«Jesús no denuncia para humillar», sino que dice la verdad «porque quiere salvar», señala el Papa

"Sólo quien ha conocido la verdad de un amor profundo puede aceptar también la herida de una traición".
León XIV celebró este miércoles la habitual Audiencia General, que fue trasladada al Aula Pablo VI del Vaticano a consecuencia de las altas temperaturas que hace estos días en Roma.
El Papa continuó con su ciclo de catequesis "Jesucristo, nuestra esperanza" e invitó a los fieles a reflexionar sobre una escena "íntima, dramática, pero también profundamente verdadera": el momento en el que anuncia que un discípulo suyo le traicionará.
La pregunta más sincera
Para León XIV, Jesús no pronuncia estas palabras para condenar, sino para mostrar que "el amor, cuando es verdadero, no puede prescindir de la verdad".
Jesús "no levanta la voz, no señala con el dedo, no pronuncia el nombre de Judas. Habla de tal modo que cada uno pueda cuestionarse a sí mismo", añadió.
El Papa explicó que la pregunta que se hacen los discípulos —"¿Seré yo?"— es quizá una de las más sinceras que podemos hacernos a nosotros mismos. "No es la pregunta del inocente, sino la del discípulo que descubre su fragilidad".
"No es el grito del culpable, sino el susurro de quien, aunque queriendo amar, sabe que puede herir. Es en esta consciencia donde inicia el camino de la salvación", comentó.
En este contexto, remarcó que "Jesús no denuncia para humillar", sino que dice la verdad "porque quiere salvar". Y para ser salvados "hay que sentir: sentir que se está involucrado, sentir que se es amado a pesar de todo, sentir que el mal es real pero no tiene la última palabra. Sólo quien ha conocido la verdad de un amor profundo puede aceptar también la herida de una traición".
León XIV destacó que, si se acoge con sinceridad el mal, "se convierte en un lugar de conversión. El Evangelio no nos enseña a negar el mal, sino a reconocerlo como una ocasión dolorosa para renacer".
Mientras nosotros "estamos acostumbrados a juzgar", Dios, en cambio, "acepta sufrir". "Cuando ve el mal, no se venga, sino que se entristece", recordó.
Jesús dice también que "más le valdría a ese hombre no haber nacido", pero esta advertencia "no es una condena impuesta a priori, sino una verdad que cada uno de nosotros puede reconocer: si renegamos del amor que nos ha engendrado, si traicionando nos volvemos infieles a nosotros mismos, entonces realmente perdemos el sentido de nuestra venida al mundo y nos autoexcluimos de la salvación".
"Sin embargo, precisamente allí, en el punto más oscuro, la luz no se apaga. Es más, comienza a brillar. Porque si reconocemos nuestro límite, si nos dejamos tocar por el dolor de Cristo, entonces podemos finalmente nacer de nuevo", afirmó.
"La fe no nos evita la posibilidad del pecado, sino que nos ofrece siempre una vía para salir: la de la misericordia", señaló.
Además, recordó que "Jesús no se escandaliza frente a nuestra fragilidad", sino que "sigue fiándose". "Esta es la fuerza silenciosa de Dios: no abandona nunca la mesa del amor, ni siquiera cuando sabe que lo dejarán solo".
"La salvación comienza aquí: en la conciencia de que podremos ser nosotros los que rompamos la confianza en Dios, pero que podemos ser también nosotros los que la recojamos, la custodiemos y la renovemos", señaló.
Personajes
El cura más joven de España lleva un mes de cura... y el Papa León le da consejos
Jesús M.C.
El Papa explicó que esta es la esperanza: "Saber que, aunque podamos fallar, Dios nunca nos falla".
"Aunque podamos traicionar, Él nunca deja de amarnos. Y si nos dejamos alcanzar por este amor, humilde, herido, pero siempre fiel, entonces podemos de verdad renacer. Y empezar a vivir ya no como traidores, sino como hijos siempre amados", concluyó el Papa.