Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Santos Valerio y Rufino de Soissons, mártires.

"No nos avergonzamos de Aquel que ha dado nueva vida al mundo con su muerte".

Ramón Rabre

TAGS:
Valerio y Rufino, iglesia de Treignes.
Valerio y Rufino, iglesia de Treignes.

Santos Valerio y Rufino de Soissons, mártires. 14 de junio y domingo posterior a Pentecostés, (traslación de las reliquias).

Valerio y Rufino eran soldados romanos de una legión, que estaba acampada en Bazoches, a los que se les encomendó supervisar las existencias de cereal destinado a la corte imperial. Eran cristianos y poco a poco comenzaron a hablar de Cristo a los lugareños, llegando a convertir y bautizar algunos, y además, a socorrer a los pobres con el trigo del emperador. Ambas acciones, predicación y caridad, les delataron como cristianos y fueron conminados por el cruel gobernador Rictiovaro (bajo él padecieron también los santos Crispín y Crispiniano). Avisados los dos amigos, huyeron a los bosques donde estuvieron por un tiempo hasta esperar que el peligro pasara, pero fueron capturados y encadenados llevados ante el malvado.

Este les preguntó: "Rufino y Valerio, que dios adoráis?" "Un solo Dios adoramos” – contestó Rufino – "Él es omnipotente, inmutable, eterno, creador de todas las cosas visibles. Él llena todo y lo gobierna todo en Jesucristo, restaurador de todo lo que hay en cielos y tierras. Y en lo que se refiere a otros dioses, creemos que son creados por humanos, hechos de materias que caduca. Nosotros adoramos a nuestro Dios, que existe antes de todas las edades, que no pasa y no caduca. Él permanece eternamente el mismo en su plenitud, siempre es simple, uniforme y duradero, perfecto a través de su Palabra. A Él sacrificamos todas las mañanas con alabanzas y corazón contrito". Rictiovaro replicó: "En nombre de nuestros príncipes invictos recomiendo que dejéis esa superstición que os pide adorar a un dios crucificado en su lugar. Avergonzaos de ello e inclinaos ante los dioses del Imperio, pues es un crimen dejar la religión de nuestros padres, pues esa misma religión ha hecho grande nuestro Imperio, le sirve de guía y protección. Por tanto, es un crimen cambiar nuestra religión por delirios infantiles". Tomó la palabra Valerio y dijo: "No nos avergonzamos de la cruz de Cristo, que ha traído la salvación al mundo. No nos avergonzamos de Aquel que ha dado nueva vida al mundo con su muerte".

Y ambos predicaron a los presentes sobre la fe cristiana y sus bienes. Predicaron la muerte y resurrección de Cristo, su pureza, santidad y dulzura frente a los viciosos y crueles dioses paganos. Irritado exclamó el gobernador: "Si no sacrificáis me veré obligado a someteros a torturas", amenaza a los que ambos mártires respondieron que era una gloria padecer por Cristo. Y les golpearon con varas hasta agotarles y les enviaron a la cárcel para que reflexionaran y cambiaran de parecer. Pero allí hallaron a otros cristianos y todos se daban ánimo mutuamente.

Al otro día fueron llevados nuevamente ante a Rictiovaro, que intentó ganarles con promesas: "Realmente, Valerio y Rufino, tan pronto como sacrifiquéis a nuestros dioses Júpiter y Mercurio, Venus y Diana, os cargaré de oro y plata, y os conseguiré altos puestos en el Imperio". Rieron los atletas de Cristo y le dijeron: "Que tu plata y oro con vayan contigo al infierno, donde los necesitan fundidos para que en ellos ardas con tu padre el diablo. Sabe que nadie nos separará de Cristo y su gracia". Mandó entonces Rictiovaro atarlos al potro y se les azotase con perdigones de plomo. Cantaban mientras los dos mártires: "Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor los salvará". Y cuanto más firmes permanecían, más fuerte mandaba el gobernador les azotasen, y tanto que rotas las carnes, llegaron a verse los huesos. Cuando apenas respiraban, mandó les arrojasen de nuevo al calabozo. Allí alabaron a Dios, y se les apareció un ángel que les consoló diciendo: "Continuad valientemente, nuestro Señor os llevará al coro de los mártires y tiene dispuesta la corona para vosotros". Y acto seguido, puso sobre sus cabezas hermosas y brillantes coronas, y les sanó todas las heridas. A la mañana siguiente al verles Rictiovaro totalmente recuperados y sonrientes mandó les decapitasen. Les ataron las manos y les llevaron a las afueras, a un sitio llamado Quincampoix donde entregaron las cabezas al verdugo y las almas a Cristo, el 14 de junio de 287.

Fueron sepultados allí mismo y, como otros mártires, luego de la paz de Constantino, en Soissons se construyó una iglesia a su memoria, adonde se trasladaron las reliquias. En el siglo IX los huesos fueron trasladados a Reims por el miedo a las invasiones vikingas, para volver en el siglo XII. El domingo posterior a Pentecostés de 1617 se trasladadon a la catedral de la misma ciudad. Se les invoca contra la carestía de grano, la sequía y las malas cosechas.


Fuentes:
-"Vies des pères, martyrs et autres principaux saints". Volumen 8. JEAN- FRANÇOIS GODESCARD.
-"Histoire de Soissons". Volumen 2. HENRY MARTIN y PAUL L. JACOB. París, 1837.

Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda