Del amor y del posar
La irrenunciable dimensión social de nuestra fe tiene que reflejarse primeramente en los más cercanos.
Con el verano en ciernes, muchos jóvenes se preparan para pasar parte de sus vacaciones de verano (cuatro semanas por lo general) en un país subdesarrollado trabajando como voluntarios. Hasta aquí todo bien… si no nos hacemos preguntas. Pero vamos a hacérnoslas, que para eso estamos…
¿Cuánto de afán por ayudar y cuánto de afán por viajar hay en el joven que viaja? ¿Qué puede aportar un joven en el extranjero sin experiencia previa en ayudar a los demás? ¿No es más razonable que el joven que viaja de voluntario al extranjero haya pasado por un proceso previo de formación y haya dedicado parte de su vida a ayudar a los más necesitados en su lugar de origen? Y sigo… ¿Ser fiel al carácter social de nuestra fe implica obligatoriamente tener que sacar un billete de avión?...
La fe de un cristiano se demuestra en el amor, a Dios y al prójimo, y el más prójimo es el más próximo. Por lo tanto, la irrenunciable dimensión social de nuestra fe tiene que reflejarse primeramente en los más cercanos: en el padre y su carácter nada fácil, en el hermano quejica, en la tía solterona a quien le encanta mandar, en ese compañero de clase demasiado demandante… y desde aquí se “da el salto” hacia los extraños, visitando y haciendo compañía a los ancianos del asilo del barrio, dando clases a niños con pocos recursos, saliendo a hacer compañía a los sin techo…
Tengo un sobrino de 12 años quien, a pesar de su corta edad, ha pasado decenas de noches acompañando con su gran sonrisa a vagabundos y borrachos a quienes desarmaba con su sincero interés por la vida de cada uno. Tras sacarle del proyecto, me persigue desde entonces para seguir haciendo algo por los demás. Estoy seguro de que, si algún día viaja como voluntario, se fusionará con la gente y no necesitará demostrar en su perfil lo bueno que es. Pero para llegar a eso habrá hecho mucha mili antes…
¿Cuánto de afán por ayudar y cuánto de afán por viajar hay en el joven que viaja? ¿Qué puede aportar un joven en el extranjero sin experiencia previa en ayudar a los demás? ¿No es más razonable que el joven que viaja de voluntario al extranjero haya pasado por un proceso previo de formación y haya dedicado parte de su vida a ayudar a los más necesitados en su lugar de origen? Y sigo… ¿Ser fiel al carácter social de nuestra fe implica obligatoriamente tener que sacar un billete de avión?...
La fe de un cristiano se demuestra en el amor, a Dios y al prójimo, y el más prójimo es el más próximo. Por lo tanto, la irrenunciable dimensión social de nuestra fe tiene que reflejarse primeramente en los más cercanos: en el padre y su carácter nada fácil, en el hermano quejica, en la tía solterona a quien le encanta mandar, en ese compañero de clase demasiado demandante… y desde aquí se “da el salto” hacia los extraños, visitando y haciendo compañía a los ancianos del asilo del barrio, dando clases a niños con pocos recursos, saliendo a hacer compañía a los sin techo…
Tengo un sobrino de 12 años quien, a pesar de su corta edad, ha pasado decenas de noches acompañando con su gran sonrisa a vagabundos y borrachos a quienes desarmaba con su sincero interés por la vida de cada uno. Tras sacarle del proyecto, me persigue desde entonces para seguir haciendo algo por los demás. Estoy seguro de que, si algún día viaja como voluntario, se fusionará con la gente y no necesitará demostrar en su perfil lo bueno que es. Pero para llegar a eso habrá hecho mucha mili antes…
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