que nos dice si hemos obrado bien o mal, habla, y habla, y habla; y no se calla, ni debajo del agua. Estas personas necesitan encontrar la paz consigo mismas, el perdón, la palabra de ánimo que le ayude a cicatrizar esa herida, pequeña e insignificante al inicio, pero que va rasgando cada vez más centímetros del alma.

Junto a este camino, y buscando ayudar lo antes posible a la mujer que sufre el drama de un embarazo “difícil”, difícil por la situación económica o social, dramático por el entorno familiar, o la ausencia del entorno familiar, nace el proyecto Ángel, un proyecto dedicado a ofrecer apoyo y ánimo a estas mujeres. Puede ser una ayuda material, la presencia y compañía en esos duros momentos, una palabra de ánimo, un empujón a no tener miedo a la maravillosa aventura de ser madre. Cuántos ángeles nos han empujado en nuestra vida, en pequeños o grandes detalles. Y cuánto necesitamos que en los duros momentos tire de nosotros, nos levante con sus alas y nos saque de un charco o unas arenas movedizas.

Como cristianos, este caminar en positivo amando y defendiendo la vida tiene una tercera pata: la oración. La oración hace milagros, y muchas veces provoca coincidencias (“diocidencias”) para que una embarazada angustiada, ojeando los papeles de la próxima consulta en el establecimiento abortista, se fije en un teléfono de Red Madre, Fundación Madrina u otra institución semejante. Llama, y encuentra la palabra que necesitaba para confirmarla en su decisión de no abortar, para ayudarla en esa difícil situación personal o económica, y para gozar, meses después, al tener en brazos a su bebé.

Se puede contactar con cualquiera de estos proyectos, o encontrar más información, en la página web Spei Mater.

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