Viernes, 01 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El padre Jorge Loring, S.J., ¿camino de los altares?


por Román Martínez del Cerro

Opinión

A lo largo de la vida he conocido muchas personas santas. Personas en las que las virtudes se hacían hábito. Personas en las que se notaba la presencia de Dios en su interior. De esas personas me acuerdo siempre, pero muy especialmente cada día uno de noviembre, Festividad de Todos los Santos. 

Pero además de lo dicho anteriormente, también he conocido algunas que rompían lo habitual para entrar en lo heroico. Que dan la sensación de estar hechas de otra pasta. Que nos impactan con ese "olor de santidad" que percibimos durante su vida, pero que seguimos percibiendo después de su muerte. Estas personas son las que van caminos de los altares. Santas ante Dios y reconocidas como tales por nuestra santa madre la Iglesia. 

Indudablemente el P. Jorge Loring Miró, S.J. es una de ellas.

Estirpe

Procede la familia Loring de la región francesa de Lorena. Tras pasar por Inglaterra, los Loring se asientan en Boston, Massachusetts (Estados Unidos). De ahí vienen los primeros Loring a Málaga, en plena Revolución Industrial.

Jorge Loring y Oyarzábal

Creo interesante mencionar, al menos, dos importantes antecesores. El primero su bisabuelo, Don Jorge Loring y Oyarzábal. Nace ya en Málaga el 9 de agosto de 1822. Muere en la misma ciudad el 11 de febrero de 1900. Ingeniero, empresario, político. Por su enorme labor humanitaria en ayuda de los afectados por la epidemia de cólera morbo asiático de los años 1854 a 1855, la Reina Isabel II, le concede el título de Primer Marqués de Casa Loring. El Papa Pio IX, por dichos motivos, le concede el título de Vizconde de la Caridad y la Encomienda.

Fue promotor de la construcción de los ferrocarriles en Andalucía; del Banco de Málaga; del Periódico El Correo de Andalucía. Regenta Altos Hornos de Málaga y la Ferretería La Constancia. Desarrolló una importante actividad minera.

Jorge Loring Martínez

Su padre, Jorge Loring Martínez, nace en Málaga el 12 de octubre de 1889 y muere en Madrid el 22 de septiembre de 1936, a los 46 años de edad.

Ingenieros de Caminos, perteneció a este cuerpo del Estado. Su enorme espíritu emprendedor le llevó a solicitar en varias ocasiones la excedencia del cuerpo de funcionarios para dedicarse a actividades empresariales y de innovación. Sobre todo en el campo aeronáutico.

Fue pionero de la Aviación española. Inventor, tiene varias patentes de aviación en la Oficina de Patentes. Ingeniero de Caminos del Estado. Piloto de Aeroplanos. Primero en Prat de Llobregat en Barcelona y posteriormente en Cuatro Vientos en Madrid trabaja en el diseño y construcción de automóviles y aviones. Fabrica aviones y monta los primeros autogiros del ingeniero la Cierva.

En el campo empresarial, monta la Línea aérea de Sevilla a Larache. La línea aérea de Barcelona a Palma y de Barcelona a Melilla, para el transporte postal. Debemos recordar que eran años de guerra en Marruecos. Funda la Compañía Española de Tráfico Aéreo (CETA), para pasajeros. Origen de la actual IBERIA. Funda una Escuela de Pilotos. Monta la línea de zeppelín Sevilla a Buenos Aires. Debemos recordar que en aquellos años los aviones no tenían autonomía para cruzar el Atlántico. Los barcos transatlánticos tardaban sobre los quince días, mientras que en un zeppelín era posible cruzar el Atlántico, Sevilla a Buenos Aires, en cuatro días.

Hombre emprendedor y de indudable ingenio, es protagonista de anécdotas tan simpáticas como la de construirse lo que hoy podríamos llamar un ultraligero. Estando en la fabrica del Prat de Llobregat y para ir a visitar a su entonces novia, Montserrat Miró, a la playa de Malgrat en su veraneo, se autoconstruyó ese pequeño avión, con ruedas de bicicleta. Debemos imaginarnos la impresión que causaría su llegada a la playa teniendo en cuanta que debería de ser sobre el año 1920.

Terrible asesinato 

El 22 de septiembre de 1936, en su casa de Madrid, Jorge Loring Miró, el que luego sería el P. Jorge Loring, con tan solo 14 años de edad, a punto de cumplir los 15, recibe una llamada telefónica. ¿Casa de Don Jorge Loring? Si. ¿Quién eres? Soy su hijo. ¿Jorgín? Sí. Mira, te llamo de la fábrica de tu padre. Tu padre ha sufrido un accidente. Si queréis su cuerpo, está aquí en la Carretera de Extremadura.

Me contaba el P. Loring cómo con esta llamada se le vino el mundo encima.

A pesar de la labor social, comedores, economatos, etc. y de haber salido absuelto de un Tribunal Popular, el odio y la intolerancia de aquellos anarquistas de septiembre del 36 habían terminado con la vida de un hombre católico y ejemplar. Padre de ocho hijos, con tan solo 46 años dejaba una viuda de 36 años en la más absoluta miseria. El mayor de esos hijos, Jorge, con tan solo 14 años. Pasaron todo tipo de penurias y mucha hambre. En una serie de registros posteriores en su casa, los milicianos le decían a la viuda: "Te hemos matado a tu marido, el siguiente será este, el mayor".

Para comprender el ambiente religioso de la familia Loring Miró, debemos recordar que de los ocho hijos, los dos varones fueron sacerdotes jesuitas y cinco de las seis hijas fueron religiosas de la Asunción. Solo la pequeña, Carmina, no ingresó en ninguna comunidad religiosa para mantenerse al cuidado de su madre. Se casó y vivía en Córdoba.

Jorge Loring Miró. Sacerdote jesuita

Nace en Barcelona el 30 de septiembre de 1921 y muere en Málaga el 25 de diciembre de 2013.

Ensayista, conferenciante, experto en apologética y gran defensor de la Sábana Santa.

Estudia en Madrid en el Colegio de Nuestra Señora del Pilar, marianistas.

Con tan solo 14 años, a punto de cumplir los 15, recibe la terrible llamada que hemos relatado anteriormente. No solo eso, también las continuas amenazas de muerte en los múltiples registros que sufren en su casa. Esta situación se hace insostenible y le aconsejan la huida.

Así que con 15 años y solo se marcha a Valencia. Allí consigue embarcarse en un barco que le lleva a Marsella. Cruza el sur de Francia y vuelve a entrar en España por Irún. Ya en esos momentos en bando nacional. Marcha a Mérida, en Extremadura, y de ahí a Málaga, donde tenía unos parientes. Así se presenta en casa de una tía, con muchos hijos, pidiéndole asilo.

Colegio San Estanislao de Kostka, Jesuitas de El Palo, Málaga

No fue fácil el ingreso de Jorge Loring en el Colegio del Palo. A una primera llamada de su tía, el director del colegio dio una respuesta negativa a su ingreso. Estaban a tope y no había plaza para un nuevo alumno. Pero tras un rato de reflexión de este director hay otra llamada, en este sentido la recibe la tía del P. Loring y le dice: "Mándemelo, que ya le buscaremos un sitio". Esta llamada propició que el P. Loring, en un futuro, fuera jesuita.

Pasada la Guerra Civil, su formación se encaminaba a la ingeniería. Era el mayor de los hermanos y parecía el más indicado para continuar y relanzar la labor empresarial de su padre. Por ello inicia sus estudios superiores en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros del ICI, en Madrid. Escuela que regenta la Compañía de Jesús. Tiene incluso novia y todo hace suponer que será el encargado de levantar aquella fábrica de aviones de Cuatro Vientos.

Sin embargo, al P. Loring le había quedado muy grabada en su conciencia aquella consigna de los scout, de su época del Colegio del Pilar, de hacer una obra buena de ayuda a los demás cada día. Es más, ya a su edad una obra buena al día le parecía poco. Se planteaba hacer lo máximo por el bien de los demás.

Un médico puede hacer mucho bien a los demás, pero fundamentalmente en su campo, la salud y el cuerpo humano. Algo terrenal, finito. Un sacerdote puede hacer mucho bien, pero en las almas de los demás. Las almas tienen una vida infinita, no solo terrenal. Por tanto, la labor de un sacerdote puede ser infinitamente más provechosa para los demás que la magnífica labor de un médico. La decisión era clara y estaba tomada: "Yo, sacerdote".

Duro contratiempo familiar, se tenían puestas en él todo el futuro empresarial. Pero se aceptan como providenciales estos nuevos derroteros que el P. Loring planteaba.

En 1941 ingresa en el noviciado de los jesuitas del Puerto de Santa María. En 1954, a los 33 años, es ordenado sacerdote.

Los jesuitas, en su periodo de formación, deben impartir clases. Así, al P. Loring, por sus estudios de ingeniería, le toca dar clases de matemáticas, física y química en el Colegio Portaceli de Sevilla.

Pero lo más providencial es cuando sus superiores le encargan, primero en un cuartel militar y luego en el Penal del Puerto de Santa María, impartir catequesis a soldados y a reclusos.   

Lo primero que hace el P. Loring es buscar bibliografía para documentarse. Se encuentra que en aquellos años los dos catecismos más conocidos, el Ripalda y el Astete, estaban pensados para niños de seis o siete años. No había catecismos para adultos. Piensa el P. Loring: "Si yo me presento en el Penal del Puerto, donde posiblemente haya reclusos incluso por asesinatos de sacerdotes, con mi sotana y un catecismo para seis años es algo similar a que me presentara, con mi edad, vestido de Primera Comunión. Algo ridículo". La formación debe ir de acuerdo a la edad de cada uno. No se puede ser adulto en algunas cosas y pretender mantener una formación religiosa de seis años. Cosa que, por desgracia, a veces ocurre.

El libro Para salvarte, que ha superado el millón y medio de ejemplares vendidos, está traducido a muchos idiomas y del que existen ediciones en Europa y en América, nació precisamente de los apuntes y notas que el P. Loring preparó para impartir una catequesis para adultos.

Don Germán García Monzón, director de Astilleros de Cádiz, solicita al superior de los jesuitas un capellán para las factorías navales de la Bahía de Cádiz: Astilleros de Cádiz, Matagorda, Bazán, San Carlos... y el superior le envía al P. Jorge Loring Miró como persona idónea para dicho cometido. Debemos recordar la importancia que tenían, no solo a nivel provincial o nacional, sino a nivel internacional estos astilleros y los miles de empleados que trabajaban en sus factorías.

En aquellos años, mediados de la década de los cincuenta, se pusieron de moda los sacerdotes obreros. Así que cuando el P. Loring tomó posesión de su misión apostólica se planteó si ese sería su camino. Tendría que aprender un oficio, pero el razonamiento de un trabajador le hizo desistir de ese camino: "Padre, usted ¿a qué viene aquí? ¿A competir con nosotros en nuestro trabajo? Si usted es director espiritual, ¿por qué no realiza su misión lo mejor que pueda y déjenos a nosotros trabajar lo mejor que podamos?".

Para cubrir las distintas factorías, se compró una Vespa y así cada día visitaba una de ellas. Fue tal el número de kilómetros que realizaba cada año que tuvo tres Vespas, a las que dejó exprimidas y luego tuvo que recurrir a un pequeño Mini.

Pero claro, la Bahía se la hacía pequeña al P. Loring. Así que primero en Vespa y luego en Mini, recorrió toda la geografía española dando conferencias, ejercicios espirituales, charlas, etc. Incluso dejó grabadas unas meditaciones para Televisión Española, que emitía por las noches a la finalización de su programación.

Era raro el pueblo o ciudad de España donde no hubiera dado el P. Loring alguna conferencia.

Pero nuevamente se le queda la geografía nacional pequeña. E inicia su proyección a numerosos países, fundamentalmente americanos. Con la ayuda del matrimonio formado por Flavia Navarro y Michel Toubia, residentes en la ciudad de Mexicali, frontera entre Estados Unidos y México, realiza todos los años un circuito de conferencias por distintos países americanos. Solía estar unos dos meses cada año en tierras americanas y prácticamente visitó casi todos los países de ese gran continente. Más de noventa veces cruzó el Atlántico en esta inmensa labor apostólica. Viajes que efectuó hasta poco antes de su fallecimiento a los 92 años de edad.

El éxito y la afluencia de público a sus conferencias fue enorme. Plazas de toros y grandes teatro se llenaban para oír al P. Loring.

En la cadena de televisión americana EWTN dejó una serie de conferencias, que dicha cadena sigue emitiendo debido al éxito de audiencia.

La genialidad del P. Loring le llevaba a cosas tales como cuando se presentaba, otros acuden a una tarjeta de visita, para dar al interlocutor su nombre, dirección y teléfono. El P. Loring daba un folio de color azul, escrito por ambas caras, donde se ofrecía cuarentas conferencias ya preparadas, videos, libros y otras posibilidades apostólicas. Ese era su heroico espíritu evangélico.

Pero nuevamente esta audiencia se le quedaba pequeña. En una ocasión se enteró de que unos terroristas habían construido una bomba siguiendo las instrucciones adquiridas por internet. El P. Loring se preguntó: ¿Si unos terroristas utilizan internet para enseñar lo malo, cómo yo no puedo utilizar internet para enseñar lo bueno?

Apóstol de Internet

A pesar de su edad,  aprendió y ejerció una inmensa labor apostólica por este medio. Colocó una web, colgó sus libros, para que de forma gratuita todos tuvieran acceso a ellos. Pero sobre todo constataba a todas las preguntas que por este medio recibía de todas partes del mundo. Más de quinientas mil preguntas contestadas. En los últimos años de su vida, su preocupación constante eran las diez mil, quince mil o cuatro mil preguntas que tenía pendiente de contestar. Antes o después, según sus viajes y trabajos, todas tenían la oportuna respuesta.

Por su labor apostólica y porque siempre se consideró un gaditano más, el Ayuntamiento de Cádiz lo nombró Hijo Adoptivo de la Ciudad de Cádiz.

¿Cómo era la personalidad del P. Loring? ¿Cómo llegaba tanto su palabra? En alguna ocasión le dijeron: "Padre, usted habla a puñetazos". Y era verdad. Pero puñetazos llenos de amor, de coherencia, de verdad, de sabiduría.

El P. Loring tenía una Fe sólida; ejercía una coherencia de vida; era un trabajador incansable; tenía un ansia constante de un mayor conocimiento en todos los campos del saber; comunicador vehemente y simpatía personal eran cualidades innatas de su personalidad. Pero sobre todo, presencia de Dios en todos los actos de su vida.

Sufrió también el P. Loring "su purgatorio en esta vida". Por contar alguna cosas de enfermedad, el P. Loring sufrió tres y muy graves. Un ictus le hizo caerse de la Vespa, en una ocasión. Una complicación en una operación de hernia de hiato le hizo perder el esófago y medio estómago. Por último, esas horas en moto y en aquellos años sin casco, seguramente propiciaron un cáncer de piel, en la cabeza, lo que le provoco problemas neurológicos que desencadenaron su fallecimiento.

Tiene el P. Loring escrito un libro, entre otros muchos, titulado: Anécdotas de una Vida Apostólica. Es una delicia leerlo pues, además de lo ameno, refleja perfectamente el carácter original, inquieto y apostólico de este sacerdote ejemplar. Algunas tan curiosas como una conferencia que dio, sin saberlo, en la Logia Masónica del Valle de Nueva York u otra a unos mineros en la ducha de una mina asturiana, un día de fuerte lluvia.

Cuando el P. Loring viajaba, nunca hacía turismo. No visitaba los monumentos o los espacios naturales. Sus viajes eran exclusivamente apostólicos y si sobraba algo de tiempo, rezar y descansar lo imprescindible.

Viví yo el impresionante testimonio de un joven en la catedral de Cádiz, que después de haber visto una entrevista, una encerrona, sufrida por el P. Loring en una cadena de televisión, este muchacho, ateo y de familia de ideología comunista, había cambiado su vida. Había visto y oído todo los que había podido del P. Loring y ahora era un ferviente católico practicante.

Quería el P. Loring estar bien informado. Pero no quería perder el tiempo. Así que tenía varios viejos receptores de radio que le habían regalado, sintonizado cada uno en una determinada emisora. Así, por ejemplo, para oír el noticiero de Radio Nacional, solo tenía que encender la radio que tenía esa emisora ya sintonizada. No perdía el tiempo en localizar las distintas emisoras en un solo receptor. 

Confesor que en años anteriores al Concilio tenía colas en el exterior de la Iglesia de Santiago, en Cádiz, para confesarse con él. Confesor de muchos moribundos. En una ocasión yo le pregunté: "¿Cómo lo reciben? ¿Cómo los convence?" Me decía: "Hay de todo, generalmente muy bien. A veces el enfermo me decía 'qué bien que haya venido, no me atrevía a pedirle a mi familia un sacerdote por no asustar'. Y la familia decía: 'No le hablamos de sacerdote, para no asustar al enfermo'".

Otras veces el rechazo era frontal. Entonces acudía a las carmelitas descalzas para que rezaran mucho por esa persona. Si seguía en su rechazo, les tenía que reñir a las monjitas, no habían rezado bien o suficiente, pues Dios seguro que quería la conversión de aquella persona. Sobran dedos en los de una mano para contar los que no terminaron arrepintiéndose de las cosas mal hechas. Yo le insistía: "¿Qué les dice?" La contestación era clara: "La verdad": "La cruda y única verdad".

El padre Loring, rodeado del autor del artículo, Román Martínez del Cerro, y su esposa Victoria Eugenia, en agosto de 2013.

Serían innumerables las anécdotas y detalles de la vida del P. Loring que puedo contar. También largo y excedería de lo que pretendo con este escrito. Solo quiero recodar una frase escrita por el P. Loring en su última carta que publicó el Diario de Cádiz, poco antes de su muerte. Decía el P. Loring: "Y lo más grande es que Dios nos ama, sea la que sea nuestra postura ante Él. Y que nos está esperando con los brazos abiertos, para darnos un abrazo como al hijo pródigo".

Yo espero que, por parte del señor obispo de Málaga, lugar de su fallecimiento, con la colaboración de sus hermanos de la Compañía de Jesús, no se tarde mucho en iniciar el proceso de beatificación de este sacerdote ejemplar, heroico y que nadie de los que le conocimos duda de su santidad.

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